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Estudio-vida de Levíticopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6571-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 53 de 64 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LEVÍTICO

MENSAJE CINCUENTA Y TRES

LAS FIESTAS

(2)

Lectura bíblica: Lv. 23:15-22

En este mensaje llegamos a la cuarta fiesta, la Fiesta de Pentecostés. Esta fiesta pertenece al primer grupo de fiestas, que incluye la Fiesta de la Pascua, la Fiesta de los Panes sin Levadura, la Fiesta de las Primicias y la Fiesta de Pentecostés.

Estas cuatro fiestas se pueden aplicar tanto a la historia como a nuestra experiencia. La Pascua se celebraba en el día catorce del primer mes del año judío. En ese día, Jesucristo fue sacrificado como nuestra Pascua. Mientras que la Pascua del Antiguo Testamento era un tipo, Cristo es para nosotros la verdadera Pascua. Él es la realidad de la Pascua, el cumplimiento histórico del tipo de la Pascua. A la Fiesta de la Pascua le seguían la Fiesta de los Panes sin Levadura y la Fiesta de las Primicias. La resurrección de Cristo fue el cumplimiento de la Fiesta de las Primicias y es la realidad de esta fiesta. Luego, a la Fiesta de las Primicias le seguía la Fiesta de Pentecostés.

Estos hechos históricos pueden ser aplicados a nosotros en nuestra experiencia conforme a la historia de Cristo. En otras palabras, lo que Cristo realizó y logró en Su historia puede llegar a ser nuestra experiencia. Por esta razón, el primer grupo de fiestas se puede aplicar de dos maneras: a la historia de Cristo y a nuestra experiencia cristiana.

Cuando fuimos salvos, experimentamos la Fiesta de la Pascua. Debido a que Cristo fue inmolado por nosotros, Dios pudo pasar por encima de nosotros. De esta manera, disfrutamos la realidad de la Pascua. Lo que los judíos disfrutaron en Egipto era simplemente un tipo; lo que nosotros disfrutamos es la realidad. Esto no sólo tiene que ver con la historia de Cristo, sino también con nuestra experiencia.

Después de experimentar la Fiesta de la Pascua, comenzamos a disfrutar a Cristo como nuestro pan sin levadura y a llevar una vida sin levadura. Cristo no tiene levadura alguna, no tiene pecado. En Él no hay pecado. Nosotros podemos llevar tal vida al ser abastecidos y sustentados por Él.

En nuestra experiencia, también disfrutamos a Cristo como la Fiesta de las Primicias. Cristo, Aquel que resucitó, ahora vive dentro de nosotros. Cristo no sólo es Aquel que no tiene levadura, sino también Aquel que murió y volvió a vivir y que vive para siempre. Él vive dentro de nosotros como las primicias que podemos disfrutar diariamente.

La cuarta fiesta, la Fiesta de Pentecostés, o la Fiesta de las Semanas, se celebró siete semanas después de la resurrección de Cristo. El tiempo transcurrido entre la resurrección de Cristo y el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado desde los cielos por el Cristo ascendido, fue de cincuenta días. Pentecostés significa cincuenta días. La resurrección de Cristo sucedió el primer día de la semana. A este día también se le puede considerar el octavo día. Luego, si contamos siete semanas a partir de ese día, llegamos al quincuagésimo día, que también era primer día de la semana y octavo día. Por tanto, Cristo resucitó el primer día de la semana, y el día de Pentecostés también cayó en el primer día de la semana.

Después de Su resurrección, el Señor Jesús apareció a Sus discípulos por un período de cuarenta días (Hch. 1:3). Él aparecía y desaparecía ante los discípulos, pero nunca los dejó. El día de Su resurrección, Él apareció ante ellos y, soplando en ellos, se infundió en ellos como Espíritu vivificante (Jn. 20:22); a partir de entonces, Él comenzó a vivir no sólo entre los discípulos, sino también dentro de ellos. La aparición del Señor a los discípulos simplemente significa que Él permitía que ellos vieran Su presencia, pero no significa que Él en algún momento los dejara. El acto de aparecer y desaparecer por parte del Señor era un adiestramiento para los discípulos. Durante esos cuarenta días después de Su resurrección, el Señor Jesús estuvo adiestrando a Sus discípulos a percibir y disfrutar Su presencia invisible. Pese a que Él era invisible, ellos aún podían apreciar y experimentar Su presencia invisible. Hoy en día el Señor Jesús también está con nosotros y en nosotros. No lo podemos ver, pero creemos que Él está con nosotros y en nosotros.

