Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 50 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CINCUENTA

VIVIR EN COMUNION CON DIOS:
LA COMUNION CON DIOS EN EL NIVEL HUMANO

En este mensaje llegamos a Génesis 18, que contiene un relato íntimo de la experiencia que tuvo Abraham con Dios. Si consideramos la perspectiva general de la experiencia de Abraham con Dios en los capítulos del once al veinticuatro, veremos que su experiencia se divide en cuatro secciones principales. Primero, mientras Abraham vivía en la tierra demoníaca de Caldea, fue llamado por Dios. De repente, recibió una sorpresiva aparición del Dios de gloria (Hch. 7:2). Este fue el comienzo de su experiencia con Dios.

Segundo, en los capítulos del doce al catorce, Abraham experimentó lo que es vivir por fe en Dios en lo relacionado con la subsistencia. Dios lo había llamado a cumplir Su propósito eterno, pero como ser humano él todavía necesitaba alimento, albergue y todo lo necesario para sobrevivir. El era extranjero en una nueva tierra, y no tenía nada suyo. Por consiguiente, Dios lo adiestró y le enseñó a ejercitar la fe que El mismo le había infundido a fin de que confiase en El en lo relativo a la subsistencia.

Después, en los capítulos del quince al diecisiete, o sea, en la tercera sección, Dios lo adiestró en conocer la gracia necesaria para cumplir Su propósito. Allí Abraham aprendió a no hacer nada por su propio esfuerzo ni por su propia cuenta, sino a hacer todo por Dios y con El. Dios lo necesitaba a él, pero no necesitaba nada que proviniese de él. Dios repudió completamente todo lo que Abraham tenía, lo que era y lo que podía hacer. Esperó por lo menos quince años para adiestrar a Abraham en este asunto. Durante trece años, Dios no se le volvió a aparecer porque él no había obrado correctamente. Abraham fue adiestrado y disciplinado, y recibió el favor de Dios, pero no anduvo en la presencia de Dios. Por el contrario, anduvo en la presencia de su esposa, quien le sugirió que usara su carne para producir descendencia a fin de cumplir el propósito de Dios. Abraham esperaba que Ismael, su simiente, cumpliese el propósito de Dios. Sin embargo, Dios parecía decirle: “¡No! No apruebo lo de Ismael. El es el resultado de tu esfuerzo, el producto de tu obra. Lo rechazo y no debes conservarlo. Abram, debes aprender que tu labor no significa nada para Mí. Te necesito solamente a ti, y no tu capacidad ni tu fuerza. No necesito tu Lot, tu Eliezer, tu Agar, ni nada que provenga de ti. Debes andar delante de Mí, sin hacer nada con tu esfuerzo propio ni hacer nada por tu propia cuenta. Debes ser alimentado y abastecido por la suministración de Mi ubre divina. Entonces podrás producir algo no solamente para Mí sino también procedente de Mí. Yo acepto y apruebo solamente lo que proviene de Mí mismo. No produciré a Isaac sin ti. Produciré a Isaac por medio de ti, pero no procedente de ti. Tú eres el canal, mas no la fuente. Cada vez que te consideras la fuente, me ofendes. Yo soy la fuente única que todo lo provee. Me has conocido como el Dios Altísimo, el dueño de los cielos y de la tierra. Ahora debes conocerme como El-Shaddai, como el Todopoderoso provisto de una ubre y que todo lo provee. Quédate debajo de Mi ubre y recibe constantemente el suministro y la nutrición por Mi infinita provisión. Esta es la manera de andar delante de Mí”. Abraham aprendió a conocer la gracia para cumplir el propósito de Dios, y Dios cambió su nombre y su naturaleza, pues cambió la constitución misma de Abraham al circuncidarle. Abram llegó a su fin y Abraham empezó a existir. Esta es la tercera sección importante de la experiencia que Abraham tuvo de Dios.

d. Vivir en comunión con Dios

1) La comunión con Dios en el nivel humano

Inmediatamente después de esto, Abraham entró en una sección gloriosa: una vida en comunión con Dios (18:1—24:67). El había sido llamado, había aprendido a vivir por fe en Dios en lo relacionado con su subsistencia, y había llegado a conocer la gracia, necesaria para cumplir el propósito de Dios. Ahora él estaba en una comunión permanente con Dios. La cuarta sección de su experiencia se halla en los capítulos del dieciocho al veinticuatro. Todo lo que revelan estos siete capítulos constituye un aspecto de la comunión íntima que Abraham tenía con Dios.

