Información del libro

Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6649-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 3 de 30 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE DEUTERONOMIO

MENSAJE TRES

SE HACE UN RECUENTO DEL PASADO

(1)

Lectura bíblica: Dt. 1:2-46

Los nueve puntos cruciales del libro de Deuteronomio abarcados en el mensaje anterior revelan a tres personas: Dios, el hombre y Cristo como palabra. En estos nueve puntos, Dios es manifestado, el hombre es puesto en evidencia y Cristo es presentado.

Según este libro, con Dios hay amor, justicia, fidelidad y bendición. Dios tiene corazón, manos, boca y ojos. El corazón de Dios es amoroso, Sus manos son justas y Su boca es fiel. Todo lo que sale de la boca de Dios se cumplirá. Los ojos de Dios bendicen o maldicen. Éste es el Dios revelado no sólo en Deuteronomio, sino también en toda la Biblia.

En cuanto al hombre, Deuteronomio revela que el hombre no es nada. Nosotros no somos nada, no tenemos nada ni podemos hacer nada. ¿Cómo, pues, podría el Dios amoroso, justo, fiel y que bendice esperar que hiciéramos algo para Él? Dios no tiene tal expectativa. Puesto que Dios es sabio, Él sabe que nosotros nos amamos a nosotros mismos y que somos justos conforme a nuestra manera descuidada y por conveniencia propia. Si pensamos que algo nos traerá algún beneficio, lo llevamos a cabo. Ésta es la clase de justicia que practicamos. Además, si somos fieles, lo somos únicamente para nuestros propios intereses. Por último, en lugar de bendecir o dar algo a otros, nos gusta recibir. Por tanto, sería absurdo pensar que una persona así pudiera llevar a cabo el propósito eterno de Dios o cumplir Su economía.

Los puntos cruciales contenidos en el libro de Deuteronomio son también los puntos cruciales contenidos en las epístolas de Pablo. Los escritos de Pablo también revelan que Dios es amoroso, justo y fiel, y que es un Dios de bendición. Además, los escritos de Pablo revelan que nosotros, en nosotros mismos, no somos nada.

Si Deuteronomio únicamente revelara a Dios como Aquel que es amoroso, justo, fiel y que bendice, y que nosotros no somos nada, no tenemos nada y no podemos hacer nada, nuestra situación no tendría esperanza alguna. Sin embargo, Deuteronomio también revela que Cristo es la palabra. Nosotros no podemos hacer nada para Dios, pero sí podemos recibir la palabra como nuestra vida y nuestro suministro de vida.

El Dios amoroso, justo, fiel y que bendice no quiere que hagamos nada para Él. Él sabe que no somos nada, que no tenemos nada y que no podemos hacer nada. Su economía, Su manera de proceder, consiste en no permitir que hagamos nada por nosotros mismos, sino que lo hagamos todo con Cristo, por Cristo, mediante Cristo y en Cristo. Cristo es nuestra vida y nuestro suministro de vida; por tanto, debemos alimentarnos de Él diariamente. Cristo es también nuestra fidelidad y el cuerpo, la sustancia, de todo lo que suple nuestras necesidades (Col. 2:17). Para nuestro suministro, Cristo es la palabra, y nosotros debemos contactarle continuamente en la Palabra y mediante la Palabra.

¿Sabe usted qué es la Biblia? La Biblia no es simplemente un libro de historia, cuentos y enseñanzas. La Biblia es la corporificación de Cristo. Todo lo que Cristo es y tiene, y todo lo que Él ha hecho, está haciendo, hará y puede hacer, está corporificado en la Biblia. Leer la Biblia, por tanto, equivale a participar de Cristo. Puesto que la Biblia es el aliento de Dios, la exhalación de Dios, la mejor manera de estudiar la Biblia consiste en respirarla, inhalarla. ¡Aprendamos a inhalar el aliento del Dios Triuno en la Palabra santa!

No debemos pensar que la palabra está lejos; y no debemos preguntar quién subirá al cielo para traer abajo la palabra, o quién pasará el mar para traernos la palabra (Dt. 30:11-13; Ro. 10:6-7). La palabra está muy cerca: está en nuestra boca y en nuestro corazón (Dt. 30:14; Ro. 10:8).

Cristo, la palabra, ya descendió en Su encarnación, y Él ya subió del abismo, del Hades, en Su resurrección. En la resurrección, Él llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), y como tal, es el aliento que podemos inhalar. Eso significa que Él no sólo es la palabra, sino también el Espíritu. Cuando recibimos Su palabra, recibimos el Espíritu, por cuanto las palabras que Él habla son espíritu y son vida (Jn. 6:63).

Aprendamos a inhalar el aliento del Padre, del Hijo y del Espíritu. Si inhalamos al Dios Triuno procesado, entonces la gracia de Cristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu estarán con nosotros (2 Co. 13:14).

Si recibimos la palabra inhalando la Biblia, podremos hacer en Cristo lo que no podemos hacer en nosotros mismos. Consideren lo que Pablo dice en el libro de Filipenses, el cual es un deuteronomio, un hablar reiterado, de las palabras de Moisés. En Filipenses 4:13 Pablo pudo declarar: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. La palabra todo se desglosa en el versículo 8, donde Pablo dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, a esto estad atentos”. Antes de que Pablo estuviera en Cristo, él no podía hacer ninguna de estas cosas. Pero en Cristo, Aquel que lo revestía de poder, él pudo hacerlas. Ésta también puede ser hoy nuestra experiencia. Si deseamos tener esta experiencia, debemos disfrutar la Trinidad Divina, inhalando la Biblia, la corporificación de Cristo.

Habiendo visto que los puntos cruciales de Deuteronomio manifiestan a Dios, ponen en evidencia al hombre y presentan a Cristo, consideremos ahora lo referente al recuento del pasado.


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