Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 133 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE CIENTO TREINTA Y TRES

LA SANTIFICACION DE AARON Y DE SUS HIJOS
PARA SER LOS SACERDOTES
(1)

Lectura bíblica: Ex. 29:1-14; 40:12-15; Lv. 8:1-9, 12-17

Comenzamos otra sección del libro de Exodo, ya hemos cubierto el tabernáculo con su mobiliario y las vestiduras sacerdotales. Cuando el pueblo de Dios se reunió en el monte Sinaí, Moisés recibió la revelación del modelo del tabernáculo y el diseño de los muebles. Los hijos de Israel debían edificar una casa, un santuario, para que el Señor morara en medio de ellos y para que Su pueblo le sirviera a El. Luego de esto, el libro de Exodo relata la descripción de las vestiduras sacerdotales.

En la Biblia las vestiduras representan nuestro vivir, comportamiento, conducta y carácter. Esto indica que, con relación a los sacerdotes, los sirvientes de Dios, Exodo primero se ocupa de su conducta externa, representada por las vestiduras sacerdotales. Ahora en el capítulo veintinueve tenemos la sección que trata de la santificación de Aarón y de sus hijos para ser sacerdotes.

LLENAR NUESTRAS MANOS VACIAS

Al leer Exodo 29 somos fácilmente impresionados con la consagración de los sacerdotes. Tal parece que este capítulo se trata de la consagración, ya que vemos que los sacerdotes y sus vestiduras estaban listos y debían ser consagrados. Algunas versiones utilizan la palabra ordenación en lugar de consagración. Esta traducción de la Biblia se basa en la práctica de la ordenación religiosa tradicional. En realidad no hay ninguna base para tal traducción. El versículo 9 dice: “Les ceñirás el cinto a Aarón y a sus hijos, y les atarás las tiaras, y tendrán el sacerdocio por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos”. La palabra hebrea traducida consagrar literalmente significa “llenar sus manos”. Ni la palabra consagrar, ni ordenar son precisas. Por lo tanto, yo prefiero no usar la palabra consagrar en el versículo 9. Este versículo está hablando de llenar las manos de los sacerdotes. Debido a que sus manos estaban vacías, necesitaban ser llenadas. Esto indica que no podemos servir a Dios con las manos vacías. Si le queremos servir, nuestras manos deben estar llenas de Cristo. Por ende, consagrar a los sacerdotes, ordenarlos (si queremos usar esa palabra), significa llenar sus manos. Las manos de los que sirven al Señor deben estar llenas con Cristo.

En 29:1 dice: “Esto es lo que harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin defecto”. Algunas versiones utilizan aquí la palabra santificar. Santificar algo es totalmente diferente a ordenar o consagrar, pues significa separar algo. Por ejemplo. pueden haber muchas vacas en la manada, pero se separa una. Como resultado, ese animal es santificado. Además, cuando se separa un animal de la manada o del rebaño, a veces se usa una marca para señalar que éste ha sido separado. Por ende, santificar significa separar algo con una marca.

Antes estábamos con todos los pecadores del mundo. Pero un día el Señor nos separó. La salvación es un asunto todo-inclusivo, e incluye separación. Un día el Señor Jesús vino a separarnos, es decir, a salvarnos. El nos separó de los pecadores. Ser salvo y separado de esta forma es ser santificado.

La santificación del Señor siempre nos marca. Llevamos una marca que indica que hemos sido salvados, santificados y separados para Dios. ¿Cuál es la marca que nos separa? Es Cristo mismo.

Cuando estábamos entre los pecadores, estábamos vacíos. No solamente nuestras manos estaban vacías, sino todo nuestro ser. Cuando fuimos salvos, Cristo entró en nosotros y llegó a ser la marca que nos separa de los pecadores vacíos. Desde ese momento, hemos tenido algo dentro de nosotros, en nuestra mano, con lo cual servir a Dios. Sin embargo, pocos cristianos se dan cuenta de esto. Nadie les dijo que tienen a Cristo para llenar sus manos. no obstante, desde el momento en que fuimos salvos, hemos tenido a Cristo.

Ya que tenemos a Cristo, no debemos venir a Dios con las manos vacías. Más bien, debemos venir a El, siempre con Cristo. Esta es la razón por la cual oramos y nos reunimos en el nombre del Señor Jesús. Reunirse en el nombre del Señor es reunirse con El. Aquellos, como los judíos, que oran a Dios sin orar en el nombre del Señor Jesús, lo hacen como si tuvieran las manos vacías. Pero nuestro orar en el nombre del Señor Jesús es diferente debido a que estamos orando a Dios con nuestras manos llenas.

Ahora entendemos que la consagración en Exodo 29 significa llenar nuestras manos. La consagración genuina es el llenar de nuestro vacío con Cristo. Esto también es la santificación. Siempre que venimos a la reunión, debemos tener algo de Cristo que ofrecer a Dios. No debemos venir a la reunión con las manos vacías. Esto nos condena. Debemos ser los sacerdotes que tienen las manos llenas con Cristo.


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