Después de esos cuarenta días, el Señor Jesús ascendió a los cielos y dejó a los discípulos en la tierra. Durante los diez días siguientes, ellos oraron continuamente en unanimidad. Luego, al quincuagésimo día, hubo un gran acontecimiento: la consumación del Dios Triuno fue derramada. Esta consumación es el Espíritu todo-inclusivo, vivificante y compuesto del Dios Triuno procesado. Tal Espíritu —la totalidad del Dios Triuno— fue derramado sobre los ciento veinte discípulos, los cuales representaban el Cuerpo de Cristo.

El Pentecostés es el resultado completo de la resurrección de Cristo, y la resurrección de Cristo es el resultado de Su muerte. Sin muerte no puede haber resurrección. El resultado de la muerte del Señor en la cruz fue Su resurrección, y Su resurrección no sólo tuvo como resultado Su ascensión, sino también Su derramamiento como consumación del Dios Triuno procesado sobre Su Cuerpo. Puesto que esto aconteció el día de Pentecostés, en la Fiesta de Pentecostés se hace manifiesta la economía de Dios de una manera formidable.

Como resultado de lo ocurrido en el día de Pentecostés, comenzó a existir el Cuerpo de Cristo. Antes de ese tiempo, en la economía de Dios sólo estaba Cristo como individuo para cumplir el deseo del corazón de Dios. Pero en el día de Pentecostés llegó a existir el Cuerpo de Cristo para complementar a Cristo, lo cual hace de Él un Cristo corporativo. Ahora Cristo tiene un Cuerpo, y este Cuerpo es Su aumento, Su agrandamiento, Su extensión, incluso Su expansión. Hoy en día nosotros somos parte de esta extensión de Cristo. Cada iglesia local es una pequeña parte de la extensión universal de Cristo, la cual llegó a existir el día de Pentecostés.

Las primeras cuatro fiestas forman un grupo de suma importancia. Esta importancia se debe a que incluyen la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo, la ascensión de Cristo y el derramamiento del Espíritu consumado del Dios Triuno procesado para producir el Cuerpo de Cristo como agrandamiento, aumento, extensión y expansión del ilimitado Cristo individual, quien así llegó a ser el Cristo corporativo y universal.

Históricamente, las cuatro primeras fiestas están todas relacionadas con Cristo. Él es el cumplimiento y la realidad de la Pascua, de los panes sin levadura y de las primicias. En Su forma espiritual, como consumación del Dios Triuno procesado, Cristo es también el cumplimiento y la realidad del Pentecostés. Todos estos eventos históricos han llegado a ser nuestra experiencia. Hemos participado de la Pascua, de los panes sin levadura y de las primicias, y hemos llegado a formar parte del Pentecostés.

El Pentecostés consta de cuarenta y nueve días más el primer día de la semana. Este periodo contiene ocho días que son el primer día de cada semana, el primero de los cuales es el día de la resurrección y el último de los cuales es el quincuagésimo día. Esto indica: de resurrección en resurrección. Aquí todo está en resurrección, pues tenemos la resurrección multiplicada por ocho.

Todos nosotros estamos en resurrección. Fuimos producidos en el primer día de la semana, y ahora nos encontramos en el octavo primer día. Ahora somos parte de la expansión de Cristo, parte de Su aumento, agrandamiento y extensión. Cristo ha dejado de ser simplemente un solo individuo; ahora Él es un Cristo corporativo. Este Cristo corporativo nos incluye a nosotros. La iglesia, por tanto, es Cristo como entidad corporativa.

Debemos ver que estamos ahora en el Pentecostés y que el Pentecostés se compone de la resurrección multiplicada por ocho. Aquí tenemos la expansión de Cristo como entidad corporativa. Esta expansión como agrandamiento, aumento, de Cristo es en realidad la mezcla del Dios Triuno procesado con Su pueblo escogido y redimido. Existe tal mezcla en el universo, una mezcla que es el logro de la economía eterna de Dios y el cumplimiento del deseo eterno de Dios. Tal vez hoy no nos percatemos mucho de esto, pero lo comprenderemos con toda claridad en la Nueva Jerusalén. ¿Sabe usted qué es la Nueva Jerusalén? La Nueva Jerusalén es el verdadero aumento, agrandamiento, expansión y extensión del Cristo todo-inclusivo, inmensurable, inescrutable, que todo lo llena en todo. ¡Alabado sea el Señor porque todos somos parte del agrandamiento de Cristo, producido el día de Pentecostés!


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