Información del libro

Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE UNO

EL TRASFONDO Y EL TEMA DE ESTA EPISTOLA

Lectura bíblica: Fil. 1:1-18, 27-30; 2:1-5, 12-16; 3:2-11; 4:2-3, 14-19

La Biblia contiene dos libros que prestan más atención a la experiencia que a la doctrina, a saber, Cantar de los Cantares y Filipenses. Aparentemente estos libros no tienen nada en común, pero si profundizamos en ellos, descubriremos que ambos hablan de cómo experimentar a Cristo. Por lo tanto, sería de mucho provecho estudiarlos paralelamente.

En el pasado mencionamos que el Nuevo Testamento contiene cuatro libros que constituyen el corazón de la revelación divina, los cuales son: Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses. Estos libros fueron redactados siguiendo el mismo estilo, es decir, Pablo primero presenta la doctrina y luego habla de la experiencia; él primero expone cierta doctrina, y luego nos anima a andar conforme a ella. Por ejemplo, podríamos dividir el libro de Efesios en dos secciones principales: la primera, que comprende los capítulos del uno al tres, presenta la doctrina acerca de la iglesia y el Cuerpo de Cristo, y la segunda, del capítulo cuatro al seis, tiene que ver con nuestro andar conforme a la doctrina presentada en los primeros tres capítulos. Por la manera en que fue escrito Efesios, podemos decir que éste es un libro tanto de doctrina como de experiencia. Podemos ver el mismo principio en las epístolas a los Gálatas y Colosenses.

Sin embargo, la epístola de Filipenses es diferente. Al escribirla, Pablo no tenía la más mínima intención de transmitir una doctrina, aunque esto tampoco significa que no la tenga. De hecho, todos los escritos del Nuevo Testamento contienen aspectos doctrinales. Para ser más exactos, podemos decir que este libro no se centra en las doctrinas, sino en la manera de experimentar a Cristo.

En 1:20 Pablo declara: “Será magnificado Cristo en mi cuerpo”, y en 1:21: “Para mí el vivir es Cristo”. Estas dos declaraciones comprenden el pensamiento fundamental de toda la epístola, la cual Ella nos exhorta a magnificar a Cristo y a vivirlo. Magnificar a Cristo no es solamente expresarlo, sino también engrandecerlo. Debemos magnificar a Cristo viviéndolo de una manera práctica todos los días. Nuestro diario vivir debe mostrar que vivimos a Cristo. Algunas enseñanzas éticas incitan a las personas a regirse por las virtudes. No obstante, Filipenses no nos exhorta a conducirnos conforme a normas éticas o virtudes, sino según Cristo. El debe serlo todo en nuestro vivir. Incluso, Cristo mismo debe ser nuestras propias virtudes, tales como la humildad y la bondad.

Antes de que Pablo fuera salvo, su vida estaba regida por la ley, pues vivía conforme a ella. Pero cuando se convirtió a Cristo y fue regenerado, empezó a vivir a Cristo. Cristo no sólo llegó a ser su vida, sino también su vivir. Finalmente, Pablo pudo declarar, por experiencia propia, que para él, el vivir era Cristo.

I. EL TRASFONDO

En este mensaje estudiaremos el trasfondo y el tema de la epístola de Filipenses. En la Biblia, cada libro tiene su propio trasfondo y su respectivo tema. Puesto que esta epístola trata de nuestra experiencia de Cristo, algunos supondrán que podríamos pasar por alto su trasfondo. Sin embargo, este libro tiene un trasfondo específico, y ésta es la razón principal por la que fue escrito. Por tanto, si hemos de entender cabalmente el significado de este libro, tenemos que conocer su trasfondo.

En la epístola de Filipenses no se menciona explícitamente su trasfondo. Sin embargo, después de estudiar las declaraciones y exhortaciones de Pablo en esta epístola, podemos detectar algunos indicios de dicho trasfondo. Si leemos detenidamente los cuatro capítulos de este libro, encontraremos principalmente cuatro elementos ligados a este transfondo.

A. Los judaizantes ejercían gran
influencia sobre los creyentes

En la época en que se escribió la epístola de Filipenses, los judaizantes ejercían una gran influencia sobre los creyentes (3:2-4). Aquéllos eran muy celosos de su religión judía. No sólo se conformaban con practicarla, sino que además la promovían y contendían por ella. Los más celosos de entre ellos eran los fariseos, quienes se aferraban a la religión de sus antepasados. Debido a la dispersión judía, ellos se hallaban esparcidos por toda la región mediterránea. Así que, dondequiera que hubiera judíos, siempre había entre ellos algunos judaizantes. El celo con que ellos promovían su religión era inigualable. De modo que, su influencia sobre los creyentes se podía notar incluso en Filipos, una ciudad de Macedonia.