En la primera sección de la experiencia de Abraham, Dios se le había aparecido a él como el Dios de gloria. En la segunda sección, se reveló como el Dios Altísimo, el dueño de los cielos y de la tierra. En la tercera sección, vino a Abraham como El-Shaddai, como el Todopoderoso que lo suministra todo y que está provisto de una ubre. En la cuarta sección, Dios vino de una manera muy distinta: como un hombre mortal. Mientras Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda en el calor del día, vio tres hombres que se acercaban a él (vs. 1-2). En hebreo, la palabra traducida “hombres” en el versículo 2 significa hombres mortales, seres humanos. Dios se apareció a Abraham en esa forma. Al principio, Abraham no se dio cuenta de que uno de estos hombres era el Señor Jehová ni de que los otros dos eran ángeles.

Entre estas formas en que Dios apareció: el Dios de gloria, el Dios Altísimo, El-Shaddai y un simple mortal, ¿cuál prefiere usted? ¿Prefiere que Dios se le aparezca como el Dios de gloria? En tal caso, usted se asustaría. ¿Quisiera usted que se le presentara como el Dios Altísimo? Si el presidente de los Estados Unidos se me presentara y me dijera: “Soy el altísimo presidente de los Estados Unidos y vengo a visitar a este pequeño hombre”, yo me sentiría incómodo. No obstante, si se me presentara como un hombre igual a mí, yo diría: “¿Cómo está usted? Por favor, venga, descanse y alégrese”. Si él viniese de esta manera, y revelara más tarde que él es el presidente de los Estados Unidos, yo podría pasar un buen rato con él. Entre estas cuatro maneras en que Dios aparece, prefiero que El venga a mí en forma de hombre mortal, y no en Su gloria divina, en Su posición elevada, ni en Su plena suministración.

Todos debemos experimentar a nuestro Dios hasta ese punto. Al principio de nuestra experiencia, lo percibimos como el Dios de gloria. Sin embargo, cuanto más lo experimentamos, más vemos que El viene en forma humana, igual a nosotros. Si Dios no se hubiera presentado a Abraham con forma humana, ¿cómo podía Abraham ser llamado Su amigo? Génesis 18 revela que Abraham y Dios hablaron como amigos. Abraham le dijo: “Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol” (vs. 3-4). Abraham preparó el agua para que Dios se lavara los pies, y Dios descansó debajo de un árbol frente a la tienda de Abraham.

Son muy pocos los cristianos que concebirían que Dios pudiera venir en forma de hombre mortal, descansar a la sombra de un árbol, y lavar Sus pies con el agua que le trajo un hombre. ¿Qué cree usted que es más agradable, que Dios se siente sobre Su trono y ordene que nos inclinemos ante El y lo adoremos, o que se siente debajo de un árbol y se lave los pies? Antes de que los pies del Señor Jesús fuesen lavados por las lágrimas de una mujer en la casa de Simón (Lc. 7:38, 44), los pies de Dios fueron lavados frente a la tienda de Abraham. Mientras Jesús estaba en la casa de Simón y le lavaban los pies y lo ungían, los sacerdotes judíos adoraban a Dios en el templo. ¿Dónde estaba Dios en aquel momento, en el templo de Jerusalén o en la casa de Simón? Del mismo modo, ¿dónde estaba Dios en Génesis 18, sentado en Su trono esperando que Abraham lo adorara, o lavándose los pies debajo de un árbol en frente de la tienda de Abraham? ¡Cuán maravilloso es el hecho de que El haya venido en forma de hombre mortal y se haya lavado los pies frente a la tienda de Abraham! ¿Dónde está el Dios que usted experimenta? ¿Está sentado sobre un trono en los cielos o lavándose los pies junto a la tienda de usted? ¿Prefiere usted que su Dios esté sentado en el trono, esperando que usted le diga: “Santo, santo, santo”, o prefiere que esté sentado a la entrada de su tienda? Dios se presentó a Abraham al nivel de éste y con forma humana. Por haber venido de esta manera, El y Abraham podían ser amigos. Este capítulo no presenta ninguna adoración religiosa ni ningún temor; sólo contiene una dulce intimidad. ¡Cuán maravilloso! ¿Quién es su Dios hoy? ¿Es El solamente el Dios de gloria, el Dios Altísimo y El-Shaddai, o el que tiene la forma de hombre mortal, como usted y yo?

No estoy diciendo que Dios se haya hecho un hombre mortal en Génesis 18, pues sólo tenía la forma de hombre mortal. Uno de los tres hombres que aparecieron a Abraham en Génesis 18 era Jehová Dios. El versículo 13 menciona a “Jehová”. ¡Jehová fue el que se presentó a Abraham en forma humana!

