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Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
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ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE VEINTISÉIS

LAS TRES ETAPAS DE LA SALVACIÓN

Según la revelación completa hallada en la Biblia, la salvación de Dios se lleva a cabo en tres etapas, es decir, se trata de un proceso gradual.

I. CON RESPECTO AL PUEBLO DE ISRAEL

La salvación que Dios dispuso para los hijos de Israel estaba relacionada con tres lugares: Egipto, de donde fueron liberados; el desierto, en el cual vagaron; y Canaán, adonde entraron. La historia de ellos en estos tres lugares representa las tres etapas de su participación en la plena salvación de Dios. Los hijos de Israel no participaron de toda la salvación de Dios en un solo lugar.

A. Fueron salvos al salir de Egipto

En Egipto los hijos de Israel participaron de la salvación de Dios en su primera etapa. Durante la Pascua ellos experimentaron la sangre redentora del cordero (Éx. 12:7) y fueron nutridos con la carne del cordero (v. 8) y, de este modo, fueron salvos del juicio justo de Dios. Al salir de Egipto y cruzar el mar Rojo, fueron salvos de la esclavitud y la tiranía egipcia. Después que cruzaron el mar Rojo, llegaron a ser un pueblo libre. En este sentido, todos ellos fueron salvos. Nadie puede negar que fueron salvos del juicio de Dios, así como de la opresión, tiranía y esclavitud egipcia. Sin embargo, hasta ese momento, ellos sólo habían participado de un tercio de la salvación de Dios. A pesar de que habían sido salvos del juicio de Dios y de la esclavitud de Faraón, ¿qué sucedía respecto al propósito eterno de Dios? ¿Qué de la expresión y el señorío de Dios? En ese tiempo todavía no se ve que los hijos de Israel tuvieran la expresión y el señorío divinos, pues el tabernáculo aún no había sido erigido ni se había establecido el gobierno divino de Dios sobre la tierra. Así pues, aunque los hijos de Israel habían sido salvos de Egipto, les hacía falta experimentar dos etapas más de la salvación de Dios por causa del cumplimiento del propósito eterno de Dios.

B. Fueron salvos al pasar por el desierto

Después que los israelitas fueron salvos de Egipto donde comieron del cordero pascual y los panes sin levadura, ellos experimentaron la salvación en su travesía por el desierto. Aunque ciertamente habían disfrutado a Cristo de una manera muy dulce, quien fue tipificado por el cordero que ellos comieron en Egipto, aquello solamente fue la etapa inicial, el principio. Ellos aún debían disfrutar y experimentar más a Cristo y participar de Él, lo cual estaba tipificado por el maná y la roca de la que brotó el agua viva. Así pues, después de salir de Egipto, Dios los condujo a la segunda etapa, la cual se halla representada por el desierto. En el desierto ellos disfrutaron del maná que los alimentaba (Éx. 16:31-32) y del agua que apagaba su sed (17:6).

Debido a la influencia de las enseñanzas que recibimos en el pasado, siempre que oímos la palabra desierto la asociamos con palabras negativas. Aunque ciertamente no es un término positivo, tampoco es del todo negativo. Si miramos un mapa, nos daremos cuenta de que los hijos de Israel no podían salir de Egipto y entrar a la buena tierra sin antes cruzar por el desierto. El desierto fue un ambiente negativo porque los hijos de Israel no se dirigieron directamente hacia Canaán, sino que vagaron en él por más de treinta y ocho años. Fue este desperdicio de tiempo lo que hizo que el desierto fuera un entorno tan negativo. No obstante, si ellos hubieran cruzado el mar Rojo y hubieran cruzado el desierto directamente hacia la buena tierra, el desierto para ellos habría sido un término positivo. Una prueba de que el desierto no es una palabra del todo negativa es que allí los israelitas disfrutaron del maná y del agua de la roca, los cuales tipifican a Cristo.

