Información del libro

Estudio-vida de 1 y 2 Pedropor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2858-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 26 de 47 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 1 PEDRO

MENSAJE VEINTISÉIS

LA VIDA CRISTIANA Y SUS SUFRIMIENTOS

(8)

Lectura bíblica: 1 P. 4:1-4

ARMARSE DEL SENTIR DE CRISTO

En los versículos del 1 al 6 del capítulo 4, Pedro aborda el tema según el cual los creyentes deben armarse del sentir de Cristo con respecto al sufrimiento. El versículo 1 dice: “Puesto que Cristo ha padecido en la carne, vosotros también armaos del mismo sentir; pues quien ha padecido en la carne, ha terminado con el pecado”. La palabra armaos indica que la vida cristiana es una batalla.

Uno de los principales propósitos de este libro es animar y exhortar a los creyentes a seguir las pisadas de Cristo al sufrir persecución (1:6-7; 2:18-25; 3:8-17; 4:12-19). Ellos deben tener el mismo sentir que tuvo Cristo en Sus sufrimientos (3:18-22). La función principal de nuestra mente es la de entender y comprender. Por tanto, si queremos llevar una vida que siga las pisadas de Cristo, necesitamos una mente renovada (Ro. 12:2) que entienda y comprenda la manera en que Cristo vivió para cumplir el propósito de Dios.

En nuestra vida diaria, la parte predominante de nuestro ser es nuestra mente. Todo lo que hacemos en nuestra vida cotidiana lo dirige nuestra mente. Es nuestra mente, no nuestra voluntad, la que dirige nuestras vidas. Todas nuestras actividades están bajo la dirección de nuestra mente.

Puesto que la mente es la que dirige nuestro vivir, es preciso que la predicación de la Palabra cambie la manera de pensar de las personas. Uno de los objetivos de la predicación y la enseñanza es el de cambiar la mentalidad de las personas. Si pensamos de cierta manera, seremos dirigidos en esa dirección. Pero si nuestra mentalidad cambia y pensamos de otra manera, nuestro vivir se encaminará en una dirección diferente. Nuestros pensamientos rigen nuestras acciones, palabras y hábitos. Es por ello que Pedro encarga a los creyentes en 4:1 a armarse del sentir de Cristo.

Armarnos del sentir de Cristo equivale a armarnos de los pensamientos y conceptos de Cristo. Esto implica un cambio en nuestra manera de pensar. Muchos cristianos creen que mientras amemos a Dios y hagamos Su voluntad, estaremos bajo Su bendición y no sufriremos de ningún modo. Entre los cristianos es común el concepto de que mientras amemos al Señor no debemos pensar que ningún sufrimiento nos sobrevendrá. Pero consideren la vida de Cristo. ¿No amaba Él a Dios? ¿Acaso no hizo Él la voluntad de Dios? Cristo amó muchísimo a Dios, e hizo la voluntad de Dios hasta el final y de forma absoluta. Pero, ¿qué cosas le sucedieron a lo largo de su vida? Pareciere como si durante toda Su vida en la tierra no hubiera experimentado ninguna bendición sino sólo sufrimientos. Él nació en una familia pobre, muy lejos de ser considerada una familia de clase alta. Por supuesto, aquella familia era del linaje de David y, por consiguiente, pertenecía al linaje real. Pero cuando el Señor Jesús nació, aquella familia real era muy pobre económicamente. Además, tal familia no vivía en Jerusalén, sino en el menospreciado pueblo de Nazaret en Galilea. Galilea era semejante a uno de los estados más pobres de Estados Unidos, que no se comparan con otros estados más ricos y de mayor población. El Señor Jesús vivió en Nazaret más de treinta años. Al inicio de Su vida, lo pusieron en un pesebre, y al final de Su vida, lo pusieron en la cruz. ¿Dónde vemos la bendición de Dios en la vida del Señor? Él padeció un sufrimiento tras otro. No gozaba de un buen nombre, ni tampoco tenía un lugar donde recostar Su cabeza. Ésta fue la vida que el Señor Jesús llevó en la tierra. Su vida fue una vida de sufrimientos.

El concepto de que la vida cristiana es una vida de sufrimientos es totalmente contrario a la mentalidad natural y religiosa, especialmente a la mentalidad natural de muchos cristianos. Son muchos los cristianos que piensan que mientras pertenezcamos a Dios, mientras seamos parte del pueblo de Dios, le amemos y hagamos Su voluntad, en lo que respecta a nosotros nos irá bien en todo. Según este concepto, seremos bendecidos y tendremos un buen empleo, una buena casa y una excelente vida familiar. Los cristianos que sostienen este concepto quizás abriguen la esperanza de que todos sus hijos lleguen a ser profesionales bien preparados y adinerados. Incluso es posible que algunos cristianos que hayan tenido éxito y sean ricos, digan: “¡Qué bendiciones tan maravillosas me ha dado el Señor! Todo lo que tengo y todo mis logros se deben a que amo al Señor Jesús y hago la voluntad de Dios. Miren cómo Dios me ha bendecido”.

Este concepto de la vida cristiana es totalmente contrario a lo que Pedro enseña en esta epístola. Pedro sabía que cuanto más amamos al Señor, más somos privados de ciertas cosas, y también sabía que cuanto más hacemos la voluntad de Dios, más problemas tenemos; problemas relacionados con nuestro empleo, nuestras finanzas y nuestra vida familiar. Tal vez algunos al escuchar esto digan: “Hermano Lee, no diga eso. Esa clase de enseñanza asustará a los cristianos y los alejará”. Ésta es la razón por la cual todos debemos prestar atención al encargo que nos hace Pedro acerca de armarnos del sentir de Cristo.

¿Qué clase de sentir es el sentir de Cristo? Si tenemos el sentir de Cristo, nos daremos cuenta de que vivimos en una época en la que impera la rebeldía, y en una generación torcida y pervertida. Puesto que la época en que vivimos se caracteriza por la rebeldía, y la generación de nuestros días es perversa, cuanto más amemos a Dios y hagamos Su voluntad, más sufrimientos nos sobrevendrán. Sufriremos por rehusarnos a seguir la corriente de esta era. Por un lado, nosotros queremos hacer la voluntad de Dios; por otro, la voluntad de Dios es absolutamente contraria a la corriente de esta era. Asimismo, nosotros hemos optado por amar al Señor Jesús, pero esto es totalmente contrario a la corriente de este mundo corrupto. Por lo tanto, si somos personas que aman al Señor y hacen la voluntad de Dios, estamos destinados a sufrir. Éste será nuestro porvenir si tenemos el sentir de Cristo.

Debemos armarnos, equiparnos, del sentir de Cristo. Esto significa que este sentir de Cristo es un arma, una parte de la armadura que necesitamos para pelear la batalla por el reino de Dios.

Si nos armamos del sentir de Cristo en cuanto al sufrimiento, estaremos dispuestos a sobrellevarlo. Diremos: “Alabado sea el Señor porque los sufrimientos son parte de mi destino. Esto es lo que Dios me ha asignado. Los sufrimientos son la porción de los hijos de Dios en esta era”. En 1 Tesalonicenses 3 Pablo dice a los creyentes que Dios nos ha destinado para padecer sufrimientos y persecución. Dios no nos ha destinado para recibir bendiciones materiales, sino para sufrir. Por lo tanto, ya que sabemos que Cristo sufrió en la carne, nosotros también debemos armarnos de este mismo sentir. Nuestro sentir no debe ser el de orar por bendiciones materiales. Esto sería tener un sentir equivocado.


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