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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
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Actualmente disponible en: Capítulo 68 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE SESENTA Y OCHO

LA PRIMERA ORDENANZA DE LA LEY EN CUANTO
A LA RELACION DEL HOMBRE CON EL PROJIMO

Lectura bíblica: Ex. 21:1-6; Fil. 2:7-8; Is. 50:4-5; Sal. 40:6-8; Mt. 20:28

De los capítulos veintiuno al veintitrés de Exodo, vemos muchas ordenanzas. En este mensaje, estudiaremos la primera de las ordenanzas acerca de la relación del hombre con los demás (21:1-6).

En el Antiguo Testamento, una ordenanza añadía detalles a los diez mandamientos o los complementaba. Casi todas las ordenanzas de Exodo 21 al 23 están relacionadas con el hombre. No obstante, como hemos mencionado, en 20:22-26, vemos una ordenanza acerca de la adoración a Dios. Esta es una ordenanza especial, una ordenanza extraordinaria, pues no se refiere a la relación del hombre con los demás, sino a la relación del hombre para con Dios. No cabe duda que 20:22-26 complementa el segundo y el tercer mandamiento y añade también detalles a estos mandamientos. El segundo y tercer mandamiento no nos dicen como adorar a Dios. Sin embargo, en 20:22-26, vemos que debemos adorar a Dios mediante un altar y con sacrificios. El altar tipifica la cruz, y los sacrificios tipifican a Cristo. Por consiguiente, debemos adorar a Dios por medio de la cruz y con Cristo.

La secuencia de las ordenanzas acerca de la relación del hombre con sus semejantes parecerá rara porque la primera ordenanza concierne la relación entre un amo y su esclavo. Si hubiéramos escrito esta parte de la Biblia, probablemente habríamos puesto otras ordenanzas en primer lugar, quizá una ordenanza acerca de los hijos y los padres. Tal vez hubiéramos seguido la secuencia de Pablo en Efesios y Colosenses y hubiéramos hablado de esposas, esposos, hijos y padres antes de hablar de esclavos y amos. Es extraño y muy significativo que las ordenanzas de estos tres capítulos comiencen con la esclavitud. Es importante conocer la razón de esto.

EL ESPIRITU DE LA PRIMERA ORDENANZA

Una de las mejores maneras de entender la Biblia es intentar tocar el espíritu de la porción de la Palabra que estamos estudiando. Podemos preguntarnos: ¿cuál es el espíritu de esta ordenanza en 21:1-6? Es correcto decir que el espíritu de esta ordenanza es el amor y también la obediencia. No obstante, hay otra cosa involucrada, un prerequisito del amor y también de la obediencia.

¿Cómo podemos amar y ser obedientes? Encontramos la respuesta a esta pregunta en Filipenses 2:7-8. Allí Pablo nos dice que el Señor Jesús “se despojó a Sí mismo, tomando forma de esclavo, haciéndose semejante a los hombres y hallado en Su porte exterior como hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Primero el Señor Jesús se vació a Sí mismo y luego se humilló. En Filipenses 2, se nos presenta a Cristo como nuestro modelo. Como modelo para los creyentes, El es ejemplo de una vida humana adecuada. Este modelo no representa a alguien de prestigio en la sociedad; por el contrario, es el modelo de un esclavo. Cristo era igual a Dios y tenía el grado más elevado en el universo, pero El se hizo una persona del nivel más bajo de la sociedad. Aquel que era igual a Dios no sólo se hizo hombre, sino que llegó a ser un esclavo. En esto El se vació y se humilló. Los que desean seguir este modelo también deben vaciarse a sí mismos y humillarse.

