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Estudio-vida de 1 y 2 Samuelpor Witness Lee

ISBN: 0-7363-1280-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 38 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE 1 Y 2 SAMUEL

MENSAJE ONCE

LA HISTORIA DE SAUL

(4)

LA DESOBEDIENCIA DE SAUL AL
DERROTAR A LOS AMALECITAS

Lectura bíblica: 1 S. 15

El capítulo 15 de 1 Samuel relata la desobediencia de Saúl al derrotar a los amalecitas. Saúl venció al enemigo, pero desobedeció por completo a Dios. Esta experiencia dejó al descubierto de forma total al verdadero Saúl, al cual abandonaron más tarde Dios y Samuel. Este capítulo contiene una lección importante para nosotros hoy.

I. EN TIPOLOGIA, LOS AMALECITAS
REPRESENTAN LA CARNE, EL HOMBRE CAIDO

En tipología, los amalecitas representan la carne, el hombre caído (Ex. 17:8-16; Gn. 6:3a; Ro. 3:20a). En la revelación divina bíblica no se halla ninguna indicación de que Dios haya creado la carne. El creó al hombre, pero éste cayó y se convirtió en carne. Génesis 6:3 indica que cuando el hombre se hizo carne, Dios ya no pudo hacer nada con él. En Romanos 3:20a dice: “Ya que por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de El”. La expresión ninguna carne significa ningún hombre carnal. Toda la humanidad se ha convertido en carne. En cuanto a nosotros, los creyentes de Cristo, ya somos salvos sin embargo, muchos de nosotros todavía vivimos en la carne.

En el universo, el verdadero enemigo de Dios no es Satanás, sino nosotros mismos. Mientras permanezcamos en la condición carnal, seremos enemigos de Dios (Ro. 8:7). Satanás puede oponerse a Dios porque nuestra carne está totalmente unida a él. Todos los problemas por los que se pasa en la vida de iglesia, provienen de la carne. La carne es el mayor problema que Dios enfrenta.

En nuestra vida cotidiana siempre estamos en el espíritu, o en la carne. Si ejercitamos nuestro espíritu, la visión es clara y creemos que la iglesia, los ancianos y el recobro son maravillosos, pero si permanecemos en la carne, la visión se nubla, de tal manera que los ancianos nos molestan, y es posible que hasta queramos irnos del recobro. Cada vez que nos demos cuenta de que estamos en la carne, la cual es el enemigo de Dios y la fuente de los problemas en la vida de iglesia, debemos orar y pedirle al Señor que nos perdone.

II. LOS AMALECITAS OFENDIERON A DIOS AL OPONERSE A ISRAEL CUANDO ESTE SUBIA DE EGIPTO

En 1 Samuel 15:2, Jehová declara: “Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto”. En la guerra con Amalec que se describe en Exodo 17:8-16, Moisés está en la cumbre del collado con la vara de Dios en su mano, y Josué sale al combate con hombres escogidos a derrotar a Amalec. Mientras Josué luchaba, Moisés oraba. Después de la victoria de Josué sobre Amalec, Dios declara que tendría “guerra con Amalec de generación en generación” (v. 16). Esto muestra la importancia que Dios le dio a la provocación de los amalecitas. Durante la época de 1 Samuel 15:2, Dios declara que castigaría a los amalecitas por lo que hicieron a Israel.

III. JEHOVA LE DA UN MANDATO A SAUL

Saúl, después de ser ungido como líder del pueblo de Dios, derrotó a los amonitas y a los filisteos. Posteriormente, cuando los amalecitas se levantaron para impedir que se estableciera el reino de Dios, Dios le manda a Saúl que los destruya, diciéndole: “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos” (v. 3). Al pedirle que destruyera a los amalecitas, quienes representan la carne, el enemigo principal de Dios, Dios en Su sabiduría puso a Saúl en un aprieto a fin de probarlo.

IV. SAUL ATACA A LOS AMALECITAS

Los versículos 4-9 describen el ataque de Saúl contra los amalecitas. Saúl convocó al pueblo y le pasó revista: 200,000 hombres a pie y 10,000 hombres de Judá (v. 4). Saúl vino entonces a la ciudad de Amalec y puso emboscada en el valle (v. 5). Antes de herir a los amalecitas, Saúl pide a los ceneos que se alejen para preservarles la vida pues habían mostrado misericordia a todos los hijos de Israel cuando ellos subieron de Egipto (v. 6). Entonces Saúl derrota a los amalecitas y toma vivo a Agag, su rey (vs. 7-8a). Saúl mató a filo de espada a todo el pueblo amalecita, pero perdonó “a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron” (vs. 8b-9). Saúl vio esto como una oportunidad para hacerse rico. El quería edificar su propia monarquía dentro del reino de Dios.


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