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Estudio-vida de Gálataspor Witness Lee

ISBN: 0-87083-671-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 14 de 46 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE GALATAS

MENSAJE CATORCE

EL OIR CON FE EN CONTRASTE
CON LAS OBRAS DE LA LEY

Lectura bíblica: Gá. 3:2, 5, 3, 20, 9, 14, 22-25; Ro. 7:10-11, 24; 8:2, 6, 10-11, 30

Gálatas 3:2 dice: “Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?”. Sin duda alguna, hemos recibido el Espíritu por el oír con fe, no por las obras de la ley.

En 3:5 Pablo además les pregunta a los creyentes gálatas: “Aquel, pues, que os suministra abundantemente el Espíritu, y hace obras de poder entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?”. Dios nos suministra el Espíritu también por el oír con fe, de ningún modo por las obras de la ley.

EL SUMINISTRAR Y EL RECIBIR

La economía neotestamentaria de Dios es un asunto de suministrar el Espíritu y de recibirlo. Por Su parte, Dios suministra el Espíritu; por la nuestra, nosotros recibimos el Espíritu. La suministración del Espíritu y la recepción del mismo no ocurre de una sola vez para siempre. Todo lo contrario, es algo continuo. Conforme a 3:2, ya hemos recibido el Espíritu. Pero según 3:5, Dios sigue suministrándonos todavía el Espíritu. Día tras día Dios nos suministra el Espíritu y día tras día recibimos esta suministración del Espíritu. Por consiguiente, por nuestra experiencia sabemos que el suministro del Espíritu y el recibir del Espíritu es algo que ocurre todo el tiempo.

EL CONTRASTE ENTRE LA FE Y LA LEY

Tanto la suministración como la recepción del Espíritu ocurren por el oír con fe, no por las obras de la ley. La ley era la base para la relación entre el hombre y Dios en la economía antiguotestamentaria de Dios (3:23); la fe es el único requisito para que el hombre tenga contacto con Dios en Su economía neotestamentaria (He. 11:6). La ley está relacionada con la carne (Ro. 7:5) y depende de los esfuerzos de la carne, la misma carne que es la expresión del “yo”. La fe está relacionada con el Espíritu y confía en la operación de éste, el mismo Espíritu que es Cristo como realidad. En el Antiguo Testamento, el “yo” y la carne desempeñaban un papel importante en la observancia de la ley. En el Nuevo Testamento, Cristo y el Espíritu asumen la posición anteriormente ocupada por el “yo” y la carne, y la fe reemplaza a la ley a fin de que vivamos a Cristo por el Espíritu. Guardar la ley por medio de la carne es la manera natural del hombre; reside en las tinieblas del concepto humano y da como resultado muerte y miseria (Ro. 7:10-11, 24). Recibir el Espíritu por fe es el camino que Dios ha revelado; reside en la luz de la revelación divina y da como resultado vida y gloria (Ro. 8:2, 6, 10-11, 30). Por consiguiente, debemos apreciar la fe, no las obras de la ley. Es por el oír con fe que hemos recibido el Espíritu a fin de que participemos de la bendición que Dios prometió y vivamos a Cristo.

En 3:22-25 vemos un contraste entre la ley y la fe. Según 3:23, “antes que viniese la fe, estábamos bajo la custodia de la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada”. Este versículo indica claramente que hubo un tiempo cuando la fe vino y fue revelada. Conforme a los versículos 24 y 25, ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo la ley como si ésta fuera nuestro ayo. La fe y la ley no pueden existir juntamente. Antes de que la fe viniese, estábamos bajo la ley. Pero ahora que la fe ha venido y ha sido revelada, esta fe reemplaza a la ley.

LA FE Y LA GRACIA

En el cristianismo fundamental, comúnmente se enseña que la ley ha sido reemplazada por la gracia. Algunos términos teológicos, tales como la dispensación de la ley y la dispensación de la gracia se usan para señalar esta distinción. Según este modo de entender, el Antiguo Testamento era la dispensación de la ley, mientras que el Nuevo Testamento es la dispensación de la gracia. Por lo tanto, la gracia está en contraste con la ley y la reemplaza. Sin embargo, ¿ha oído usted alguna vez que la fe ha venido para reemplazar a la ley y que la fe está en contraste con la ley? Hasta podemos decir que en el Antiguo Testamento hubo una dispensación de la ley, pero que en el Nuevo Testamento existe la dispensación de la fe. Cuando la gracia vino, también vino la fe. Tanto la fe como la gracia vinieron cuando Jesucristo vino.

¡Qué gran contraste existe entre las obras de la ley y el oír con fe! Debemos distinguir entre un cristiano que labora y otro que oye. ¿Qué clase de cristiano es usted? Todos deberíamos declarar que somos cristianos que oyen, no cristianos que laboran. Oír es una gran bendición. En las reuniones de la iglesia nos reunimos para oír con fe. Por medio de oír así, recibimos la suministración del Espíritu.

Si hemos de entender lo que significa el oír con fe, es menester que sepamos qué es la ley y qué es la gracia. Tanto la fe como la gracia se refieren a la misma cosa. La gracia es por el lado de Dios, pero la fe es por nuestro lado. Como ya hemos señalado, la gracia es el Dios Triuno procesado para ser nuestro todo. Cuando oímos esta gracia, espontáneamente tenemos fe.

Si estuviera yo predicándoles el evangelio a personas primitivas que jamás hayan sabido de Dios, Cristo, el Espíritu, la cruz, la redención, la salvación ni la vida eterna, les diría que el Dios verdadero es un Dios que ama y digno de ser amado. Después les contaría la historia de cómo Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, para realizar la redención por nosotros por medio de morir en la cruz. Continuaría con decirles cuán maravillo es Cristo. Desearía que ellos supieran acerca de Su muerte en la cruz, y de cómo El derramó Su sangre para que fuésemos perdonados. Les diría que por medio de la muerte y la resurrección de Cristo, Su vida divina interior había sido liberada. También les diría que ahora Cristo, Aquel que es viviente, es el Espíritu vivificante que espera ser recibido. Quien oyera un mensaje evangélico como este, espontáneamente tendría el oír con fe. La palabra que yo habría predicado sería una palabra de gracia. Pero una vez que ellos hubieran escuchado esa palabra, ésta, en la experiencia de ellos, vendría a ser la fe por medio de la cual creerían.

Cuando en la predicación del evangelio la gente oye hablar de la gracia de Dios, algo dentro de ellos se levanta para apreciar lo que han oído. La gracia que les ha sido presentada viene a ser en ellos la fe por medio de la cual creen. Espontáneamente comienzan a apreciar a Dios, a Cristo y al Espíritu. Aprecian lo que Cristo ha hecho al realizar la redención. Esta apreciación es la fe. La fe viene cuando ellos comienzan a apreciar lo que oyen en el evangelio.


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