Guardar las ordenanzas de la ley tiene mucho que ver con el hecho de tomar la forma de esclavo. No existe ni una sola nación donde toda la gente esté dispuesta a guardar la ley. Por el contrario, muchos intentan escaparse de la ley e incluso contratan abogados para ayudarles en esto. Puesto que la gente no está dispuesta a guardar las leyes, cuando Dios dio los Diez Mandamientos, El habló de la gente que lo ama a El y dijo que mostraría misericordia a aquellos que lo aman (20:6). Esto indica que no podemos guardar los mandamientos de Dios a menos que lo amemos. Del mismo modo, existe un requisito para guardar todas las ordenanzas detalladas de la ley: estar dispuesto a ser un esclavo. El único que puede cumplir todas las ordenanzas de la ley es aquel que está dispuesto a ser un esclavo. Un esclavo no insiste en sus derechos. El sólo sabe servir y sacrificarse, y no se preocupa por sus propios intereses. Un esclavo siempre debe preocuparse por los demás. Este espíritu del esclavo es el espíritu de las ordenanzas en Exodo 21 al 23. Los que intentan guardar las ordenanzas descritas en estos capítulos primero deben convertirse en esclavos.

Este principio se aplica también a nuestro vivir como cristianos hoy en día. Gálatas 5:13 afirma que fuimos llamados a la libertad, pero que debemos servirnos unos a otros como esclavos en amor. Si deseamos ser un buen esposo o esposa o un buen padre, debemos ser un esclavo. Esto significa que un padre debe ser un esclavo para sus hijos. Sólo así puede ser un buen padre.

Ser un esclavo consiste en tener el espíritu de sacrificio. Un esclavo es aquel que no se aferra a sus propios derechos, sino que está siempre dispuesto a servir a los demás y a sacrificarse a sí mismo por ellos. En Estados Unidos, si todos tuviesen este espíritu, la vida en este país sería el paraíso en la tierra. No habría abogados, pues nadie pelearía por sus derechos. La razón por la cual la gente se enfrenta unos a otros es que cada uno se preocupa por sus propios intereses y derechos. ¡Cuán diferente sería la situación si todos los hombres llegasen a ser esclavos que se sacrifican y sirven en lugar de pelear por sus propios intereses!

¿Percibe usted el espíritu de las ordenanzas en estos capítulos? El espíritu que cumple todas estas ordenanzas es un espíritu de servicio y de sacrificio. Si los israelitas no tuvieran esta clase de espíritu, no podrían guardar las ordenanzas. No obstante, ellos pudiesen haber guardado las ordenanzas si estaban dispuestos a vaciarse a sí mismos, humillarse, rebajarse, sacrificar sus derechos, y servir a los demás. Entonces vivirían por los demás y no para sí mismos.

El Señor Jesús y también el apóstol Pablo recalcaron que guardar la ley es un asunto de amor. Cuando le preguntaron al Señor Jesús cuál era el principal mandamiento, El contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza” (Mr. 12:30). Veamos lo que dice Pablo en Romanos 13:8 y 10 “el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”, porque “el cumplimiento de la ley es el amor”. En Gálatas 5:14, Pablo declara: “toda la ley en esta sola palabra se cumple: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¿Cómo podemos amar a los demás si mantenemos nuestro rango y si peleamos por nuestros derechos e intereses? Hacer esto muestra que nos amamos solamente a nosotros mismos. Entonces, en lugar de guardar las ordenanzas de la ley, las quebrantaremos. Para guardar las ordenanzas, debemos vaciarnos a nosotros mismos, humillarnos, tomar la posición más baja, y considerar que no somos nada. Debemos estar dispuestos a sacrificar nuestra posición, derechos e intereses. Esto es ser esclavo, una persona que no reconoce otra cosa que servir a los demás y sacrificarse por ellos.

Si discernimos el espíritu detrás de todas las ordenanzas de Exodo 21 al 23, entenderemos la razón por la cual al principio de estos capítulos se recalca la esclavitud. Ciertamente las ordenanzas de Dios son totalmente distintas a las leyes del hombre. En la ley humana no hay lugar para la humildad ni el amor. Pero, el requisito para cumplir las ordenanzas divinas es vaciarse, humillarse, no reclamar nada para sí mismo, y sacrificarse para servir a los demás.


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