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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

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ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO CUATRO

EL ALTAR DEL HOLOCAUSTO

Lectura bíblica: Ex. 27:1-8; 38:1-7; 40:6, 29; He. 13:10

El relato acerca del altar en Exodo es muy difícil de entender. En cuanto al tabernáculo se refiere, el punto más difícil son las tablas de las esquinas. Nadie ha podido resolver el enigma de estas tablas. El relato acerca del altar es aún mas difícil de entender. No obstante, tenemos la manera de escapar de este problema, esto es, siguiendo el camino de la experiencia espiritual. Literalmente, de acuerdo con el relato, algunos puntos son extremadamente difíciles de entender. Pero si entramos en la esfera del entendimiento y la experiencia espiritual, podemos librarnos de este problema. Por tanto, les recuerdo que nuestro acercamiento al libro de Exodo en este Estudio-vida no es algo doctrinal; por el contrario, es más bien en la experiencia. Esto quiere decir que queremos estudiar cada asunto desde la perspectiva de nuestra experiencia espiritual. Si algún asunto en particular no se aplica a nuestra experiencia cristiana, preferiría no hablar sobre ello. ¿En qué nos beneficia hablar de algo que no tiene nada que ver con nuestra experiencia de Cristo? No queremos hacer es. Más bien, queremos hablar sobre lo que es real y comprensible en nuestra experiencia.

Examinemos primeramente la posición del altar. Había dos altares, uno estaba en el tabernáculo, y el otro en el atrio, fuera del tabernáculo. Al altar que estaba dentro del tabernáculo se llamaba el altar del incienso y estaba hecho de madera de acacia cubierta de oro. Era mucho mas pequeño que el altar del holocausto que estaba en el atrio. El altar del incienso se extendía más verticalmente que horizontalmente, a saber, era más alto que ancho. Frente a este altar, aquellos que entraban a la habitación de Dios podían tener una relación más cercana con Dios, ya que allí se quemaba el incienso a Dios. Sobre este altar no se derramaba sangre. En lugar de esto, se quemaba el incienso a fin de ofrecerle un olor grato a Dios. No obstante, sobre el altar del holocausto, se ofrecían sacrificios con derramamiento de sangre. Además las ofrendas se quemaban allí. Quemar los sacrificios sobre el altar que estaba en el atrio era para la redención, pero quemar el incienso sobre el altar del incienso tenía el propósito de obtener la aceptación de Dios. Era necesario traer el fuego desde el altar exterior para quemar el incienso sobre el altar interior. Por lo tanto, se usaba el mismo fuego para ambos altares. El fuego del altar del holocausto quemaba los sacrificios y este mismo fuego quemaba el incienso sobre el altar del incienso. Por lo tanto, un solo fuego, quemaba dos clases de substancias. Ya que habían dos altares en el tabernáculo, cuando leemos el Antiguo Testamento debemos comprender a cual altar se están refiriendo.

En el Lugar Santísimo había un solo mueble: el arca. En el Lugar Santo estaba la mesa, el candelero y el altar de incienso. En el atrio se encontraban el altar del holocausto y el lavacro. Según la interpretación dada en el Nuevo Testamento, el atrio representa a la tierra, y todo el tabernáculo incluyendo tanto al Lugar Santo como al Lugar Santísimo, representa los cielos. Por tanto, estar en el atrio equivale a estar en la tierra, pero estar en el tabernáculo significa estar en los cielos. ¿Sabe usted cómo puede estar en los cielos? No le dé importancia a las enseñanzas superficiales que dicen que sólo podrá estar en los cielos cuando muera. De hecho, Cristo es el tabernáculo. Si se encuentra en Cristo, está en los cielos. Pero en cuanto esté fuera de Cristo, estará en la tierra. Basándonos en este principio, podemos decir que a diario entramos a los cielos varias veces. Puede ser que antes de ir a la reunión de la iglesia, hablando desde el aspecto de la experiencia, usted esté en la tierra. Sin embargo, cuando está en la reunión, entra en los cielos.

Si analizamos un diagrama del tabernáculo y el atrio, veremos que el arca y el altar del holocausto están a ambos extremos. En el universo, en realidad, sólo hay dos personas: Dios y el hombre (Satanás, quien puede ser considerado una tercera persona, finalmente será echado al lago de fuego). Los dos extremos se relacionan con estas dos personas, o sea, Dios y el hombre. El extremo de Dios es el arca, el extremo del hombre es el altar del holocausto.

¿Cómo comienza el relato del tabernáculo en Exodo, con el extremo de Dios o con el extremo del hombre? Comienza desde el lado de Dios, debido a que comienza con el arca. La descripción del arca inicia el relato divino acerca del tabernáculo. Esto indica que el relato comienza con Dios y prosigue hacia el hombre. No obstante, cuando el hombre viene al tabernáculo no comienza por el lado de Dios. Comienza por el altar, es decir, comienza por el extremo del hombre. Cada vez que una persona viene al tabernáculo, lo primero que encuentra es el altar.

Dios no mora en el altar, sino en el arca, donde está el trono de la gracia. Todo aquel que quería reunirse con Dios tenía que pasar por todos los muebles del tabernáculo hasta llegar al arca. Sin embargo, Dios ya ha venido a nosotros. El vino de los cielos hacia la tierra y el altar era Su destino. Cristo vino de los cielos a la tierra y durante Sus últimas horas en la tierra, El fue a la cruz. En la cruz, El terminó con la vieja creación y redimió a Su pueblo escogido. Como mencionamos, la redención implica terminación, remplazo, y ser devuelto a Dios. Tal como lo indica el libro de Hebreos, Cristo vino a la tierra de esta manera de una vez y por todas. Sin embargo, no sucede los mismo con el hombre. Más bien, es un asunto continuo, un asunto diario.

