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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
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Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE NUEVE

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS
(6)
LA MAXIMA CONSUMACION

Continuamos con el tema de la máxima consumación. Como vimos en el mensaje anterior, el primer punto de esta consumación era Dios expresado y representado. Este era el punto culminante. Basándonos en ese punto, consideraremos varios puntos adicionales.

2) Dios bendijo al hombre
para que fructificara

Dios bendijo al hombre para que éste fructificara, se multiplicara, llenara la tierra y la conquistara (Gn. 1:28). Esto no es algo insignificante. Antes de tener a un hombre que lo expresara y lo representara, Dios no tenía ninguna posibilidad de derramar Su plena bendición. Dios es rico y es rico en bendición, pero antes de la creación del hombre no existía ningún ser que recibiera Su plena bendición. Dios no tenía ninguna posibilidad ni oportunidad de bendecir plenamente a Sus criaturas. Génesis 1 relata que Dios sólo empezó a bendecir cuando los seres vivos llegaron a existir (Gn. 1:22). No obstante, la vida humana está en el nivel en el que puede recibir plenamente la bendición de Dios. Después de crear al hombre, Dios pudo ver en la tierra un ser vivo que llevaba Su imagen y tenía Su señorío. Inmediatamente Dios le concedió al hombre Su plena bendición.

Bendición es una buena palabra. Muchos hablan de la bendición de Dios. A menudo hemos orado: “Oh Señor, bendícenos”. Pero si deseamos recibir la bendición de Dios, debemos satisfacer los requisitos. Una vez más, los requisitos son: llevar la imagen de Dios y tener Su señorío. Si en la casa de usted se expresa la imagen de Dios y Su señorío, puede estar seguro de que allí también estará la bendición de Dios. La bendición de Dios siempre viene con Su imagen y Su señorío. En otras palabras, la bendición de Dios siempre va adonde se encuentren Su expresión y Su representación.

La bendición de Dios está siempre con el sacerdocio y con el reinado. Vemos esto en el caso de Melquisedec. El era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, y bendijo a Abraham (Gn. 14:17-19). La bendición siempre va acompañada del sacerdocio y del reinado. Si la iglesia busca la bendición de Dios, debe tener el sacerdocio y el reinado. ¿Qué significan el sacerdocio y el reinado? Significan simplemente la imagen de Dios y Su señorío. El sacerdocio expresa la imagen de Dios, y el reinado manifiesta Su señorío. Mientras ejerzamos el sacerdocio para tener contacto con Dios, contemplar a Dios y reflejar la imagen de Su gloria, tendremos el reinado. La bendición de Dios vendrá inmediatamente.

Dios bendijo al hombre para que éste fuese fructífero, se multiplicara y llenara la tierra. La bendición es la fructificación, el aumento, la multiplicación y el llenar de la tierra. Supongamos que Adán, el hombre corporativo, hubiese sido hecho a la imagen de un escorpión o de una serpiente, y que Dios hubiese bendecido al escorpión y a la serpiente para que se multiplicaran y llenasen la tierra. La tierra se habría llenado de escorpiones y de serpientes. ¡Qué horrible sería la tierra! En tal caso, yo preferiría no haber nacido. Supongamos que usted tiene doscientos escorpiones en su cuarto y doscientas serpientes en su salón. Aquello no sería una bendición, sino una maldición. Pero Dios creó al hombre a Su imagen, y le dio autoridad a fin de que ejerciera el señorío para el Todopoderoso en la tierra. Dicho hombre estaba listo para recibir la bendición de Dios. La bendición de Dios consistía en capacitar a ese hombre para que fuese fructífero. Uno se multiplicaría en diez, diez en ciento, ciento en mil, mil en cien mil, cien mil en un millón, un millón en un billón, hasta que toda la tierra se llenase de rostros hermosos que expresaran y representaran a Dios.

Aunque los seres humanos están caídos, les queda algo maravilloso. Lo maravilloso que tienen es la imagen de Dios. Hay personas que quieren a los perros, pero el amor por un perro es muy diferente del amor por un ser humano. Por muy bueno que sea un perro, no es tan digno de amor como un ser humano. Se puede amar a todos los seres humanos porque cada ser humano lleva la imagen de Dios. Por muy caídos que estén los seres humanos, todos ellos llevan la imagen de Dios.

En la vida de iglesia actual, somos el verdadero hombre que lleva la imagen de Dios y que ejerce el señorío de Dios. En la vida de iglesia estamos listos para que Dios intervenga y nos conceda Su bendición. La medida de bendición que Dios da depende de cuánto lo expresemos y lo representemos. Si lo expresamos y lo representamos de una manera apropiada, ciertamente recibiremos Su plena bendición, la cual se relaciona con la multiplicación y con llevar fruto.

