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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 20 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE LA PRIMERA
EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE VEINTE

EL ESPIRITU DEL HOMBRE SABE
LAS COSAS DEL HOMBRE Y EL
ESPIRITU DE DIOS SABE LAS COSAS DE DIOS

(2)

Lectura bíblica: 1 Co. 1:9-12, 17-31; 2:1-16

NEGLIGENCIA PARA CON LOS DOS ESPIRITUS

En 2:11 Pablo dice: “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. Si queremos saber las cosas del hombre y las de Dios, requerimos dos espíritus, el humano y el divino. Los creyentes de Corinto descuidaron estos dos espíritus, y por ende, no conocieron ni la cosas del hombre ni las de Dios. En el capítulo dos Pablo parecía decirles: “Corintios, en lugar de confiar en su mente filosófica, ejerciten su espíritu; no empleen su alma ni su carne. Si ejercitan su espíritu y dependen del Espíritu de Dios, conocerán su condición, su situación, su posición, su necesidad y su destino. Nadie conoce estas cosas del hombre sino el espíritu del hombre. Ustedes han errado al no ejercitar su espíritu y en lugar de ello usar su mente filosófica. No saben las cosas del hombre ni se conocen ustedes mismos. Debido a esto, no se dan cuenta cuán deplorable es su condición. Les insto a que ejerciten el espíritu así como yo. Yo ejercito mi espíritu y por eso conozco las cosas relacionadas con ustedes. Conozco su posición, su condición y sus circunstancias”. No hay duda de que Pablo estaba en su espíritu al dirigirse a los creyentes de Corinto.

En 4:21 Pablo dijo algo que muestra claramente que él estaba en el espíritu cuando le escribe a los creyentes de Corinto. El pregunta: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” Pablo era una persona que siempre estaba en su espíritu, y él podía ir a Corinto ya sea con vara o con espíritu de mansedumbre. Puesto que éste era el caso, él podía decir: “Mi espíritu me da a conocer las cosas que les conciernen. Al ejercitar mi espíritu, me doy cuenta de que ustedes abandonaron la posición que tienen en Cristo, pasaron por alto su destino y descuidaron las bendiciones que tienen en Cristo. En lugar de ejercitar su espíritu, exaltan la filosofía y la sabiduría, y eligen según su predilección. Pero no están conscientes de esto porque no ejercitan el espíritu. Olvídense de su mentalidad griega y usen su espíritu regenerado. Entonces sabrán las cosas del hombre, las cosas que les competen a ustedes”.

Pablo también estaba consciente de que los creyentes corintios confiaban más en la sabiduría filosófica que en el Espíritu de Dios. En el capítulo dos parece decirles: “Cuando fui a ustedes, no confié en mi sabiduría. Pese a que había recibido una excelente educación, al estar con ustedes me propuse no saber nada, sino a Cristo y a éste crucificado. Ejercité mi espíritu, y puse mi confianza en el Espíritu de Dios. Así, cuando estuve entre ustedes, me conduje en el espíritu mezclado. Por estar en el espíritu, conozco las cosas de ustedes y también las de Dios. Conozco a Cristo como sabiduría y poder de Dios. Incluso sé que lo débil de Dios es más fuerte que el poder del hombre, y que lo insensato de Dios es más sabio que la sabiduría del hombre. Conozco las cosas de Dios en mi espíritu, el cual está mezclado con el Espíritu de Dios. Dios me reveló incluso las profundidades divinas. No sólo conozco las cosas que Dios hizo y sigue haciendo, sino también las profundidades del propio Dios, las profundidades de Su ser. Esto que yo hago, no lo pueden hacer ustedes porque no dependen de los dos espíritus; el espíritu humano y el Espíritu de Dios”. Hoy muchos son los cristianos que pasan por alto los dos espíritus.

La mayoría de los creyentes creen en la doctrina de la dicotomía, la creencia de que el hombre se compone de dos partes principales, el alma y el cuerpo. Según esta perspectiva, el espíritu del hombre y su alma son idénticos. Los que enseñan la dicotomía incluso afirman que el espíritu, el alma, el corazón y la mente son sinónimos. Dicen que el espíritu es el alma, el alma es el corazón y el corazón es la mente.

En 1954 conversé con un misionero estadounidense que creía en la dicotomía. Al final de la conferencia que celebrábamos en Hong Kong, me dijo que apreció mucho la conferencia, pero que no estaba de acuerdo con la enseñanza de que el espíritu humano fuera diferente del alma. El afirmaba que el espíritu y el alma son idénticos. Lo remití a 1 Tesalonisenses 5:23, donde Pablo habla del espíritu y del alma y del cuerpo, usando a propósito dos conjunciones. Le pregunté que, con base en este versículo, cómo podía insistir en que el alma y el espíritu fueran sinónimos. Con todo y esto siguió aferrado a la perspectiva de que el alma y el espíritu son iguales.


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