C. Fueron salvos al entrar en Canaán

Después de vagar por el desierto, los hijos de Israel cruzaron el río Jordán y entraron a la buena tierra de Canaán, lo cual dio inicio a la tercera etapa de su salvación. Aquí, en esta tercera etapa, en la buena tierra, ellos disfrutaron de algo más que el cordero, el pan sin levadura, el maná y el agua de la roca: ellos disfrutaron de los ricos productos de la tierra de Canaán. Durante casi cuarenta años ellos comieron el maná diariamente en el desierto, sin embargo, tan pronto entraron a la buena tierra, el maná cesó y ellos empezaron a disfrutar de los ricos productos de la tierra todo-inclusiva (Jos. 5:11-12). El cordero pascual, el maná celestial, el agua viva y los productos de la buena tierra de Canaán, tipifican diversos aspectos de las riquezas de Cristo. Si los hijos de Israel solamente hubieran sido salvos de Egipto, jamás habrían gustado del maná. Y si ellos no hubieran entrado en la tierra de Canaán, nunca habrían disfrutado de los ricos productos de la buena tierra. ¡Aleluya porque podemos disfrutar a Cristo ricamente en las distintas etapas de la salvación!

En la tercera etapa de su salvación, es decir, en la salvación que experimentaron al entrar en Canaán, los israelitas entraron en el reposo (Dt. 12:9). La manera tan rica en que disfrutamos a Cristo en las tres etapas de la salvación, tiene por objetivo tomar posesión de la buena tierra y edificar el templo, a fin de que Dios pueda obtener una expresión de Sí mismo y establecer Su gobierno divino entre los hombres sobre la tierra. Por consiguiente, la plena salvación que Dios nos brinda, en la cual disfrutamos a Cristo ricamente, tiene como fin que Dios sea expresado y obtenga Su reino. La salvación que se experimenta al salir de Egipto, atravesar el desierto y entrar en la buena tierra, es absolutamente para la expresión y el reino de Dios. Como vimos anteriormente, dondequiera que se halla la expresión y el reino de Dios, allí está también el reposo sabático. Cuando Dios llenó Su casa, el templo, de Su gloria, todo Su pueblo halló reposo en Su presencia. Aquello fue un reposo para Dios y para Su pueblo que Él había salvado. Por consiguiente, vemos claramente que las tres etapas de la salvación de Dios tienen por objetivo Su expresión y Su reino, a fin de que Dios pueda hallar reposo junto con Su pueblo, que Él mismo salvó.

Como hemos mencionado, la plena salvación de Dios, la cual Él quería que los hijos de Israel recibieran, incluía la redención mediante el cordero de la Pascua, el éxodo de Egipto, el alimentarse del maná celestial, el saciar la sed con el agua viva que salió de la roca herida, y la participación de las riquezas de la buena tierra de Canaán. Todos los hijos de Israel participaron del cordero de la Pascua, del maná celestial y del agua viva, pero de todos los que fueron parte del éxodo de Egipto, sólo Josué y Caleb entraron en la buena tierra y participaron de ella; todos los demás cayeron en el desierto (Nm. 14:30; 1 Co. 10:1-11). Aunque todos fueron redimidos, sólo los dos vencedores, Josué y Caleb, recibieron el premio de la buena tierra.

El cordero de la Pascua, el maná celestial, el agua viva y la buena tierra de Canaán tipifican diferentes aspectos de Cristo. Según lo que se describe con las experiencias de los hijos de Israel, no todos los creyentes que hayan sido redimidos por medio de Cristo, participarán de Cristo como premio, como su reposo y satisfacción, en la era de la iglesia y en el reino venidero; sólo aquellos que, después de ser redimidos, busquen a Cristo diligentemente, participarán de Él en tal manera. Ésta es la razón por la cual el apóstol Pablo, aunque había sido completamente redimido, proseguía a la meta para poder ganar a Cristo como premio (Fil. 3:10-14). En Filipenses 3 Pablo nos dijo que él había estado en el judaísmo, pero que lo había dejado por causa de Cristo (vs. 4-9). Aquí, en el libro de Hebreos, el escritor mantuvo el mismo concepto, animando a los creyentes hebreos a abandonar el judaísmo y a extenderse hacia Cristo, de tal manera que no perdieran el premio.


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