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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 43 de 79 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE CUARENTA Y TRES

EL SALVADOR-HOMBRE LLEVA A CABO
SU MINISTERIO EN SUS VIRTUDES HUMANAS
CON SUS ATRIBUTOS DIVINOS
DE GALILEA A JERUSALEN

(21)

Lectura bíblica: Lc. 19:1-27

En este mensaje estudiaremos 19:1-27. Esta porción de Lucas abarca dos asuntos: Zaqueo se salva en Jericó (vs. 1-10) y el Señor enseña en cuanto a la fidelidad (vs. 11-27).

LA SALVACION DE ZAQUEO

Un pecador prominente

En Lucas 19:1 y 2 dice: “Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y he aquí había un varón llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, y rico”. Por ser jefe de los recaudadores de impuestos, Zaqueo era un pecador notable. Se enriqueció mediante sus prácticas fraudulentas como recaudador de impuestos.

Zaqueo al confesar al Señor en relación con la restitución y la resolución de su vida pasada, dijo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (v. 8). Podemos considerar la expresión si en algo he defraudado a alguno como un eufemismo, es decir, una manera sutil de referirse a la extorsión. Los recaudadores de impuestos ponían un valor más alto a la propiedad o aumentaban los impuestos a los que no podían pagar y luego cobraban altos intereses. Esta era la manera en que extorsionaban. Ya que Zaqueo deseaba restituir lo apropiado, se refirió a su extorsión. Lo que Zaqueo hizo al restituir cuadruplicado la cantidad que había obtenido fue muy honesto. Aún así se refirió a sus actos de extorsión de manera atenuada. Zaqueo, que se enriqueció por medios fraudulentos, quería ahora restituir lo robado para poner fin su pasado.

Procura ver quién era Jesús

En Lucas 19:3 y 4 dice: “Y procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí”. Aunque Zaqueo subió a un árbol para ver al Señor Jesús, no se nos dice que él vio al Señor Jesús sino que el Señor le vio a él: “Cuando Jesús llegó al lugar, mirando hacia arriba, le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me quede en tu casa” (v. 5). Zaqueo no fue quien vio al Señor, sino el Señor a él. Una vez más vemos el supremo nivel de moral del Salvador-Hombre al salvar a los pecadores. El pecador no hizo nada; el Salvador lo hizo todo, incluso el acto de ver. En el versículo 6 se nos dice que Zaqueo “descendió aprisa, y le recibió gozoso”.

El Salvador-Hombre
posa en la casa de Zaqueo

Ciertamente Zaqueo era una persona marginada. Era sumamente despreciado por la comunidad judía y se le marginaba más que a un leproso. No era bien acogido, especialmente por los fariseos, los hipócritas del rango más alto de la religión judía. A sus ojos él era más inmundo que un leproso. Por consiguiente, ante una gran multitud, el Señor le dijo: “Hoy es necesario que me quede en tu casa”. ¡Qué gran sorpresa le fue esto a Zaqueo y a toda la multitud! Esto debió haber sacudido a la ciudad de Jericó. El versículo 7 dice: “Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha entrado a posar con un hombre pecador”.

El resultado espontáneo del poder dinámico
de la obra salvadora del Señor

En los versículos del 1 al 7 no se nos dice que el Señor haya hablado mucho con Zaqueo. Sin embargo, Zaqueo, respondió de modo categórico al reconocer al Salvador como su Señor. “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (v. 8). Zaqueo pudo decir estas palabras aunque él no había oído lo que el Salvador-Hombre enseñó en cuanto a los bienes materiales.

En camino de Galilea a Jerusalén, el Salvador habló varias veces de los bienes materiales. La primera vez fue en el capítulo doce cuando alguien de entre las multitudes le pidió decir a su hermano que dividiera la herencia. El les dijo: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de sus bienes” (12:15). Luego, en 14:33 el Salvador añadió: “Así, pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser Mi discípulo”. En el capítulo dieciséis habló a los discípulos de las riquezas de injusticia y luego amonestó a los ricos. En el capítulo diecisiete habló de los bienes materiales en relación con el arrebatamiento de los vencedores: “En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva a las cosas que dejó atrás” (v. 31). Después de esto, en 18:22 le dijo al hombre rico: “Vende todo lo que tienes, y repártelo a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme”. En todos estos casos vemos que el Salvador-Hombre habló repetidamente refiriéndose a los bienes materiales. Zaqueo, por supuesto, no oyó nada de esto. Sin embargo, respondiendo a las palabras del Señor, dijo que daría la mitad de sus bienes a los pobres.

En el versículo 8 vimos que Zaqueo dijo al Señor: “Y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”. Lo que Zaqueo hizo aquí concuerda con los requisitos de la ley en cuanto a la restitución (Ex. 22:1; 2 S. 12:6). Este fue el resultado espontáneo del poder dinámico de la obra salvadora del Señor.

En el caso de la salvación de Zaqueo en Jericó, vemos que la obra salvadora del Señor es en realidad, el Señor mismo. En el versículo 5 El dice: “Hoy es necesario que me quede en tu casa”. Pero en el versículo 9 dice a Zaqueo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”. Cuando juntamos estos dos versículos, vemos que El es la “salvación” mencionada en el versículo 9. Esto indica que la salvación es en realidad el Señor mismo. Cuando El viene, la salvación viene. Dondequiera que El pose, ahí posa la salvación.


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