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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 35 de 68 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE TREINTA Y CINCO

LA MUJER Y EL HIJO VARON

En la Biblia vemos ciertas señales cruciales. Una de ellas es el sueño que Jacob tuvo en Bet-el (Gn. 28:10-22). En ese sueño Jacob vio el cielo abierto y una escalera apoyada sobre la tierra, que se extendía hasta el cielo. Esta señal necesita toda la Biblia para desarrollarse. Otra señal es el sueño que tuvo Nabucodonosor (Dn. 2:1-45). En dicho sueño él vio una gran estatua que representaba el poder de los gentiles. Aunque parecía una señal muy sencilla, abarca la historia del dominio de los gentiles a partir de Babilonia, hasta los reinos que vendrán cuando resurja el Imperio Romano. Si deseamos comprender esa señal plenamente y con exactitud, debemos tener en cuenta la historia universal. En Apocalipsis 12 aparece otra señal, la gran señal de una mujer resplandeciente con un hijo varón. En este mensaje tengo la carga de seguir compartiendo acerca de esta gran señal.

La idea de que la mujer de Apocalipsis 12 es María, es supremamente limitada. Decir que la mujer está constituida solamente por Israel, el pueblo judío, también es inexacto, pues la mujer de esta visión no es local sino universal. La mujer de este capítulo no está limitada a ninguna localidad en la tierra, sino que llena todo el universo. Como vimos en el mensaje anterior, ella representa la totalidad del pueblo de Dios, desde los tiempos de Adán hasta el final.

DIOS NECESITA A LA MUJER Y AL HIJO VARON

Antes de que el pueblo de Dios pueda llegar a ser el hijo varón, ellos tienen que ser primero una mujer delante de El. Esto indica que quienes estamos en la iglesia hoy, debemos ser primero la mujer delante de Dios, y luego el hijo varón. En la señal de Apocalipsis 12 vemos que la intención de Dios es producir un hijo varón por medio de esta mujer. La mujer ha sido, y sigue siendo, el medio por el cual Dios puede producir el hijo varón, aquel a quien Dios usará para derrotar a Su enemigo y para traer Su reino. En otras palabras, Dios usará a este hijo varón para llevar a cabo Su economía y para cumplir Su propósito. Esto es algo muy importante. A fin de lograr Su propósito El no sólo necesita al Cristo individual, sino también al Cristo corporativo, esto es, la iglesia, Su pueblo. No estamos de acuerdo con el concepto de que esta mujer es la madre de Jesús, ni con la idea de que es la nación de Israel. Ella es la colectividad universal del pueblo de Dios. Dios necesita al hijo varón para derrotar a Su enemigo y para traer Su reino, a fin de que Su propósito eterno se lleve a cabo. El necesita a la mujer para poder obtener al hijo varón.

LA POSICION DE LA MUJER

Veamos ahora algunos puntos críticos en cuanto a la posición de la mujer en la Biblia. La Biblia revela que a los ojos de Dios, Su pueblo es Su esposa. En Isaías 54 Dios se refiere a Sí mismo como el marido de Su pueblo. Según la Biblia, a fin de que la mujer sea una esposa en todo el sentido de la palabra, debe someterse a su esposo. En el universo el único esposo, el único varón, es Dios. El, el hombre universal, el esposo universal, es nuestro esposo. Sea que hayamos nacido como varones o como mujeres, en cualquier caso somos mujeres ante Dios por ser Su pueblo. El es nuestro marido, y nosotros somos Su complemento. Por ser Su esposa, debemos someternos a El. Aunque digamos que somos la esposa de Cristo, es posible que tengamos nuestro propio plan e intención. Muy frecuentemente no hacemos que Su voluntad e intención sean nuestras. Esto significa que no lo recibimos verdaderamente como nuestro esposo ni nos sometemos a El.

Una esposa también recibe algo de su esposo a fin de quedar encinta. La Biblia revela que someterse a Cristo significa recibir algo de El, igual que una esposa se somete a su esposo, no con el fin de hacer algo para él, sino para recibir algo de él. Hacer obras en favor del esposo no es tan importante como recibir algo de él. De hecho, el deber de una esposa no es hacer actividades para su esposo, sino recibir de su marido aquello que le hará producir algo para él. En la gran señal de Apocalipsis 12, la mujer no es presentada haciendo algo para su esposo; se muestra encinta, a punto de dar a luz. Ella concibió de su esposo y va a dar a luz algo para El. La tarea de la iglesia no es principalmente hacer actividades para Cristo, sino recibir algo de El para poder concebir de Cristo y dar a luz algo para El.

La mujer de este capítulo denota, en primer lugar, sumisión a Dios. En segundo lugar, indica que nosotros no necesitamos hacer obras para Dios. Lo que necesitamos es recibir algo de Dios. El no necesita nada de nosotros, pero sí necesita que algo procedente de Cristo entre en nuestro ser y nos fecunde a fin de que así podamos dar a luz algo para El. La iglesia necesita a Cristo. El cristianismo de hoy carece totalmente de esta visión. Cuando los cristianos hablan de sumisión, la idea que tienen es hacer algo para Cristo o realizar actividades para Dios. Pero si somos la mujer apropiada, debemos en primer lugar someternos a nuestro esposo, no con el fin de hacer algo para El, sino de recibir de El algo. Si hacemos esto, seremos fecundados, y de nosotros nacerá algo.


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