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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE ONCE

LA PROPAGACION EN JERUSALEN,
JUDEA Y SAMARIA MEDIANTE EL MINISTERIO
DE LA COMPAÑIA DE PEDRO

(6)

Lectura bíblica: Hch. 2:14-47

LA PROPAGACION DE CRISTO
Y DE LA VIDA DE IGLESIA

En 2:22-36 Pedro testifica del hombre Jesús, Su obra, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión. En el versículo 36 Pedro declara: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. Jesús fue hecho el Señor para poseerlo todo, y fue hecho el Cristo para llevar a cabo la comisión de Dios. Como Dios, el Señor Jesús ya era Señor, y por tanto, no necesitaba ser hecho Señor. No obstante, en Su ascensión, El, como hombre, Dios lo hizo Señor de todos. Esto con el proposito de que El poseyera todas las cosas, incluyéndonos a nosotros.

El Señor Jesús era también Cristo, aun desde la eternidad. Además, El nació como el Cristo (Lc. 2:11), pero en Su ascensión, El fue hecho oficialmente el Cristo de Dios. Esto significa que al ascender, Dios le dio oficialmente este papel. Dios ya lo había designado, pero en la ascensión lo invistió con el oficio del Cristo para que llevara a cabo la comisión divina. Espero a todos nos impresione el hecho de que en 2:36, “Señor” se refiere a que El lo posee todo, y que “Cristo” se refiere a la comisión que lleva a cabo.

El relato de 2:14-47 recalca lo que Pedro habló acerca de Cristo. Pedro habló de El y lo proclamó. Esta es la primera vez que los creyentes hablaron de Cristo. En su mensaje, Pedro presenta al hombre Jesús y testifica de El, de Su obra, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión.

En los capítulos del dos al cinco, Pedro no se refiere a Cristo como Hijo de Dios; él no hace hincapié en este hecho, sino que subraya que el Señor Jesús es un hombre. Esto se debe a que los judíos crucificaron a Cristo como hombre, y que lo consideraron un hombre despreciado, un nazareno, una persona de baja condición. Por tanto, Pedro declaró que esta persona, considerada por los judíos como un nazareno insignificante, fue aprobado por Dios en todo lo que hizo.

Como veremos, la predicación de Pedro propagó a Cristo. En el día de Pentecostés tres mil almas fueron salvas. Esta propagación fue el resultado de que Pedro predicara a Cristo. Así vemos que proclamar a Cristo ciertamente lo propaga en los que creen en El. Además, los creyentes como propagación de Cristo, llegan a ser la iglesia. Por consiguiente, en el capítulo dos, vemos que la predicación de Cristo produjo la iglesia en Jerusalén. Por tanto, en este capítulo tenemos la propagación de Cristo y también de la vida de iglesia.

INSTRUYE Y RUEGA
A LOS QUE FUERON CONMOVIDOS POR EL ESPIRITU

Acerca del arrepentimiento

Después de hablar del Señor Jesús, Su obra, Su muerte, Su resurrección y Su ascensión, Pedro instruyó y rogó a los que fueron conmovidos por el Espíritu, a que se arrepintieran, se bautizaran y fueran salvos (vs. 37-41). Leamos Hechos 2:37-38: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Pedro primero le pide al pueblo que se arrepintiera. Arrepentirse es experimentar un cambio en la manera de pensar que lo lleva a uno a sentir remordimiento, o sea, a cambiar de propósito. La palabra griega traducida arrepentirse significa literalmente cambiar de modo de pensar. Arrepentirse es tener tal cambio, sintiendo pesar por el pasado y tomando un nuevo camino para el futuro. Por un lado, arrepentirnos ante Dios es arrepentirnos no sólo de nuestros pecados y errores, sino también del mundo y su corrupción, los cuales usurpan y corrompen a los hombres que Dios creó para Sí mismo, y también es arrepentirnos de habernos olvidado de Dios. Por otro lado, es volvernos a Dios completamente y en todo aspecto para el cumplimiento del propósito que El tenía al crear al hombre. Por consiguiente, es un “arrepentimiento para con Dios” (20:21).


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