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Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE CATORCE

UN ESPIRITU DE SABIDURIA Y DE REVELACION,
Y LOS OJOS DE NUESTRO CORAZON

En este mensaje abordaremos el tema del espíritu de sabiduría y de revelación, y el de los ojos de nuestro corazón (1:15-18).

I. LA PRIMERA ORACION DEL APOSTOL

A. Por los santos que tienen fe en el Señor
y amor para con todos los santos

Con respecto a estos dos temas, ahora llegamos a la primera oración que el apóstol Pablo ofrece en Efesios: “Por esta causa también yo, habiendo oído de la fe en el Señor Jesús la cual está entre vosotros, y de vuestro amor para con todos los santos” (v. 15). Pablo oró por los santos porque ellos tenían fe en el Señor Jesús y amor para con todos los santos. La fe y el amor son cruciales en nuestra vida cristiana. Para con el Señor, debemos tener fe; y para con los santos, debemos tener amor.

B. Da gracias por ellos

El versículo 16 añade: “No ceso de dar gracias por vosotros, acordándome de vosotros en mis oraciones”. El apóstol siempre recuerda las buenas cosas de los santos y le agradece al Señor por ellas.

C. Ora al Dios de nuestro
Señor Jesucristo, el Padre de gloria

Pablo, en su primera oración, ora al “Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria” (v. 17). En el versículo 3 Pablo habló del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y los une con la preposición “y”. Pero en el versículo 17, los menciona separados; hablando de “el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria”. En la encarnación, el Señor Jesucristo, Dios mismo (Fil. 2:6), se hizo hombre. Como tal, está relacionado con la creación; por ello, Dios el Creador es Su Dios. La encarnación introdujo a Dios el Creador en el hombre, la criatura. El título “el Dios de nuestro Señor Jesucristo” da a entender que Dios el Creador ha entrado en el hombre. Cuando nos referimos a Dios de esta manera, damos a entender que El no es solamente el Creador que está fuera de Su criatura, el hombre, sino que también El se ha introducido en la humanidad. Los judíos no reconocen que el Creador del universo ha entrado en el hombre. Ellos creen en Jehová Dios sólo como Creador y se rehúsan a admitir que Dios es el Dios del Señor Jesucristo.

Este título deja implícita la creación, la encarnación y la redención. Dios es el Creador; sin embargo, también es el Dios de Jesucristo, quien es el Dios encarnado. Jesucristo no es solamente el Dios que creó, sino también el Dios que se encarnó y que efectuó la redención. Al referirnos a Dios como el Dios de nuestro Señor Jesucristo, declaramos implícitamente que fuimos creados, que el Dios que lo creó todo entró en la humanidad, y que nosotros fuimos redimidos. La encarnación implica que Dios es nuestro disfrute, y lo podemos disfrutar porque El se unió a la humanidad. La divinidad llega a ser nuestro disfrute en Jesucristo.

En 1:17 Pablo emplea la expresión: “el Padre de gloria”. La gloria es Dios expresado; por lo tanto, el Padre de gloria es Dios expresado por Sus muchos hijos. El título “Padre” implica regeneración, y la palabra “gloria” implica expresión. Por lo tanto, la expresión: “el Padre de gloria” da a entender la regeneración y la expresión. Nosotros fuimos regenerados por Dios y somos Su expresión.

En el título: “El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria” están implícitos cinco asuntos importantes: la creación, la encarnación, la redención, la regeneración y la expresión. Nosotros ya fuimos regenerados, pero en el futuro seremos glorificados y expresaremos la gloria de Dios (Ro. 8:30). La regeneración de los muchos hijos y la expresión de Dios representan la consumación de la economía divina. Antes de la creación, no existía nada además de Dios; Dios no había generado nada ni tenía expresión. Luego, El creó el universo y todo lo que hay en él; por esto El es el Creador. Después de producir la creación, El dio el paso de la encarnación, por el cual entró en Su criatura, el hombre. Por medio de la encarnación el Creador y la criatura se hicieron uno. Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, El era la unión de Dios con el hombre. Mediante Su crucifixión, El efectuó la redención, y como resultado, nosotros, Sus criaturas caídas, fuimos redimidos. Luego fuimos regenerados para ser hijos de Dios el Padre con el fin de expresarlo a El. El día que seamos glorificados, Dios será plenamente expresado desde nuestro interior, y así seremos Su expresión. Todos estos importantes pasos: la creación, la encarnación, la redención, la regeneración y la expresión, están implícitos en el título: “El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria”.

Pablo oró a esta persona divina. Sin embargo, los judíos, por no tener ninguna noción acerca de la encarnación, la regeneración y la expresión, dirigen su oración sólo a Dios el Creador. Pero nosotros los cristianos tenemos al Dios que crea, que se encarna, que redime, que regenera y que se expresa. ¡No hay duda de que tenemos mucho más que los judíos!


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