¿Cuál fue la intención principal, la meta primordial de Dios en dejar Su morada venir a la tierra e ir a la cruz? Su meta primordial era recobrar al hombre para Sí mismo. Esto significa decir que Dios salió del tabernáculo a fin de traer al hombre al tabernáculo. Sin embargo, la mayoría de los creyentes permanece alrededor de la cruz; pocos han sido introducidos al tabernáculo. Todas las semanas se predican muchos sermones, pero muy pocos constituyen el medio para que los pecadores sean salvos en el tabernáculo. En el mejor de los casos tales sermones sirven para traerlos al altar. Tal vez algunos argumenten que Dios es omnipresente y que tan pronto una persona se arrepiente y cree en el Señor Jesús, se torna a Dios. Por un lado esto es cierto. Sin embargo el Nuevo Testamento indica que mientras permanecemos alrededor del altar, no estamos en el tabernáculo con Dios. Necesitamos ir a la mesa de los panes de la proposición, al candelero, al altar del incienso y finalmente al arca. Sobre el arca tenemos la cubierta del propiciatorio, el trono de la gracia mencionado en Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues confiadamente al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Cuando llegamos al trono de la gracia, no sólo estamos en la presencia de Dios, estamos en Dios mismo. Allí Dios y nosotros somos uno. Según las palabras de Colosenses 3:3, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. El Dios que nos esconde no está en el altar; El está en el arca. Además, no es en el altar donde estamos escondidos en Dios, sino en el arca. Dios salió del tabernáculo a fin de traernos al tabernáculo, para traernos al lugar donde El mora.

El Señor Jesús vino de los cielos a la tierra y en ella estuvo por treinta tres años y medio. Aunque El visitó la tierra, El habita en el Lugar Santísimo y nos quiere llevar allí. El fue al altar, a la cruz, con la intención de que nosotros, los pecadores caídos, pudiésemos ser devueltos a Dios en Su habitación. Este entendimiento es muy útil para nuestra experiencia.

En Exodo el relato en cuanto al altar del incienso aparece al final. La razón de esto es que solo podemos ser aceptados por Dios una vez que hemos experimentado todos los otros aspectos. La aceptación por parte de Dios es el resultado de los otros asuntos. Además, en la Biblia no es fácil descifrar el lugar donde se encontraba el altar del incienso. Puede que haya estado fuera del velo en el Lugar Santo, o al otro lado del velo en el Lugar Santísimo. Esto indica que nuestra aceptación por parte de Dios depende de nuestra condición. Cuanto somos aceptados por El depende de cuán cerca estamos de El. Es posible que en algún momento del día el altar del incienso, en su experiencia esté muy cerca de Dios. Sin embargo, en otro momento se encuentre alejado de El. Luego cuando viene a la reunión y ejercita su espíritu, espontáneamente el altar del incienso en su experiencia se acerca a Dios.

La posición del altar del holocausto es fija; no se puede cambiar. No obstante, el lugar del altar del incienso puede variar, de acuerdo con nuestra condición. Repito, en nuestra experiencia el altar del incienso aparece luego de que hayamos pasado por el altar del holocausto, el lavacro, la mesa del pan de la proposición y el candelero. En ocasiones puede que vayamos al arca y luego va al altar del incienso. En el Antiguo Testamento la narración acerca del tabernáculo con su mobiliario y sus utensilios es muy significativa. Corresponde a la secuencia de nuestra experiencia.

Es imposible que alguien entre al tabernáculo por la parte de atrás, no existe una puerta trasera. Sin embargo, hay una entrada al frente del tabernáculo. Necesitamos experimentar cada mueble en el atrio y en el tabernáculo hasta llegar al Lugar Santísimo. Recalcamos que es difícil determinar si el altar del incienso se encuentra en el Lugar Santísimo o en el Lugar Santo. (Vea la nota de Hebreos 9:4 en la Versión Recobro)

Si tenemos tal visión del tabernáculo y del atrio estamos calificados para entender el altar del holocausto. Este altar es el mueble más grande del tabernáculo. Todo el mobiliario y utensilios del tabernáculo: el arca, el altar del incienso, la mesa, el candelero y el lavacro, caben dentro del altar del holocausto. Este altar medía cinco codos de largo y de ancho y tres codos de alto. El hecho de que el altar pudiera contener todos los otros objetos del tabernáculo indica que la cruz de Cristo contiene todas las experiencias espirituales. Esto significa que la experiencia de la cruz es la base para todas las experiencias espirituales. Nuestra experiencia espiritual comienza desde la cruz, desde el altar. Además, los principios relacionados con todas las otras experiencias espirituales están implícitos en la experiencia de la cruz. Por ejemplo, aunque usted no haya recibido la instrucción adecuada cuando creyó por primera vez en el Señor Jesús, usted tuvo alguna experiencia del pan de la proposición, del candelero, del altar del incienso y hasta del arca. Todas estas experiencias están implícitas en la experiencia básica de la cruz. Allí también están implícitas la resurrección, la unción y el alumbrar.

A menudo me gusta recordar mi experiencia cuando fui salvo. Todas las experiencias eran frescas y deliciosas. Como muchos otros, seguramente tuve una dulce experiencia con el Señor Jesús cuando fui salvo. Esto se debe que todas las experiencias espirituales son iniciadas por la experiencia de la cruz y están implícitas en esa experiencia. Sin la cruz no podemos tener ninguna experiencia en el Espíritu. La cruz es la base, el fundamento, el factor inicial de toda experiencia espiritual. Por lo tanto, la cruz es de vital importancia.


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