Información del libro

Estudio-vida de Isaíaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6375-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 54 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE ISAÍAS

MENSAJE SEIS

LA SALVACIÓN DE JEHOVÁ
PARA SU AMADO PUEBLO Y PARA LAS NACIONES

(4)

LA VISIÓN DE CRISTO EN GLORIA
Y
LA COMISIÓN DADA POR CRISTO A ISAÍAS
DE ADVERTIR A SU PUEBLO

Lectura bíblica: Is. 6:1-13; Mt. 13:14-15; Jn. 12:40-41; Mt. 23:37-38; 24:2; Hch. 28:25-27

Los capítulos del 6 al 8, además de los capítulos 9 y 11, forman un grupo de capítulos en la profecía de Isaías que revelan a Cristo al máximo. En este mensaje consideraremos la revelación de Cristo presentada en el capítulo 6.

I. LA VISIÓN DE CRISTO EN GLORIA

En 6:1-7 se nos presenta una visión de Cristo en gloria.

A. Pese a las rebeliones, iniquidades
y corrupción de Israel,
Cristo todavía está sentado
sobre un trono alto y sublime en gloria

Pese a las rebeliones, iniquidades y corrupción de Israel, Su pueblo amado y escogido, Cristo todavía está sentado sobre un trono alto y sublime en gloria (v. 1-4). Estos versículos indican que sin importar cuál sea la situación en la tierra e independientemente de la corrupción y degradación imperante entre el pueblo de Dios, Cristo todavía está sentado en el trono en Su gloria.

Cuando Isaías observó la situación que imperaba entre los hijos de Israel, él se desilusionó. Por este motivo, en los primeros cinco capítulos de su profecía, él tenía muy pocas cosas buenas que decir sobre los hijos de Israel. Fue entonces que el Señor lo llevó a ver una visión que le permitiera contemplar al Señor de gloria sentado en el trono (v. 1). Era como si el Señor le dijera a Isaías: “No mires hacia abajo para considerar la situación. Si miras hacia abajo, te desilusionarás. Mira hacia arriba para verme a Mí. Yo continúo aquí. Tal vez allá no haya nada bueno, pero todo lo bueno está aquí. Yo soy lo único bueno en el universo. Mírame a Mí”.

Al inicio de su vida de iglesia, quizás usted haya experimentado una especie de “luna de miel”; pero después de un período de tiempo, es posible que lo que era tan dulce para usted se haya convertido en algo amargo como el vinagre. Entonces, en lugar de una “luna de miel” usted tendrá una “luna de vinagre”. En su desilusión con respecto a la vida de iglesia, tal vez usted llegue a pensar que sería mejor si usted se mudara a otra localidad. Sin embargo, les puedo asegurar que no podrán encontrar una iglesia en la cual se experimente una luna de miel continua. En toda iglesia hay siempre algo de vinagre. Por tanto, en la vida de iglesia debemos aprender a no mirar hacia abajo para considerar la situación, sino mirar hacia arriba para ver a Cristo. No debiéramos fijar nuestra mirada en nada ni nadie que no sea el propio Cristo. El Cristo a quien miramos ya no está en la cruz; hoy en día Cristo está en el trono.

1. La gente ha caído, pero Cristo y Su trono
permanecen inalterables en Su gloria

La gente ha caído, pero Cristo y Su trono permanecen inalterables en Su gloria (v. 1a). En esta tierra todo cambia y fluctúa, pero Cristo, hoy y siempre, permanece el mismo (He. 13:8).

2. La orla del manto de Cristo
todavía llena el templo

La orla del manto de Cristo todavía llena el templo (Is. 6:1b). El largo manto de Cristo representa el esplendor de Cristo en Sus virtudes. Mientras que la gloria se refiere principalmente a Dios, el esplendor se refiere principalmente al hombre. El esplendor de Cristo en Sus virtudes se manifiesta principalmente en Su humanidad y a través de la misma.

Tal vez nosotros anhelemos ir al cielo para contemplar la gloria de Cristo en Su divinidad, pero en la visión de Isaías este Cristo en gloria está lleno de esplendor en Sus virtudes humanas. Cuando vemos a Cristo en Su gloria, le vemos principalmente en Su humanidad, en la cual abundan las virtudes. Todas las virtudes de Cristo son brillantes y resplandecientes, y este resplandor es Su esplendor. La gloria de Cristo radica en Su divinidad, y Su esplendor radica en Su humanidad.

3. Los serafines dan voces el uno al otro,
alabando a Cristo en Su santidad

Los serafines daban voces el uno al otro diciendo: “Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos” (vs. 2-3a). Ésta fue una alabanza hecha a Cristo en Su santidad.


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