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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE VEINTICUATRO

LA UNCIÓN Y LOS ANTICRISTOS

Lectura bíblica: 1 Jn. 2:18-27

En este mensaje quisiera añadir algo acerca de la enseñanza de la unción divina. Ya vimos que la enseñanza de la unción en cuanto a la Trinidad Divina se da en el contexto del crecimiento en vida de los creyentes. También vimos que la enseñanza de la unción divina tiene como finalidad que nosotros permanezcamos en el Dios Triuno.

LA COMUNIÓN Y LA UNCIÓN

La comunión de la vida divina depende de la unción. Esto significa que si hemos de mantener activa la comunión de la vida divina, tenemos que permanecer en el Señor y en la luz. Permanecer en el Señor y en la luz equivale a permanecer en el Dios Triuno.

El Dios Triuno llega a nosotros como Espíritu. Si Dios fuese únicamente el Padre y el Hijo, no podría entrar en nosotros. Es únicamente como Espíritu que el Dios Triuno puede entrar en nuestro espíritu. La palabra unción que aparece en 2:20 y 27 se refiere principalmente al Espíritu, no al Padre o al Hijo. De hecho, el ungüento es el Espíritu, y la unción es el mover de este ungüento. Cuando hablamos de la unción, nos referimos al Dios Triuno que llega a nosotros como Espíritu. Cuando el Dios Triuno entra en nuestro espíritu, Él es el Espíritu vivificante. Este Espíritu vivificante, que mora en nuestro espíritu, se mueve y opera ahora en nosotros. Este mover es la unción.

La unción tiene mucho que ver con que nosotros permanezcamos en el Señor. Nosotros disfrutamos de la comunión de la vida divina con el fin de permanecer en el Señor. El que nosotros permanezcamos en el Señor está absolutamente relacionado con el hecho de que el Señor es el Espíritu que mora en nuestro espíritu. Ésta es la razón por la cual Juan, inmediatamente después de hablarnos de la comunión de la vida divina en la primera sección, nos habla de la enseñanza de la unción divina en la segunda sección de esta epístola. Si no tenemos esta unción, no podremos permanecer en el Señor. Y si no permanecemos en el Señor, no podremos mantener activa la comunión. Más aún, si no mantenemos activa la comunión, no podremos disfrutar de las riquezas de la vida divina. Asimismo, podríamos decir que para disfrutar de las riquezas de la vida divina, necesitamos mantener activa la comunión; que para mantener activa la comunión, tenemos que permanecer en el Señor; y que para permanecer en el Señor, debemos prestar atención a la unción interna, la cual es el mover del Espíritu que mora en nuestro espíritu.

NEGAR LA PERSONA DE CRISTO

En el versículo 18 Juan dice: “Niños, ya es la última hora; y según vosotros oísteis que el anticristo ya viene, así ahora se han presentado muchos anticristos; por esto conocemos que es la última hora”. Un anticristo es diferente de un Cristo falso (Mr. 24:5, 24). Un Cristo falso es uno que, con engaños, quiere hacerse pasar por Cristo; mientras que un anticristo es alguien que niega la deidad de Cristo al afirmar que Jesús no es el Cristo, es decir, es alguien que niega al Padre y al Hijo al declarar que Jesús no es el Hijo de Dios (1 Jn. 2:22-23) y al no confesar que Él vino en carne por medio de la concepción divina del Espíritu Santo (4:2-3). En tiempos del apóstol Juan, muchos herejes, como los gnósticos, los cerintianos y los docetas, enseñaban herejías con respecto a la persona de Cristo, es decir, con respecto a Su divinidad y Su humanidad.

En el versículo 19 Juan dice además: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”. Estos anticristos no habían nacido de Dios y no tenían parte, juntamente con los creyentes, en la comunión de los apóstoles (1:3; Hch. 2:42); por consiguiente, ellos no pertenecían a la iglesia, es decir, al Cuerpo de Cristo. Permanecer con los apóstoles y los creyentes es permanecer en la comunión del Cuerpo de Cristo.

En el versículo 22, Juan dice: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. Confesar que Jesús es el Cristo equivale a confesar que Él es el Hijo de Dios (Mt. 16:16; Jn. 20:31). Por lo tanto, negar que Jesús es el Cristo equivale a negar al Padre y al Hijo. Cualquiera que niegue a la persona divina de Cristo “es anticristo”.


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