Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje hablaremos acerca de la entrada del atrio del tabernáculo. Tal vez nos parezca que la entrada es el aspecto más sencillo del atrio. No obstante, cuando comenzamos a estudiar este asunto, encontramos que no es tan sencillo. Tal vez algunos de los puntos que mencionaremos en este mensaje sean conceptos nuevos para nosotros.
Lo primero que quiero hacer es impresionarlos con la apariencia de la entrada. Al estudiar los tipos que se encuentran en el Antiguo Testamento, debemos prestar atención tanto al contenido como a la apariencia. Los tipos presentados en el libro de Exodo tienen dos aspectos: el aspecto del contenido y el de la apariencia. Por ejemplo, el altar del holocausto tiene una apariencia específica. Además, el enrejado, los anillos y las varas son el contenido del altar. En mensajes acerca del atrio, vimos el contenido y la apariencia de éste.
La entrada del atrio del tabernáculo, así como la entrada de cualquier otro edificio, tiene una apariencia particular. La entrada delantera o la puerta de un edificio tiene una apariencia que atrae la atención de la gente. Lo mismo sucede con el tabernáculo. Cuando alguien se iba acercando al tabernáculo desde lejos, podía ver la entrada del atrio. En esta entrada había algo que representaba la apariencia del edificio de Dios. La primera impresión que uno tendría del tabernáculo y del atrio, era la de la entrada y las colgaduras que estaban a los dos lados de la entrada.
No es difícil recordar la descripción de la parte delantera del atrio. Esta medía cincuenta codos de ancho y tenía diez columnas. A cada lado de la entrada había una colgadura de lino que medía quince codos de largo. Exodo 27:14 y 15 dice: “Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas. Y al otro lado, quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas”. El versículo 16 describe la entrada con su cortina: “Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas”. Mientras estudiamos el atrio del tabernáculo, debemos prestar atención a los números tres y cuatro. A cada lado de la entrada, había tres columnas y tres basas. Además, a cada lado había tres espacios cubiertos por una colgadura que medía quince codos de largo. El número quince, compuesto de tres multiplicado por cinco, representa la responsabilidad que Cristo llevó para cumplir los requisitos del Dios Triuno. El hecho de que hubieran tres columnas y tres basas a cada lado significa que tanto la base como la posición se igualan al Dios Triuno. Además, los dos lados de la entrada representan un testimonio, ya que el dos es el número de testimonio.
Como hemos visto, la entrada medía veinte codos de largo. Había cuatro espacios abiertos entre las cuatro columnas y cuatro basas. El número veinte aquí, se compone de cuatro multiplicado por cinco, lo que representa a Cristo, quien lleva la responsabilidad por los hombres, las criaturas. Los cuatro espacios abiertos con las cuatro columnas y las cuatro basas demuestran la entrada que se abre para los hombres de los cuatro confines de la tierra (véase 27:2, 4).
La cortina como tal representa al Cristo que redime como nuestra entrada al edificio de Dios. El azul representa algo celestial; el púrpura, algo de la realeza; el carmesí, algo de la redención; el lino fino torcido, algo estable, y de un vivir humano firme; y la obra de recamador, la obra de constitución que lleva a cabo el Espíritu Santo.
Le daremos énfasis a los números tres y cuatro. A cada lado había tres grupos de tres: tres columnas, tres basas y tres espacios. En la entrada había cuatro grupos de cuatro: cuatro columnas, cuatro basas y cuatro espacios entre ellas.
Ahora quisiera que interpretáramos este cuadro. ¿Cuál es el significado de la parte delantera del tabernáculo con la entrada? En realidad, no se necesita mucha destreza para interpretar este cuadro, ya que tenemos el alfabeto espiritual ante nuestros ojos. El cuatro representa a la criatura, y el tres representa al Dios Triuno en la resurrección. Los dos lados, cada uno con el número tres, representa un testimonio. En la entrada tenemos el número cuatro, el cual representa a las criaturas. Por lo tanto, a cada lado tenemos a Dios, representado por el número tres, y en medio tenemos al hombre, la criatura, representado por el número cuatro. Esto quiere decir que el Dios Triuno es llevado por el hombre o que el hombre lleva a Dios como un testimonio. La apariencia de la parte delantera del atrio es la del hombre que lleva al Dios Triuno como un testimonio. Esto es muy significativo.
Ahora debemos ver que este Dios Triuno al cual llevamos como testimonio está involucrado con el hombre. Mas bien, El está en el hombre. El Dios Triuno a quien llevamos como testimonio ya no es un número tres por sí solo, sino que es el número tres junto con el número cuatro, es decir, que ahora el tres se ha unido con el cuatro. Esto quiere decir que llevamos al Dios Triuno dentro del hombre como un testimonio. Sin duda alguna, el número principal aquí es el tres. El número cuatro se encuentra subordinado. Dios con el hombre o Dios en el hombre, es a quien llevamos como un testimonio.
Ahora debemos seguir adelante para ver por qué se presenta este cuadro al frente de la entrada del tabernáculo. En cuanto a esto, Juan 16:8-11 nos ayuda. Al hablar acerca del Espíritu de realidad, estos versículos dicen: “Convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en Mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. Por supuesto el capítulo dieciséis de Juan es una continuación de los capítulos catorce y quince y precede al capítulo diecisiete. Estos cuatro capítulos forman un conjunto. Si tenemos el entendimiento apropiado de estos capítulos, veremos que éstos nos muestran a Dios como un testimonio. Además, en este capítulo el Dios Triuno está mezclado con el hombre. En esta porción del evangelio de Juan, el Señor nos habla del Padre, del Hijo y del Espíritu. Estos tres son uno. Todos los que creen en Cristo serán perfeccionados en unidad en el Dios Triuno (Jn. 17:23). Por lo tanto, en estos capítulos vemos al Dios Triuno mezclado con el hombre y al hombre llevando al Dios Triuno como un testimonio.
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