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Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 43 de 69 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE CUARENTA Y TRES

LOS SACRIFICIOS DE CRISTO
REEMPLAZARON Y PUSIERON
FIN A LOS SACRIFICIOS DEL ANTIGUO PACTO

El libro de Hebreos nos dice repetidas veces que Cristo puso fin al pecado una vez para siempre (1:3; 2:17; 7:27; 9:26; 10:12). Debido a la fuerte influencia de las tradiciones judías de aquel tiempo fue necesario que se repitiera una y otra vez que Cristo quitó el pecado mediante Su sacrificio. Los judíos no sabían otra cosa que acudir al altar para ofrecer sacrificios por el pecado. Todos los días se ofrecían sacrificios por el pecado, y lo hacían también cada año en el día de la expiación. Es por eso que la ofrenda por el pecado ocupaba mucho la mente de los judíos de aquella época. A causa de la fuerte influencia de las tradiciones judías en cuanto a la ofrenda por el pecado, el escritor de Hebreos, después de haber descrito en los capítulos 7, 8 y 9 cómo se llevó a cabo el sacrificio por el pecado, nos dio una conclusión adicional en 10:1-18.

La idea principal de esta conclusión es que los cristianos hebreos tenían que comprender que ninguno de los sacrificios ofrecidos por los sacerdotes levíticos podía quitar el pecado ni perfeccionar a los adoradores. Incluso el Antiguo Testamento que ellos leían, había predicho en Isaías 53:10 y 12 que Cristo vendría con el fin de ser el sacrificio por el pecado, es decir, para reemplazar y poner fin a los sacrificios levíticos. Ya que Cristo, el sacrificio único, había hecho esto, era inútil que los creyentes hebreos regresaran al templo para ofrecer otra vez sacrificios por el pecado. El pecado fue quitado y ha pasado a la historia. Por lo tanto, en 10:18, refiriéndose a los pecados e iniquidades, dice: “Pues donde hay perdón de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”. Ésta es una conclusión muy lógica.

En la economía de Dios, Cristo realizó dos hechos muy importantes: quitó el pecado, el cual había venido a estorbar el propósito eterno de Dios, y se impartió a Sí mismo en nosotros como la vida divina que opera en nosotros y se extiende a todas las partes internas de nuestro ser. El pensamiento principal de 10:1-18 es que Cristo quitó los pecados, cumpliendo así todo lo que los sacrificios levíticos no pudieron cumplir. Ahora que Cristo ha quitado el pecado una vez para siempre, se nos imparte como la vida divina, para que por la obra de esta vida divina, lleguemos a ser la reproducción corporativa de Él mismo.

I. LA LEY ERA UNA SOMBRA
DE LOS BIENES VENIDEROS

La ley del Antiguo Testamento no era la realidad misma, sino apenas una sombra de los bienes venideros (v. 1). Los bienes venideros denotan todo lo que Cristo es y hace. Lo que la ley tenía no pudo lograr nada. El único que lo cumplió todo para la economía de Dios es Cristo, quien es la realidad de todas las sombras del Antiguo Testamento.

II. LA LEY, MEDIANTE LOS SACRIFICIOS
OFRECIDOS CONTINUAMENTE AÑO TRAS AÑO,
NUNCA PUDO PERFECCIONAR A LOS ADORADORES

La ley, mediante los sacrificios ofrecidos continuamente año tras año, nunca pudo perfeccionar a los que se acercaban a Dios (vs. 1-2). Los sacrificios que se ofrecían según la ley no podían purificar la conciencia de pecado que tenían los oferentes. No importa cuán frecuentemente ofrecieran el mismo sacrificio por el pecado, su conciencia nunca podía estar en paz y no podían ser perfeccionados ante Dios.

III. LOS SACRIFICIOS DE LA LEY SÓLO HACÍAN MEMORIA DE LOS PECADOS AÑO TRAS AÑO

Los sacrificios que se ofrecían según la ley no podían quitar los pecados; en vez de ello, se los recordaban al pueblo. Cada año, en el día de la expiación, los judíos hacían memoria de sus pecados. Lo que pretendía Dios con estos sacrificios, que no eran más que sombras, era recordarles a los judíos que ellos eran pecadores y necesitaban a Cristo, el Mesías, para que Él quitara sus pecados. Dios deseaba que cada vez que ofrecieran los sacrificios por el pecado, ellos pusieran sus ojos en Cristo. Los sacrificios de la ley sólo hacían memoria de sus pecados, pero no los purificaban.

IV. ERA IMPOSIBLE QUE LA SANGRE DE ANIMALES QUITARA LOS PECADOS

Ya que los sacrificios de la ley eran una sombra y no la realidad, era imposible que la sangre de animales quitara los pecados (v. 4). La única sangre que puede quitar los pecados es la sangre preciosa de Cristo, quien es el verdadero sacrificio por el pecado. Por lo tanto, habría sido inútil que los creyentes hebreos regresaran al judaísmo para seguir ofreciendo sacrificios por el pecado.


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