Información del libro

Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 44 de 46 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE CUARENTA Y CUATRO

ANDAR POR EL ESPIRITU COMO HIJOS DE DIOS
(1)

Lectura bíblica: Ro. 8:2, 4-6, 9-11, 13-16, 23, 26, 29; Gá. 3:2-3, 5, 11b-14, 26; 4:4-6, 29; 5:16-18

En el Nuevo Testamento, los libros de Gálatas y Romanos ocupan juntos una categoría especial. Estos dos libros no sólo revelan la redención provista por Dios, sino también la economía de esta redención. La redención es una cosa y la economía de la redención es otra. Muchos cristianos, cuando leen los libros de Romanos y Gálatas, fácilmente pueden ver el asunto de la redención. Sin embargo, muy pocos pueden ver la economía de Dios tocante a la redención, porque este asunto se encuentra un poco escondido en esos dos libros. Aunque la palabra “economía” no puede ser encontrada en Romanos ni tampoco en Gálatas, el hecho relacionado con la economía de la redención puede no obstante verse en esos libros. Nuestra carga en este mensaje es considerar la economía de Dios en la redención que El provee.

LA META DE DIOS EN LA REDENCION

Aunque se habla de la redención tanto en Romanos como en Gálatas, la redención no es la meta de Dios. Más bien, la redención es un proceso o paso hacia la meta. En la economía de Dios, la redención se usa para originar un cierto producto o resultado. ¿Cuál es la meta de Dios en la redención? Además, ¿cuál es el resultado que se produce mediante la redención efectuada por Dios? La respuesta a ambas preguntas es la filiación. La filiación es la meta de Dios en la redención, y también es el producto del proceso de redención. No obstante, muchos cristianos solamente ven que Romanos habla de la justificación por fe. No ven la filiación divina en el libro de Romanos. Si leemos Romanos detenidamente, veremos que los primeros cuatro capítulos hablan en su mayor parte de lo relacionado con la justificación por fe. A partir del capítulo cinco, Pablo avanza hacia la meta de la filiación. Según la revelación encontrada en el libro de Romanos, Dios está transformando pecadores en hijos de Dios. Por consiguiente, el libro de Romanos nos muestra cómo Dios está en el proceso de producir hijos a partir de pecadores. Aquí vemos la economía de Dios. La economía de Dios no consiste simplemente en redimir pecadores perdidos. Su economía consiste en redimir pecadores con miras a hacerlos Sus hijos. En la economía de Dios, los dos principales asuntos son la redención y la filiación.

En la Biblia, la Trinidad, es decir, el Padre, el Hijo y el Espíritu, no es una doctrina, teología o enseñanza. La Trinidad es para la economía de Dios. En Su economía, Dios el Padre es el que hace el plan, el que le da forma a un propósito eterno. Debido a que El tiene un propósito, un plan, El tiene muchos arreglos que corresponden con Su propósito. En la Trinidad, Dios el Padre es la fuente, Aquel que hace el plan para efectuar Su economía. Para la ejecución de la economía divina, dos asuntos de vital importancia deben ser llevados a cabo: la redención y la filiación. En Gálatas 4 vemos que el Padre envió a Su Hijo a efectuar la redención (vs. 4-5). Después El envió el Espíritu de Su Hijo para producir la filiación. Así que, para llevar a cabo Su economía, el Padre primero envió al Hijo y después al Espíritu.

Gálatas 4:4 y 5 dice: “Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la filiación”. Para llevar a cabo la filiación, era necesario que el Hijo de Dios viniera a ser un ser humano, nacido de mujer y nacido bajo la ley. A fin de vestirse de humanidad, de naturaleza humana, El tuvo que “nacer de una mujer”. Es una herejía decir que María fue la madre de Dios. Aunque Jesús era Dios en la carne como hombre, María no fue la madre de Dios. Ella fue la madre del hombre Jesús. Por nacer de una mujer, Jesús, el Hijo de Dios, fue un hombre de sangre y carne (He. 2:14). Si El no hubiera tenido sangre y carne, el Hijo de Dios no hubiera tenido manera de efectuar la redención. La redención requiere derramamiento de sangre.

Después de que el Hijo de Dios efectuó la redención para nosotros, el Espíritu fue enviado para llevar a cabo la filiación y para hacer que ésta fuera real para nosotros en nuestra experiencia. El Espíritu fue enviado para hacer a todos los redimidos hijos de Dios. Por lo tanto, Cristo vino para la redención y el Espíritu vino para la filiación. Cristo nos redimió, y el Espíritu imparte la vida divina en nosotros para hacernos hijos de Dios.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top