Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 47 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CUARENTA Y SIETE

LA PELEA CONTINUA CONTRA AMALEC

Lectura Bíblica: Ex. 17:9-16; 1 S. 15:1-33; Ro. 8:7-8, 13; Gá. 5:17, 24

Los capítulos del uno al diecisiete de Exodo forman una sección. En ésta, vemos un cuadro completo de la salvación de Dios, un cuadro que incluye la terminación con el mundo y la carne. El pueblo escogido de Dios se encontraba en cautiverio en Egipto, el cual representa al mundo. Luego Dios vino y terminó al mundo, para cumplir la redención, y liberar a Su pueblo, del mundo. Después de eso, ellos disfrutaron del suministro del maná celestial y del agua viva. Entonces, en Exodo 17, Dios venció a Amalec, es decir, a la carne.

Si vemos el panorama de los diecisiete primeros capítulos de Exodo, veremos un cuadro de la salvación de Dios que empieza con la destrucción del mundo y concluye con el aniquilamiento de la carne. Este cuadro nos permite tomar conciencia de que como el pueblo escogido de Dios, antes estábamos bajo la tiranía del mundo. Pero después de ser redimidos, salvos y liberados, empezamos a disfrutar la provisión divina del maná y del agua viva. No obstante, tenemos que enfrentar a un enemigo muy subjetivo: la carne. Este enemigo busca perturbarnos, ocuparnos y aun destruirnos.

La siguiente sección del libro, desde el capítulo dieciocho hasta el cuarenta, constituye una sección larga relacionada con el reino. Esto indica que después de ser liberados del mundo, de haber disfrutado de la provisión divina, y de haber aniquilado la carne, estaremos en el reino. ¡Qué buena noticia es ésta! Quizá usted jamás se haya dado cuenta de que estos capítulos están relacionados con el reino y sólo se haya dado cuenta de que estos capítulos cubren la construcción del tabernáculo como morada de Dios. Es crucial ver que fuera del reino, la casa de Dios no puede llegar a existir. Nosotros estaremos en el reino sólo cuando venzamos al enemigo, al mundo y aniquilemos completamente la carne. En el reino, podemos construir el tabernáculo como morada de Dios. El principio es el mismo con la construcción del templo. Después de que David peleó la batalla contra los enemigos y consiguió la victoria, Salomón disfrutó del reino. En este disfrute, el reino fue construido. En la segunda sección de Exodo, de los capítulos dieciocho al cuarenta, vemos que el pueblo redimido de Dios estaba en el disfrute del reino. Al ser liberados del mundo y después de aniquilar la carne, pudieron construir el tabernáculo como morada de Dios.

Según el Nuevo Testamento, el diablo, el mundo y la carne son llamados enemigos de Dios (Mt. 13:25, 39; Ro. 8:7-8; Jc. 4:4). En Exodo, Satanás es representado por Faraón, el mundo por Egipto, y la carne por Amalec. Después de la derrota de estos tres enemigos, viene el reino de Dios.

I. AMALEC: LA CARNE
LLENA DE ENEMISTAD CONTRA DIOS

En el Antiguo Testamento, el enemigo que más se menciona es Amalec, porque él tipifica la carne, la cual es el último enemigo del reino de Dios. La carne es lo que impide que la iglesia sea edificada apropiadamente. Mientras la carne cause problemas, el reino no podrá venir. El reino viene sólo después de que la carne ha sido aniquilada. Por el bien de la vida de iglesia, debemos aniquilar nuestra carne. Si ésta no es aniquilada, no puede haber reino de Dios. Entonces sin el reinado de Cristo, es decir, Su autoridad como cabeza, el Cuerpo no puede ser edificado. Esta es la razón por la cual durante los últimos diecinueve siglos, se ha producido muy poca edificación de la iglesia. Las confusiones y divisiones entre los cristianos contemporáneos se deben primeramente a la carne, a Amalec. Entre los cristianos, Amalec prevalece. Por esta razón, no tenemos el reino de Dios de una manera práctica. Sin el reino, no puede haber edificación. En la gran mayoría de los cristianos, no se puede hablar ni siquiera de la edificación de la iglesia.

Le damos gracias al Señor porque en Su misericordia y gracia, nosotros en Su recobro hemos aprendido algo acerca de la importancia de aniquilar la carne. La carne sigue causando problemas, pero no permitimos que nuestra carne no tenga restricciones. Simplemente no tenemos la valentía de permanecer en la carne. No obstante, muchos cristianos sienten mucho valor al estar en la carne. ¡Cuán fuerte es Amalec hoy en día! Puesto que Amalec prevalece, no hay ni reino ni edificación.

En sus escritos, Pablo habla exhaustivamente de la carne. El usa ciertas expresiones que muestran que la carne es enemistad contra Dios. Por ejemplo, en Romanos 8:7, él dice que “la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede”. La carne es fea por la simple razón de que no se somete a la ley de Dios. Desde el punto de vista de Dios, la carne no tiene ley. La falta de ley prevalece entre los cristianos contemporáneos. La carne no tiene ley por eso no se somete a Dios.

En 8:8, Pablo continúa y declara: “Y los que están en la carne no pueden agradar a Dios”. La carne no se somete a la ley de Dios, no puede someterse a la ley de Dios, ni puede agradar a Dios. Por consiguiente, a los ojos de Dios, no hay ningún lugar para la carne. Esta debe ser aniquilada.

La carne denota la totalidad del viejo hombre caído. Por consiguiente, la carne no se refiere simplemente a una parte de nuestro ser, sino a todo nuestro ser caído. Según Romanos 6:6, el viejo hombre ha sido crucificado juntamente con Cristo. Puesto que el viejo hombre no tiene esperanza, Dios lo puso en la cruz y lo crucificó juntamente con Cristo. Como veremos, debemos cooperar con Dios en lo que El ha hecho al crucificar la carne (Gá. 5:24). El destino de la carne es morir. Sin importar lo que nosotros pensemos de la carne, para Dios ésta es rebelde y menospreciada. Por esta razón, Dios erradicó el nombre de Amalec.


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