Información del libro

Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 41 de 68 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE CUARENTA Y UNO

LA BESTIA QUE SALE DEL MAR
(2)

III. EL PRINCIPE MENCIONADO EN DANIEL

A. Tanto Tito como el anticristo
destruyen a Jerusalén y el templo

El anticristo también es el príncipe que se menciona en Daniel 9:26-27. Si uno lee dicho capítulo detenidamente, verá que el príncipe se refiere a dos personas. En primer lugar, se refiere a Tito, quien destruyó con su ejército a Jerusalén en el año 70 d. de C. Esa destrucción fue el cumplimiento de la profecía que dio el Señor en Lucas 21. El Señor profetizó, en Su última visita a Jerusalén, que la ciudad sería destruida, que el templo sería derribado y no quedaría allí piedra sobre piedra. Esa profecía se cumplió en menos de cuarenta años después de la muerte del Señor. Según la historia, esa destrucción fue horrenda. Sin embargo, Tito sólo era sombra del príncipe que vendría, el anticristo, y la destrucción de Jerusalén y del templo a manos de Tito, no fue más que una sombra de la destrucción que vendrá sobre Jerusalén y el templo a manos del anticristo. Entre estos dos hombres que llevan el título de “príncipe” hay un intervalo de unos dos mil años.

B. Confirma el pacto con los judíos por una semana

En Daniel 9:24-27 tenemos la profecía acerca de las setenta semanas. Estas setenta semanas no son semanas de días, sino de años. Daniel 9:25 dice: “Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas”. Las siete semanas mencionadas aquí, se cuentan desde la promulgación del decreto que dio el rey de Persia de que se reedificara la ciudad de Jerusalén. Desde la promulgación de dicho decreto hasta que se reconstruyó la ciudad hubo un período de cuarenta y nueve años. Las sesenta y dos semanas son el período que va desde que se terminó de reedificar a Jerusalén hasta el día en que Cristo fue crucificado. La crucifixión de Cristo está implícita en Daniel 9:26, donde dice: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por Sí”. Por consiguiente, desde que se terminó de reconstruir la ciudad hasta la crucifixión del Mesías, transcurrieron cuatrocientos treinta y cuatro años. De modo que, de las setenta semanas mencionadas en Daniel 9, sólo queda la última semana.

Después de la crucifixión de Cristo, Tito destruyó la ciudad de Jerusalén. Entre el tiempo de la crucifixión de Cristo y el comienzo de la septuagésima semana hay un lapso indefinido. Este intervalo ya ha durado más de mil novecientos años. Dicho período ha abarcado el antiguo Imperio Romano, que terminó en el año 476 d. de C., y la Iglesia Romana, que remplazó al Imperio Romano. También incluirá el Imperio Romano que resurgirá. El último césar del Imperio Romano restaurado será el anticristo, quien hará un pacto con los judíos por una semana. Daniel 9:27 dice: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos”. En este pacto el anticristo prometerá a los judíos la libertad de adorar a Dios siguiendo su religión.

C. A la mitad de la semana
hace cesar el sacrificio y la ofrenda

Después de tres años y medio, el anticristo cambiará de parecer. Daniel 9:27 añade: “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. El quebrantará el pacto en un momento crítico, cuando Satanás es arrojado a la tierra y se pone en pie a la orilla del mar Mediterráneo para incitar al anticristo. Este se exaltará por encima de todos los dioses. Tal vez dirá: “Ustedes los judíos no deben seguir adorando a su Dios. Yo soy Dios. Les ordeno que cesen sus sacrificios y suspendan todas sus fiestas religiosas. Además, voy a cambiarles las leyes. Hagan a un lado todo lo relacionado con su Dios, la ley de su Dios y sus fiestas solemnes, y vuélvanse a mí y adórenme”. En ese entonces, el anticristo se exaltará por encima de todos los dioses y además contaminará el templo.

D. El desolador establece
las abominaciones en el templo

También dice Daniel 9:27: “Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador”. El Señor Jesús se refirió a esto cuando dijo: “Por tanto, cuando veáis la abominación desoladora, anunciada por medio del profeta Daniel, erigida en el lugar santo...” (Mt. 24:15). El anticristo traerá tanto abominaciones de ídolos como desolación de destrucción, y demolerá tanto el templo como la ciudad de Jerusalén. Esta es la interpretación correcta de Daniel 9:25-27. Si tenemos este entendimiento, veremos cómo el anticristo oprimirá a los judíos.

Cuando lleguemos al capítulo 17 de Apocalipsis, veremos que el anticristo destruirá al catolicismo y al judaísmo. Tanto éste como aquél se han hecho abominables delante de Dios. Algunos de nosotros estábamos en uno u otro, pero damos gracias al Señor porque ya no estamos en esos “ismos”. Ahora tenemos a Cristo. Por siglos estos dos “ismos” han sido una abominación a los ojos de Dios. En Apocalipsis 2:9 y 3:9 el Señor Jesús llamó a las sinagogas judías “sinagogas de Satanás”. Más aún, el Señor Jesús le reveló a Juan que el catolicismo es la gran ramera (17:1-6). Algunos podrían alegar: “¿Cómo puede usted llamar a las sinagogas judías sinagogas de Satanás? En la sinagoga los judíos adoran a Dios y estudian las Escrituras”. Pero no fui yo quien las llamó así; fue el Señor Jesús quien dijo esto a la iglesia. En la sinagoga ya no estaba Dios sino Satanás. Otros, en defensa del catolicismo, podrían decir: “Pero la Iglesia Católica predica a Cristo”. El catolicismo predica a Cristo como hijo de María. Adorar a María es una costumbre que proviene del paganismo. La María del catolicismo, a la que llaman “la madre de Dios”, es simplemente otra forma de dirigirse a la diosa Venus. Esto es algo demoníaco. La celebración de la Navidad también es demoníaca, pues se dice que el 25 de diciembre, la fecha en que los paganos hacían un festival en honor del sol, es la fecha en que Cristo nació. ¡Qué blasfemia! Aunque todo lo que hay en el catolicismo tiene apariencia cristiana, su verdadero origen es babilónico. Es por eso que a los ojos de Dios la Iglesia Católica es la gran ramera que se enriquece cometiendo fornicación espiritual. Es por eso que a la Iglesia Católica se le llama la gran ramera. Tanto el judaísmo como el catolicismo son satánicos. El anticristo, inducido por Satanás, destruirá al judaísmo y al catolicismo. El realizará su obra destructiva sin darse cuenta de que está haciendo un favor a Dios y a Cristo. Dios es soberano y está detrás de todo esto. El anticristo hará estas cosas procurando exaltarse a sí mismo sobre todo tipo de deidad, aboliendo así toda religión y haciéndose el único objeto de adoración.


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