Cuando leí Génesis 18 hace años, me inquietó. En este capítulo, Abraham ciertamente vio al Señor, pero el Nuevo Testamento dice que ningún hombre ha visto jamás a Dios (Jn. 1:18). Abraham no vio a Dios en Su forma divina, sino en una forma humana. Dios se le apareció como hombre. Pasó lo mismo cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra. La gente no vio a Dios en Su forma divina; ellos vieron a Dios en el hombre Jesús. Primero, Dios se apareció a Abraham en Su gloria divina. Luego vino en Su posición de Altísimo y como El-Shaddai, el Todopoderoso que lo suministra todo y que está provisto de una ubre. Finalmente, El vino en forma de hombre. Abraham no vio la forma de Dios sino la forma humana. El vio tres hombres mortales, y al principio ni siquiera se dio cuenta de que uno de ellos era Jehová.

A Dios le gusta aparecérsenos de esta forma. El no viene en forma de Dios sino en forma humana, sin declarar que El es Jehová Dios. Dios habló con Abraham como un hombre habla con otro. Le preguntó a Abraham: “¿Dónde está Sara tu mujer?”. Tal vez eso haya sorprendido a Abraham y haya pensado: “¡Este hombre conoce a mi esposa! ¿Cómo es posible? ¿Acaso no es un desconocido?”. Entonces el Señor dijo: “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida...” (v. 10). Abraham pudo haber dicho: “¿Quién eres Tú? Debes de ser el propio El-Shaddai, el que me prometió el nacimiento de Isaac” (17:19, 21). Probablemente Abraham todavía tenía dudas al respecto hasta que Dios dijo: “Sara tu mujer tendrá un hijo”. Sara se rió cuando escuchó aquello. Ningún ser humano habría podido saber que Sara se estaba riendo en silencio, pero el Señor dijo: “¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?” (v. 13). En ese momento, el Señor le reveló claramente a Abraham que El era Jehová Dios al decir. “¿Hay para Dios [Jehová] alguna cosa difícil?”. Cuando Sara lo negó, El dijo: “No es así, sino que te has reído” (v. 15), lo cual indicaba que El era el Dios omnisciente, Aquel que todo lo sabe, aun lo que está en el corazón del hombre. Entonces, Abraham entendió perfectamente que este hombre era Jehová el Todopoderoso, El-Shaddai. Del mismo modo, los discípulos de Jesús llegaron gradualmente a saber que el hombre Jesús era Dios.

Todos debemos experimentar a Dios de esta manera. No deberíamos practicar una forma religiosa de reunirnos con Dios, diciendo: “Es hora de ir a adorar a Dios. Debo vestirme, peinarme, y entrar con reverencia en la catedral donde estaré con Dios”. Si hacemos eso, Dios probablemente no se nos aparecerá. Con frecuencia Dios viene a nosotros mientras estamos sentados a la entrada de nuestra tienda. Quizás no estemos listos para adorar a Dios, pero sí podemos decirle a alguien que se acerca a nosotros que se quede. Finalmente nos enteramos de que es Dios. ¿Ha tenido usted esa clase de experiencia? Según la religión, Dios visita a la gente en una catedral o en una capilla. Pero Dios muchas veces nos visita normalmente, de una manera extraordinaria para la religión. Me agrada el Dios que se le apareció a Abraham en forma de hombre mortal a la entrada de su tienda. Muchas hermanas han experimentado que al guisar en su cocina o al lavar la ropa, el Señor se presenta a ellas de una manera muy íntima y humana, y pasan un rato de agradable comunión con el Señor, conversando con El como con un amigo. Muchos hermanos han experimentado lo mismo. Mientras están trabajando o descansando en casa, el Señor se les presenta como un amigo querido, y tienen una conversación íntima con El. Es así como experimentamos al Señor que viene a visitarnos en nuestro nivel humano a fin de que tengamos comunión con El como con un amigo íntimo.

¿En cuál de las cuatro secciones de la experiencia de Abraham se encuentra usted? ¿Experimenta usted a Dios como el Dios de gloria, como el Dios Altísimo, como El-Shaddai, o como Aquel que tiene forma de hombre mortal? ¿Vive usted en comunión íntima con Dios en un nivel humano? ¡Cuán grata es la visita que nos brinda Dios, no con Su gloria divina ni en Su posición elevada sino en forma de hombre mortal!


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