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Estudio-vida de Númerospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6614-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 29 de 53 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE NÚMEROS

MENSAJE VEINTINUEVE

SUS JORNADAS

(14)

Lectura bíblica: Nm. 20:2-13, 24; 27:12-14; 1 Co. 10:4, 6

VIII. MÁS FRACASOS

En los capítulos 20 y 21 de Números, los hijos de Israel experimentaron más fracasos. En este mensaje veremos el fracaso narrado en el capítulo 20, un capítulo que nos presenta algunos puntos maravillosos de la revelación divina.

A. Contienden a causa del agua

En 20:2-13 vemos que el pueblo contendió a causa del agua. Mientras los hijos de Israel viajaban por el desierto, la escasez de agua fue un gran problema. El número del pueblo ascendía a más de dos millones, y ellos tenían muchísimo ganado. Encontrar agua para tantas personas y su ganado era un problema serio. Al no haber agua para la asamblea, “se juntaron contra Moisés y Aarón” (v. 2).

1. El pueblo contiende con Moisés
profiriendo palabras malignas

Al contender a causa del agua (20:2-13), el pueblo contendió con Moisés profiriendo palabras malignas. “El pueblo contendió con Moisés y habló, diciendo: ¡Ah, si hubiéramos muerto cuando murieron nuestros hermanos delante de Jehová! ¿Por qué introdujiste a la congregación de Jehová en este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestro ganado? ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este lugar despreciable? No es lugar de grano, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun hay agua para beber” (vs. 3-5). Los que contendían desearon haber muerto en el juicio que Dios trajo en el capítulo 16 antes que vivir en el desierto sin agua. Su forma de hablar aquí era elocuente. Me pregunto por qué fueron elocuentes para hablar, mas no para orar. En lugar de contender con Moisés, ellos debieron haber orado.

2. Moisés y Aarón se van
de delante de la congregación
a la entrada de la Tienda de Reunión
y se postran sobre sus rostros

“Y se fueron Moisés y Aarón de delante de la congregación a la entrada de la Tienda de Reunión, y se postraron sobre sus rostros” (v. 6a). Al no poder hacer frente a aquella situación, Moisés y Aarón acudieron a Dios. Ellos no dijeron nada, sino que simplemente se postraron sobre sus rostros, “y la gloria de Jehová se les apareció” (v. 6b).

3. Jehová manda a Moisés que tome la vara,
y que él y Aarón hablen
a la roca a la vista del pueblo
para que la roca dé su agua

“Habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara y reúne a la asamblea, tú y tu hermano Aarón, y hablad a la roca a la vista de ellos, para que dé su agua. Así sacarás para ellos agua de la roca, y darás de beber a la asamblea y a su ganado” (vs. 7-8). La roca tipifica a Cristo (1 Co. 10:4b), y el agua tipifica al Espíritu (v. 4a).

4. Moisés toma la vara, llama al pueblo rebeldes
y golpea la roca dos veces con su vara,
y sale agua en abundancia

Moisés tomó la vara de delante de Jehová, y él y Aarón reunieron a la congregación delante de la roca (Nm. 20:9-10a), y luego Moisés dijo al pueblo: “Oíd ahora, rebeldes: ¿Haremos salir agua de esta roca para vosotros?” (v. 10b). Después de haber dicho esto, “alzó Moisés su mano y golpeó la roca con su vara dos veces; y salió agua en abundancia, y bebió la asamblea así como su ganado” (v. 11). Moisés erró tanto en palabra como en hechos. No hay duda de que él se enojó con los hijos de Israel, y quizás hasta haya perdido el control. Siempre que nos enojamos y no ejercemos dominio propio, nos es fácil cometer errores. En esos momentos nosotros, al igual que Moisés, podemos hablar o actuar indebidamente.

La Biblia nos dice que Moisés era “muy manso, más que todos los hombres que había sobre la faz de la tierra” (12:3). Como un verdadero hombre de Dios, Moisés se postró sobre su rostro delante de Dios, sin decir nada. Él verdaderamente había aprendido de Dios. Con todo, una persona mansa como él se enojó con los hijos de Israel. Dios le había dicho que tomara la vara y hablara a la roca para que diera su agua. Moisés pudo haber reunido la congregación delante de la roca y haber dicho: “¡Alabado sea el Señor! Él es bueno y lleno de gracia. Él ciertamente cuida de nosotros. Ustedes necesitan agua, y Él nos la dará. Lo único que tenemos que hacer es hablar a la roca, y el agua brotará de ella”. ¡Qué maravilloso habría sido si Moisés hubiese hablado así! Sin embargo, Moisés, en su ira, dijo al pueblo: “Oíd ahora, rebeldes”. Moisés no se atrevió a decirle nada a Dios, pero cuando salió de la presencia de Dios y se dirigió al pueblo, les habló enojado. Luego, con la vara golpeó la roca dos veces. No era necesario que golpeara la roca ni una sola vez, mucho menos dos veces. La roca ya había sido golpeada en Éxodo 17, y esta vez Dios no le dijo a Moisés que la golpeara de nuevo; más bien, Dios le dijo a Moisés simplemente que le hablara a la roca. Pese a que Moisés era un fiel siervo de Dios, en Números 20 él cometió un error que le hizo perder su derecho a entrar en la buena tierra prometida.


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