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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE CINCUENTA Y CUATRO

UNA VIDA QUE CONCUERDA
CON LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS
Y QUE LA CUMPLE

(3)

Lectura bíblica: Mr. 1:1, 10-11; 9:1-9; Hch. 21:18-24

LA SUBSTANCIA DE LA ECONOMIA
NEOTESTAMENTARIA DE DIOS

En el mensaje anterior dijimos que hay una diferencia importante entre la epístola de Jacobo y el evangelio de Marcos. Aquella presenta una experiencia que no coincide con la economía divina, mientras que éste habla de una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios. En efecto, la vida que describe este evangelio es la realidad, la sustancia y el modelo de dicha economía.

Quizás usted se pregunte cuál sea nuestra base para afirmar que en el Evangelio de Marcos vemos una vida que representa la sustancia de la economía neotestamentaria de Dios. Nuestra base es que la vida que llevó el Señor Jesús expresó a Dios. Según el Evangelio de Marcos, no hay ningún indicio de que el Señor Jesús simplemente observara la ley ni que viviera según los preceptos de la misma. Además, tampoco se indica que El tomó el bien como la norma de su vida. ¿Cómo vivió entonces el Señor Jesús? Vivió a Dios y le expresó. Todo lo que El hacía, lo hacía Dios en El y por medio de El. Esto significa que el Señor Jesús no se rigió simplemente por la ley ni por la ética humana, sino que fue una persona que vivió a Dios y le expresó en todo cuanto dijo e hizo.

VIVIR EN EL REINO DE DIOS

Puedo asegurarles que nadie ha vivido jamás como vivió el Señor Jesús. Las biografías de otras personas tal vez indiquen que ellas eran buenas o que procuraron guardar la ley de Dios. Pero el Señor Jesús es el único que vivió a Dios y le expresó plenamente. Por supuesto, El nunca transgredió la ley ni hizo nada indebido. No obstante, lo crucial de Su vida no fue que guardó la ley ni que hizo el bien, sino que vivió a Dios y le expresó. No vivió en la esfera de la ley ni del bien, sino en un reino totalmente diferente: el reino de Dios.

¿Vive usted en el reino de Dios? Tal vez digamos que sí, pero en la vida práctica es posible que vivamos en otra esfera. En lugar de vivir en el reino de Dios, quizás vivamos en el reino de la ley, la ética o la moralidad. A través de los siglos, muchos creyentes han vivido en estos reinos, pero no en el reino de Dios.

Entre los cristianos se ha hablado mucho acerca de la santidad, especialmente desde la época de Juan Wesley. Según algunos, la santidad tiene que ver con la perfección impecable. Otros piensan que consiste en cumplir ciertos reglamentos relacionados con la manera de vestir. Estos preceptos no se hallan en el reino de Dios, sino que pertenecen a otro reino, tal vez al reino del bien.

Las personas que viven en el reino de Dios poseen a Dios como vida y le viven. Dios vive en ellas, por medio de ellas y se expresa desde el interior de ellas, y como resultado llevan una vida que expresa al propio Dios. Dios es la santidad, la moralidad y la ética auténticas. Así que, poseer a Dios como vida y vivirle equivale a llevar una vida en un plano más elevado que el de la moralidad o la ética.

UNA VIDA QUE PRODUCE AL CUERPO DE CRISTO

La única vida que produce al Cuerpo de Cristo es la que experimenta a Dios y le expresa. Vivir de cualquier otro modo siempre daña al Cuerpo. Lo que ha fragmentado la iglesia a lo largo de su historia no han sido las cosas malas principalmente, sino las cosas buenas que no son el propio Dios. Si a los cristianos sólo les interesara Dios, poseerlo como vida y vivirle, no habría ninguna división entre ellos.

Si Dios fuera nuestro único interés no habría ninguna división, pues Dios es uno solo. En Efesios 4:4-6 Pablo habla de un Cuerpo, un Espíritu, un Señor y un Dios y Padre. Si vemos la unidad que ahí se menciona, sabremos guardar la unidad del Cuerpo de Cristo, la unidad que en efecto es el propio Dios Triuno. Si todos poseemos a Dios como nuestra santidad, justicia y el todo para nosotros, no habrá ninguna división entre nosotros. Pero si poseemos algo además de Dios, surgirán divisiones. Todo lo que poseamos además del propio Dios constituye un factor de división.

El deseo de Dios en Su recobro es hacer que volvamos a Su economía neotestamentaria, de la cual la vida del Señor Jesús es el modelo, según lo presenta el Evangelio de Marcos. Ni siquiera en los escritos de Pablo se ve un modelo tan completo, pues él mismo se distrajo de la economía neotestamentaria de Dios por lo menos una vez. Ni aun Pablo constituye un modelo completo de dicha economía.


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