Información del libro

Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 69 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE SESENTA Y NUEVE

LA FUNCIÓN QUE CUMPLE LA LEY DE VIDA

En el tabernáculo podemos ver una descripción muy clara de la unción y de la ley de vida. La unción estaba sobre el tabernáculo porque el tabernáculo mismo y todo lo que en él se encontraba se ungía con aceite (Éx. 40:9). Como hemos visto, el elemento que se encontraba en lo más profundo del tabernáculo era las tablas de la ley, el testimonio de la ley. Este cuadro nos muestra que la unción se encontraba fuera del tabernáculo, mientras que la ley de vida estaba dentro del tabernáculo. En el Antiguo Testamento la unción se aplicaba antes de que un objeto o una persona pudiera empezar a cumplir su función. Por ejemplo, en el atrio estaba el altar del holocausto; sin embargo, mientras éste no fuera ungido, no se lo podía usar. De la misma manera, aunque el tabernáculo ya había sido erigido, no podía cumplir su función ni se podía llevar a cabo ninguna actividad en él hasta que no fuera ungido. Esto nos muestra que la unción no está relacionada con la vida ni la naturaleza, sino con el hecho de inaugurar algo para su función. Cada vez que usted es ungido, es investido para comenzar a ejercer su función.

La ley, en cambio, no era aplicada sobre el tabernáculo, sino que era puesta en lo más profundo de éste. En medio del pueblo de Dios, es decir, en medio de los hijos de Israel, se encontraba el tabernáculo, el cual estaba cercado por una pared de cortinas de lino. En el interior del tabernáculo estaba el Lugar Santo, y más adentro estaba el Lugar Santísimo, dentro del cual estaba el Arca que contenía el “corazón” del universo, donde Dios mismo moraba. En la antigüedad, Dios no le exigió a Su pueblo que laborara ni que realizara ciertas actividades; en lugar de ello, lo único que le pidió fue que viviera y anduviera conforme a la ley. Si alguien quebrantaba la ley, no estaba bien con Dios. Dios era el Dios de los hijos de Israel en virtud de la ley, y ellos eran Su pueblo también en virtud de dicha ley.

En el Nuevo Testamento la unción se menciona en varias ocasiones. Por ejemplo, en Lucas 4:18 el Señor Jesús dijo que Él había sido ungido para anunciar el evangelio, y en Hebreos 1:9 se nos dice que el Señor fue ungido con óleo de júbilo. El apóstol Juan también habla de la unción en repetidas ocasiones (Jn. 9:6; 1 Jn. 2:20, 27). Asimismo, el Nuevo Testamento menciona la ley interna de vida, la cual procede de la naturaleza de Dios. En el Nuevo Testamento se menciona la vida divina en más de cien ocasiones. Esta vida divina ha sido impartida en nuestro ser. La mayoría de los cristianos dan mucha importancia a la unción externa, pero pasan por alto la ley interna de vida. Muchos de los que participan en el llamado movimiento pentecostal, hablan acerca de la unción. Aunque es probable que experimenten la unción que es aplicada sobre el tabernáculo, no se acercan al interior del Arca que está en el Lugar Santísimo, ni experimentan las tablas de la ley.

Es imprescindible que nuestros ojos sean abiertos para que veamos que el recobro del Señor no tiene tanto que ver con la unción como con la ley de vida. En el Nuevo Testamento la unción se menciona menos de veinte veces, mientras que la vida se menciona en más de cien ocasiones. Muchos cristianos están familiarizados con versículos tales como Gálatas 2:20 que dice: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”, y Gálatas 4:19, que dice: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Aunque muchos cristianos conocen muy bien estos versículos, no les prestan la debida atención. Por el contrario, los cristianos pentecostales centran toda su atención en la manifestación de los dones. En cambio, el Señor en Su recobro una y otra vez nos hace volver de lo externo a lo interno.

DEBEMOS TENER CONTACTO CON CRISTO MISMO

Pese a que ya somos salvos y estamos en la vida de iglesia, muchos de nosotros aún permanecemos en el “atrio” de la iglesia. Inclusive es posible que algunos ni siquiera estén en el atrio sino fuera de él, en la calle. Otros, en cambio, han avanzado más allá del atrio; han pasado por el altar y el lavacro, y se encuentran en el Lugar Santo, disfrutando a Cristo como los panes de la proposición y el candelero, es decir, como el suministro de vida y la luz de vida. Gracias al Señor, muchos de nosotros disfrutamos a Cristo de esta manera. Sin embargo, esto es solamente el Lugar Santo. Debemos, por tanto, avanzar aún más y entrar al Lugar Santísimo. Es en el Lugar Santísimo donde tenemos contacto con el Arca, que es Cristo mismo. El maná escondido, la vara que reverdeció y la ley de vida, se hayan en Cristo. ¡Cuánto necesitamos tener contacto directo con Cristo! Cristo está hoy en el Lugar Santísimo. El Lugar Santísimo nos habla del hecho de que nuestro espíritu se encuentra unido con el cielo, ya que la Persona misma de Cristo es la escalera que une la tierra con el cielo y trae el cielo a la tierra (Jn. 1:51). Por tanto, si continuamente tenemos contacto con Cristo en nuestro espíritu, le disfrutaremos como el maná escondido y como la vara que reverdeció. Entonces nuestra vida y andar cotidiano no será conforme a ninguna enseñanza, obra, actividad o movimiento, sino de acuerdo con la ley de vida, con la función de la naturaleza del Dios Triuno. La naturaleza de Dios está ahora actuando y operando en nosotros, añadiendo más del elemento de Cristo a nuestro ser, a fin de transformarnos y producir los muchos hijos que Dios desea.


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