Ahora quisiera compartir acerca de la predicación del evangelio. En el campo cristiano, incluso en la predicación del evangelio, todo se ha deteriorado por la práctica deficiente de los siglos pasados. La verdadera predicación del evangelio no es solamente una obra exterior. La verdadera predicación del evangelio consiste en llevar fruto como resultado de la vida interior. En Mateo, Marcos y Lucas el Señor Jesús nos exhortó a ir a predicar el evangelio y a hacer discípulos a las naciones, pero en Juan dijo que debemos llevar fruto. La predicación es una cosa, pero llevar fruto es otra. La verdadera predicación del evangelio no consiste en convencer a la gente con doctrinas, ni en someter sus ideas y cambiar sus conceptos. La verdadera predicación del evangelio consiste en ministrar vida a los demás. La fructificación es el reboso de las riquezas de la vida interior. Considere la rama de un árbol lleno de savia vital. La rama rebosa de vida y este reboso produce vida. El fruto es el resultado de la riqueza interior de la vida. Debemos entender que la predicación del evangelio debe consistir en llevar fruto y que llevar fruto proviene de la bendición de Dios. Aunque debemos orar por la predicación del evangelio, no se trata simplemente de esforzarnos. Debemos recibir la bendición de Dios. Si una iglesia desea aumentar, ciertamente debe predicar el evangelio. No obstante, si la predicación del evangelio no se encuentra bajo la bendición de Dios, no obtendremos nada, por muchos esfuerzos que hagamos. El fruto ganado no tendrá cara de hombre, sino de escorpiones. Usted puede traer mucha gente, pero cuando Dios mire a esas personas, le dirá: “Este es un escorpión, ése es una serpiente, y aquél es una rana. Efectivamente trajiste muchas personas, pero pocos tienen el rostro adecuado que me exprese a Mí”. ¿Qué clase de personas va a traer usted? ¿Personas con rostro de escorpión o personas con hermosos rostros que expresen a Dios mismo? El fruto que usted lleva es una expresión de lo que usted es. Si usted es un manzano, nunca podrá producir naranjas. Si es un melocotonero, nunca podrá producir plátanos. Para producir plátanos, debe ser un platanero. Si usted es un árbol de conocimiento, no espere llevar el fruto de la vida. El árbol de vida es el único que puede producir vida. Todos debemos esforzarnos por predicar el evangelio, pero consideremos lo que somos. Si somos hechos a la imagen de Dios y si tenemos el señorío de Dios, ciertamente conduciremos a otros a la imagen de Dios y al señorío de Dios. Todas las iglesias locales necesitan aumentar en número, pero jamás usen artimañas, ya que pueden producir “moabitas” en lugar de fruto apropiado.

Dios le prometió a Abraham una simiente. Dios estaba probando a Abraham hasta que a éste se le agotara la energía natural. Entonces El le dio descendencia. Mientras Abraham estaba siendo probado por Dios, a su esposa se le ocurrió un buen plan (Gn. 16:1-2). Y dicha propuesta dio resultado. Sin embargo, no produjo a Isaac, lo que Dios deseaba, sino a Ismael, a quien Dios rechazó. Estos dos nombres, Isaac e Ismael, empiezan con “Is”. Se parecen mucho. Todas las iglesias necesitan incrementarse, pero no imiten a Sara. No produzcan ismaelitas.

También tenemos el caso de las dos hijas de Lot (Gn. 19:30-38). ¿Recuerda usted cómo hablaron de llevar fruto? Dijeron: “Es posible que nuestro padre no tenga ningún descendiente. Hagamos algo para ayudarle a producir un heredero”. Hicieron algo, y funcionó. Produjeron a los moabitas y a los amonitas. Muchos cristianos actuales producen ismaelitas, moabitas o amonitas. Más nos vale no tener ningún descendiente de ésos.

Debemos ser hombres que lleven la imagen de Dios y que ejerzan Su autoridad. Entonces estaremos bajo la bendición de Dios, y así seremos fructíferos y nos multiplicaremos. Los rostros humanos con la imagen de Dios llenarán la tierra. Este es uno de los puntos de la máxima consumación. No se imagine que la predicación del evangelio es algo pobre. Debe ser algo elevado. La predicación del evangelio debe ser el punto culminante, y no debe producir ni ismaelitas ni moabitas ni amonitas, sino Isaacs.

Nosotros los cristianos siempre tenemos un sueño vano. Citamos el relato de Hechos donde dice que 3000 fueron salvos el día de Pentecostés y que 5000 fueron salvos en otra ocasión. Aunque este dato aparece allí, la multiplicación de los seres humanos no puede producirse con demasiada rapidez. Pueden necesitarse veinte años para producir una generación. Uno no puede obtener una generación en cinco años. A los cinco años, una persona todavía es un niño. Incluso a los quince años de edad es un adolescente. Generalmente se necesitan veinte años para producir una generación de seres humanos. Resulta fácil hacer flores artificiales. En una sola noche podemos llenar este cuarto de reunión con flores, pero todas serán artificiales. Sin embargo, para cultivar un huerto se necesita tiempo. Si usted mira un huerto por la mañana, presentará prácticamente el mismo aspecto que el día anterior. Pasará lo mismo el día siguiente, y cada día se parecerá al día anterior. Se pueden necesitar varios años para cultivar árboles que lleven fruto. Pero, ¡aleluya!, una vez que crecen, se multiplican. Esta es la vida de la iglesia. Todas las iglesias necesitan incrementarse, pero no queremos el aumento como el de los hongos, que se produce de un día para otro. Necesitamos el incremento que proviene de la imagen y del señorío de Dios bajo Su bendición. Esto requiere tiempo.


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