En 3:1 Pablo declara: “Por último, hermanos míos, gozaos en el Señor. A mí, no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro”. Esto indica que regocijarse en el Señor es una salvaguardia, una garantía. Cuando nos regocijamos en El, estamos a salvo. El hecho de regocijarnos nos protege.

Cuando Pablo escribió la carta a los Filipenses, algunos creyentes de Filipos estaban siendo perturbados o distraídos por las personas descritas en el versículo 2, y por ende, no se regocijaban. Por tanto, en ese versículo Pablo declaró: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo”. Por un lado, el apóstol nos exhorta a regocijarnos y por otro, a guardarnos de los perros. Como veremos más adelante, los “perros” aquí, se refieren a los judaizantes.

Hoy en día, también existen “perros” de los que debemos guardarnos. En el tiempo de Pablo, sólo existía un grupo de “perros”, a saber, los judaizantes, pero hoy en día hay muchas clases de “perros”. Tal vez nos resulte difícil regocijarnos cuando estos “perros” ejercen su influencia, esparciendo rumores malignos acerca del recobro del Señor. Por tanto, debemos prestar atención a la exhortación que hace Pablo de regocijarnos y guardarnos de los “perros”. Según la construcción gramatical de 3:2, los perros, los malos obreros y los mutiladores deben referirse a las mismas personas. El hecho de que se mencione a los “perros” en relación con los malos obreros y con los mutiladores, indica que estos se refieren a tales personas religiosas. Los malos obreros mencionados aquí no eran ladrones, sino personas que abogaban por la circuncisión, y al defenderla celosamente, eran semejantes a perros que ladran. Esta es la razón por la que Pablo los calificaba como “malos obreros” y “mutiladores”, términos que comunican un profundo desprecio. Estos “perros religiosos”, los judaizantes, no sólo ladraban, sino que además mordían. Dondequiera que se predicaba el evangelio y se establecían iglesias, aparecían estos “perros religiosos” ladrando con la intención de morder y perturbar a los santos. Esta actitud por parte de los judaizantes formaba parte del trasfondo bajo el cual fue escrita la epístola a los filipenses.

Hoy en día existen numerosos grupos de “perros” religiosos que ladran. Adondequiera que vamos, nos atacan los distintos grupos religiosos. En principio, nuestra situación es la misma que la de los filipenses, cuando Pablo les escribió esta epístola. Nosotros, al igual que los creyentes de Filipos, también tenemos la urgente necesidad de experimentar a Cristo. Si ésta era la mayor necesidad de los filipenses, debido a su trasfondo, ¡cuánto más debemos experimentar a Cristo hoy, por causa de la situación que prevalece actualmente! Los filipenses tuvieron que enfrentarse con un solo “ismo”, el judaísmo, mientras que nosotros tenemos que confrontar muchos “ismos”, es decir, muchos grupos de “perros” religiosos que ladran. Tan pronto comenzamos a hablar de nuestra experiencia de Cristo, estos “perros” comienzan a ladrar y a morder. Los escritos de nuestros opositores, que incluyen muchas falsas acusaciones en contra nuestra, pueden considerarse como los “ladridos” de estos “perros” religiosos.

Debido a la fuerte influencia que los judaizantes ejercían sobre los creyentes, Pablo se vio obligado a escribir a los santos de Filipos que se guardaran de los “perros”. No creo que le resultó fácil usar esta expresión, puesto que aquellos “perros” eran sus propios compatriotas. Pablo era muy patriota y amaba profundamente a la nación judía. Por esa razón debió haberle sido muy difícil llamar “perros” a algunos de sus compatriotas. Sin embargo, la situación en la que se hallaba le obligó a usar esta expresión. Pese a que estos judaizantes eran sus compatriotas y parientes según la carne, él no pudo contenerse y tuvo que llamarlos “perros”, “malos obreros” y “mutiladores del cuerpo”. La influencia de estos “perros” era un aspecto importante del trasfondo de esta epístola. Puesto que hoy en día nos encontramos en una situación similar, por lo menos en principio, debemos considerar que esta epístola fue escrita también para nosotros. Por la situación en la que se encontraban los creyentes de Filipos, ellos debían experimentar a Cristo; asimismo, a causa de nuestra situación actual, nosotros debemos experimentarlo aún más.


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