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Estudio-vida de Mateopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1422-0
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ESTUDIO-VIDA DE MATEO

MENSAJE SETENTA Y DOS

LA VICTORIA DEL REY

En este mensaje llegamos a la victoria del Rey presentada en Mateo 28:1-20. Comparado con los capítulos veintiséis y veintisiete, el capítulo veintiocho es breve y simple. Cuando estamos en resurrección, todo es más simple.

I. RESUCITADO

La resurrección de Cristo manifestó la justicia de Dios. ¿Ha considerado usted alguna vez la resurrección de Cristo desde esta perspectiva? Dios fue justo al juzgar a Cristo como nuestro Substituto en la cruz. Este juicio de Cristo en la cruz fue justo. Al ser juzgado por Dios, Cristo cumplió todos los requisitos de la justicia de Dios. El llevó nuestros pecados en la cruz para cumplir plenamente todos los justos requisitos de Dios. Así que, por medio de la muerte de Cristo en la cruz, la justicia de Dios ha sido completamente satisfecha. En otras palabras, el Dios justo fue satisfecho jurídicamente por la muerte de Cristo en la cruz. Por tanto, Cristo fue sepultado en un sepulcro nuevo que pertenecía a un hombre rico. Esto indica que inmediatamente después de la muerte jurídica de Cristo y de que los justos requisitos de Dios fueron satisfechos, Cristo descansó para dar cumplimiento a las profecías de las Escrituras.

Después de que Cristo fue sepultado, Dios tenía la responsabilidad en Su justicia de liberar a Cristo de la muerte. Muy pocos cristianos comprenden esto. La mayoría piensa que la resurrección de Cristo fue simplemente la manifestación del poder divino de la vida de Dios. Muy pocos entienden que la resurrección de Cristo no sólo fue un asunto de poder, sino también de justicia. Si Dios no hubiera levantado a Cristo después de Su muerte en la cruz, donde satisfizo todos los justos requisitos divinos, Dios no hubiera sido justo. Dios fue justo en liberar a Cristo de la muerte. De acuerdo con Su justicia, Dios tuvo que juzgar a Cristo en la cruz porque Cristo llevaba sobre Sí mismo todas nuestras injusticias. Pero después de que Dios lo hubo juzgado cabalmente, la justicia de Dios lo obligaba a encargarse de liberar a Cristo de la muerte y de resucitarlo de entre los muertos.

En el Evangelio de Juan se presenta el concepto de que Cristo fue resucitado por el poder de una vida sin fin, pero éste no es el concepto de la resurrección de Cristo en el Evangelio de Mateo. El concepto en Mateo concerniente a la resurrección de Cristo está relacionado con la justicia de Dios. Juan es un libro sobre la vida, y la vida es un asunto de poder; pero Mateo es un libro sobre el reino, y el reino es un asunto de justicia. Entonces, de acuerdo con Mateo, el hecho de que Cristo fuera levantado de los muertos significa que Dios lo liberó conforme a Su justicia. Por tanto, Cristo no sólo fue juzgado y puesto a muerte justamente, sino que también fue justamente resucitado de entre los muertos.

Finalmente, Cristo llegó a ser no sólo el Rey poderoso, sino también el Rey justo. Si usted lee las profecías referentes al reinado de Cristo, se dará cuenta de que Su reinado no está muy relacionado con el poder, sino que más bien, está íntimamente relacionado con la justicia y la equidad. El reinado no es un asunto de poder, sino de justicia. El Rey-Salvador celestial fue juzgado justamente por Dios en la cruz, y fue resucitado justamente de entre los muertos por El, para llegar a ser el Rey justo. El es completamente justo. El es el Rey justo para el reino justo de Dios.

Debemos tener esto en mente cuando leemos Mateo 28. En este capítulo no podemos encontrar ningún indicio de que la resurrección esté relacionada con el poder; sin embargo, si leemos detalladamente, descubriremos que la resurrección aquí se relaciona con la justicia. Quizás se ha preguntado por qué en este capítulo, que tiene que ver con la resurrección de Cristo, Mateo incluye el relato del soborno a los soldados romanos (vs. 11-15). Esto se menciona para poner en evidencia la injusticia del hombre. Lo opuesto a la injusticia no es el poder, sino la justicia. Por causa de Su justicia, Dios tenía la responsabilidad de resucitar a Cristo de entre los muertos. Por tanto, la resurrección de Cristo se efectuó de acuerdo con la justicia de Dios. Esta fue la razón por la que Mateo insertó el relato del soborno a los soldados. Ningún otro evangelio menciona esto. Mateo lo incluye para mostrarnos que la resurrección de Cristo estuvo relacionada con la justicia de Dios, la cual es contraria a la injusticia humana. De nuevo digo que es difícil encontrar algún indicio en el capítulo veintiocho de que la resurrección de Cristo se relaciona con el poder o con la vida.

Ahora debemos considerar Romanos 4:25. Este versículo dice: “El cual fue entregado por nuestro delitos, y resucitado para nuestra justificación”. Este versículo une la resurrección con la justicia. La Biblia presenta la resurrección no sólo como un asunto de poder, sino también como un asunto de justicia. No sólo la justicia de Dios fue manifestada al resucitar a Cristo de la muerte, sino que nosotros fuimos justificados debido a esta resurrección. Por consiguiente, la resurrección de Cristo es una prueba tanto de la justicia de Dios como de nuestra justificación. ¡Aleluya porque en la resurrección de Cristo se manifiesta que Dios es justo y que nosotros somos las personas justificadas!

Hemos visto que la resurrección está íntimamente relacionada con la justicia de Dios. El reino de los cielos es edificado y establecido sobre la justicia de Dios, la cual obliga a Dios a que levante al Redentor justo y nos haga justos. Por tanto, la resurrección de Cristo es una esfera de justicia. En la esfera de la resurrección de Cristo, Dios es el Dios justo y nosotros somos el pueblo justificado por Dios. Aquí podemos ver el reino.

Muchos cristianos hoy sólo conocen el reino de amor o el reino de gracia. En otras palabras, ellos están familiarizados solamente con la esfera del amor y de la gracia, y no entienden la esfera de la justicia de Dios. Sin embargo, el cimiento del reino de Dios es la justicia de Dios, y no Su amor ni Su gracia. El reino de los cielos no está edificado sobre el amor de Dios ni sobre Su gracia, sino sobre Su justicia. ¡Cuán valiosa, necesaria y vital es la justicia de Dios! La justicia es absolutamente necesaria para la vida del reino. Si comprendemos esto, las iglesias en el recobro del Señor serán fortalecidas sobremanera. ¡Aleluya, nuestro Salvador reinante fue resucitado mediante la justicia de Dios!


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