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Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 69 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE SESENTA Y NUEVE

SUFRE GRAN PRESION EN GETSEMANI,
ES ARRESTADO POR LOS JUDIOS,
JUZGADO POR EL SANEDRIN
Y NEGADO POR PEDRO

En este mensaje llegamos a Mateo 26:31-75, una larga sección del Evangelio de Mateo que también está relacionada con el reino. Los versículos en este capítulo que hablan acerca de la mesa del Señor indican que la muerte y resurrección del Señor tienen mucho que ver con el reino de los cielos. Sin embargo, en estos versículos no podemos encontrar la resurrección, aunque sí se hace una clara referencia a la muerte del Señor en el hecho de partir el pan, lo cual representa el quebrantamiento del cuerpo físico del Señor. Las palabras del Señor acerca del derramamiento de Su sangre (v. 28) también son una referencia obvia de Su muerte. Aunque no hallamos una mención específica de la resurrección, ella está implícita por el hecho de que el pan representa al Señor como nuestro alimento para que lo disfrutemos. Su muerte efectuó la redención para nosotros, y por medio de dicha redención lo disfrutamos a El en resurrección. Cuando venimos a la mesa del Señor, tenemos sobre la mesa un símbolo de la muerte del Señor, pero no lo recordamos a El en muerte, sino en resurrección. Al hacer memoria del Señor, exhibimos Su muerte. Tanto la crucifixión como la resurrección del Señor fueron efectuadas con miras al reino. Sin la crucifixión y resurrección de Cristo, sería imposible que el reino fuera establecido.

Es imposible que nosotros lleguemos a ser los constituyentes del reino por medio de nuestra vida natural. Este hecho queda suficientemente aclarado en Mateo 26:31-75, donde podemos ver un cuadro del arresto y juicio de Cristo. Esta narración revela que nadie puede seguir a Cristo por el sendero de la cruz valiéndose de su propia vida natural. El Rey puede tomar este camino, pero nosotros no somos capaces de seguirlo en nuestra vida natural. Por tanto, el Señor tuvo que morir por nosotros y entrar en la resurrección por nosotros. Por medio de Su muerte, nuestra situación negativa fue solucionada; y por medio de Su resurrección, ahora podemos recibirlo en nuestro interior, y El aun puede llegar a ser nosotros.

Años atrás yo no podía entender por qué Mateo, en la narración sobre el arresto y juicio del Señor, incluye un largo relato acerca de cómo Pedro negó al Señor. Solía pensar que unos cuántos versículos hubieran sido más que suficientes para describir cómo Pedro había negado al Señor tres veces; sin embargo, ya que Mateo presenta este evento detalladamente, es importante que veamos el significado de dicha negación. En el capítulo veintiséis, el Señor Jesús y Pedro eran polos opuestos: el Señor Jesús era capaz en todos los aspectos de pasar por el sendero de la cruz; en cambio, Pedro fue derrotado en todo sentido al intentar tomar dicho camino. Por supuesto, los demás discípulos eran iguales a Pedro. Si vemos este asunto claramente, pondremos atención tanto al fracaso de Pedro como a la victoria de Cristo.

¿Cuál es el propósito principal de Mateo 26:31-75? ¿Es revelar la victoria de Cristo o dejar en evidencia la derrota de Pedro? Pienso que la intención de Mateo fue presentar ambos eventos, cada uno en contraste muy marcado con respecto al otro. Siempre que vemos al Señor Jesús, contemplamos un éxito rotundo, pero cada vez que vemos a Pedro, miramos una derrota total. Era necesaria la victoria de Cristo para establecer el reino. El tuvo que ser victorioso en todo aspecto; pero a la vez debemos comprender que nosotros, como seres humanos caídos, no somos capaces por nuestra propia cuenta de ser los ciudadanos del reino.

No tenga ninguna confianza en sí mismo. Pedro es nuestro representante; en cuanto a nuestra vida natural, todos somos Pedro. Por eso, a fin de que el reino de los cielos fuera establecido, era necesario un hombre como Jesús. Durante el capítulo veintiséis el Señor Jesús se mantuvo en la posición de hombre y no tomó Su posición de Hijo de Dios. A fin de que el reino de los cielos fuera establecido, El se mantuvo como hombre, un hombre exitoso y victorioso, capaz de soportar cualquier dificultad, derrota, oposición y ataque.

Mientras consideramos este cuadro que describe al Señor Jesús, debemos quedarnos con una clara impresión de que, por nuestra vida humana, es imposible que seamos los constituyentes del reino. Los doce discípulos habían estado bajo la enseñanza y el adiestramiento del Señor durante tres años y medio; durante este tiempo, ellos estuvieron con el Señor constantemente. Pedro, un pescador, fue llamado en el capítulo cuatro, y desde ese momento en adelante siguió al Señor Jesús. El Señor tuvo especial cuidado de adiestrar a Pedro de una manera particular: Pedro escuchó la promulgación de la constitución del reino de los cielos y oyó todos los misterios acerca del reino; también fue adiestrado en el conocimiento de que Cristo es el Hijo de Dios, en la edificación de la iglesia y en el sendero de la cruz; además, fue disciplinado en el monte de la transfiguración y corregido en cuanto a pagar el impuesto para el templo. Una y otra vez Pedro fue amonestado. Es difícil creer que una persona tan adiestrada pudiera tomar la delantera en negar al Señor. Si Pedro no tuvo éxito en seguir al Señor, ¿entonces quién podrá hacerlo? Si Pedro hubiera negado al Señor en el capítulo cuatro, no me causaría sorpresa; pero es difícil creer que en el capítulo veintiséis, después de haber estado con el Señor por tres años y medio, Pedro pudiera negarlo.

Ni aun Pedro mismo creía que negaría al Señor, ya que en el versículo 33 le había dicho osadamente al Señor: “Aunque todos tropiecen por causa de Ti, yo nunca tropezaré”. Y en el versículo 35 añadió: “Aunque me sea necesario morir contigo, de ninguna manera te negaré”. Pedro tenía la confianza de que seguiría al Señor hasta lo último; pero como este relato muestra, lo único que pudo hacer fue negar al Señor hasta lo sumo. Esto demuestra que ningún ser humano puede tener éxito en llevar la vida del reino valiéndose de sus propios esfuerzos. Después de leer estos mensajes, quizás haya nacido en usted el deseo de vivir por el reino y formar parte de tal reino, pero debe darse cuenta de que ninguno de nosotros puede lograr esto por nuestra propia cuenta. Por consiguiente, debemos humillarnos, doblegarnos y decir: “Señor, no puedo lograrlo. Yo soy un Pedro. Si Pedro no pudo lograrlo, entonces, ¿quién soy yo para pretender que sí puedo? Señor, no puedo lograrlo”.


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