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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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Actualmente disponible en: Capítulo 16 de 49 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE DIECISÉIS

LOS REQUISITOS CORRESPONDIENTES
A LA COMUNIÓN DIVINA

(8)

Lectura bíblica: 1 Jn. 2:3-6

En este mensaje continuaremos examinando 1 Juan 2:3-6.

Hemos visto que 2:1 y 2 concluyen lo dicho en 1:5-10 con respecto a nuestra confesión y al perdón de nuestros pecados por parte de Dios. Confesar nuestros pecados es el primer requisito que debemos cumplir para disfrutar de la comunión de la vida divina. Según 2:3-11, el segundo requisito es que guardemos la palabra del Señor y amemos a los hermanos.

UNA SEÑAL QUE INDICA
QUE ESTAMOS EN EL SEÑOR

En 2:5 Juan dice: “Pero el que guarda Su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; en esto sabemos que estamos en Él”. Las palabras en esto de la última frase se refieren al asunto de guardar la palabra del Señor y de que el amor de Dios sea perfeccionado en nosotros. La frase en Él se refiere al hecho de estar en el Señor Jesucristo. Ésta es una expresión enfática, puesto que recalca el hecho de ser uno con el Señor.

Si leemos el contexto de estos versículos, nos daremos cuenta de lo importante que es tener una señal que indique que estamos en el Señor. ¿Cómo podemos comprobar que estamos en el Dios Triuno? ¿Cuál es la evidencia de que verdaderamente estamos en Él? La primera señal de que estamos en Él es que conocemos a Dios por experiencia en nuestra vida diaria.

Cuando Juan habla de conocer a Dios (v. 3), él habla de que debemos conocerle en términos de nuestra experiencia al guardar Sus mandamientos, y no de forma doctrinal. No solamente debemos conocer en doctrina que Dios es todo poderoso y que Él creó los cielos y la tierra; debemos también conocer a Dios por experiencia, de manera que esto afecte nuestra vida diaria. Otros tal vez se pregunten por qué usted no participa de ciertas formas de entretenimiento mundano. La razón por la cual usted no participa de tales cosas es que usted conoce a Dios, que le conoce según Su naturaleza santa. Puesto que la naturaleza santa de Dios no le permite participar de esta clase de entretenimiento, usted se abstiene de ello. Asimismo, si conocemos a Dios según Su naturaleza, esto afectará la manera que hacemos nuestras compras. Conocer a Dios de esta manera también nos hará sinceros para con los demás. Ya que conocemos al Señor según Su naturaleza de sinceridad, no jugaremos a la política. Por lo tanto, la razón por la cual nos comportamos y actuamos de cierta manera no debería ser que seguimos las enseñanzas de la Biblia de forma externa, sino que conocemos la naturaleza y el carácter de Dios, y vivimos según lo que Dios es.

En ocasiones algunos tratarán de convencerle de que usted no necesita ser tan estricto en su modo de vivir. Por ejemplo, quizás le digan que no hay nada de malo con que usted saque tiempo para participar en cierta diversión. Quizás usted podría responderles lo siguiente: “Para mí esto no es cuestión de bueno o malo. Mi testimonio es que yo conozco a mi Dios. Mi Dios es un Dios vivo que mora en mi interior, y yo estoy en Él y soy uno con Él orgánicamente. Eso significa que Su naturaleza llega a ser mía y que lo que Él es llega a ser mi elemento constitutivo. Como resultado, le conozco subjetivamente en mi experiencia. Es por eso que no me conduzco como los demás. Los incrédulos no le tienen a Él, y, por ende, no le conocen ni le experimentan. ¿Saben ustedes por qué me porto como lo hago? Me porto así porque tengo al Señor, porque le conozco y le disfruto. El Señor no solamente es mi vida; Él es mi todo. No vivo conforme a ciertas reglas o exigencias, sino que vivo por la vida divina que está en mí. El Señor mora en mí, y le conozco por experiencia”.


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