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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 16 de 79 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE DIECISEIS

EL MINISTERIO DEL SALVADOR-HOMBRE
SE LLEVA A CABO EN SUS VIRTUDES HUMANAS
JUNTO CON SUS ATRIBUTOS DIVINOS
EN GALILEA

(6)

Lectura bíblica: Lc. 7:1-35

En 7:1-35 se abarcan tres asuntos: el Salvador-Hombre con una palabra sana al que estaba a punto de morir (vs. 1-10), el Salvador-Hombre muestra compasión resucitando al hijo muerto de una madre que estaba llorando (vs. 11-17), y el Salvador-Hombre fortalece a Su precursor (vs. 18-35). Tal vez parezca que no hay ninguna conexión entre estos tres casos. En realidad, estos asuntos están relacionados.

CON UNA PALABRA SANA
AL QUE ESTABA A PUNTO DE MORIR

Lucas 7:1 y 2 dicen: “Después que hubo terminado todas Sus palabras a oídos del pueblo, entró en Capernaum. Y el esclavo de un centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir”. Un centurión era un oficial del ejército romano que tenía a su cargo cien soldados. Este centurión representa a los creyentes gentiles, quienes son salvos por medio de la fe en la palabra del Señor (v. 7).

Al haber oído de Jesús, este centurión “envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su esclavo” (v. 3). Cuando estos ancianos hallaron a Jesús, “le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó la sinagoga él mismo” (vs. 4-5).

Mientras que el Salvador-Hombre estaba en camino a la casa del centurión, éste envió unos amigos, diciéndole: “Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a Ti; pero di la palabra, y mi criado quedará sano” (vs. 6-7). En el versículo 8 tenemos unas palabras adicionales del centurión relatadas al Señor Jesús por medio de sus amigos: “Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi esclavo: Haz esto, y lo hace” (v. 8).

En 7:1-10 vemos la autoridad y la palabra de autoridad. El centurión probablemente dijo al Señor Jesús por medio de sus amigos: “Señor, no soy digno de venir a verte ni que Tú vengas a mi casa. Aun así yo sé lo que es la autoridad. Yo estoy bajo la autoridad de otros, y otros están bajo mi autoridad. Todo lo que tengo que hacer es decir una palabra a uno de los soldados, y hace lo que le digo. Señor, sé que Tú eres la autoridad de este universo”.

¿Cómo llegó a conocer este centurión romano, un gentil, la autoridad del Señor? Según el versículo 5, él amaba la nación de los judíos y les edificó una sinagoga. Con esto vemos que él probablemente tenía algún conocimiento del Antiguo Testamento. Además, se refirió al Salvador-Hombre como Señor. Por lo tanto, se dio cuenta de que el Salvador-Hombre era el que tiene la autoridad genuina.

El centurión también sabía el significado en cuanto a la palabra de autoridad. Esta era la razón por la cual él pudo decir al Salvador-Hombre: “Di la palabra, y mi criado quedará sano” (v. 7). El conocía la autoridad y la palabra como la expresión de la autoridad. De hecho, el esclavo del centurión se sanó por la palabra del Salvador-Hombre.

En 7:9 el Señor Jesús se maravilló de la fe del centurión: “Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose a la multitud que le seguía, dijo: Os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande”. El centurión, siendo un gentil, reconoció la autoridad del Salvador-Hombre y se dio cuenta de que Sus palabras eran unas palabras que tenían la potestad para sanar. Por lo tanto, no sólo creyó en el Salvador-Hombre, sino también en Sus palabras. Pidió al Señor que no viniera personalmente, sino que sólo mandara Sus palabras. El Salvador-Hombre se maravilló de esta fe tan grande.

En este caso también vemos las virtudes humanas del Señor con Sus atributos divinos. Su virtud se expresó en el hecho de ir a la casa del centurión. El Señor Jesús es el Señor del universo entero. No obstante, estaba dispuesto a ir a ver a un oficial que estaba en el ejército romano. El centurión sólo tenía cien soldados bajo su autoridad, sin embargo, el Señor Jesús tiene el universo entero bajo Su autoridad. En la virtud humana del Salvador-Hombre, se expresó Su atributo divino de autoridad. El dijo una palabra, y el esclavo del centurión se sanó. Aquí vemos el atributo divino del Señor que se manifestó en Su virtud humana.


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