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Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 33 de 97 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE TREINTA Y TRES

COMPRENDER LAS DIMENSIONES DE CRISTO
Y CONOCER EL AMOR DE CRISTO

En este mensaje examinaremos los asuntos de comprender las dimensiones de Cristo y de conocer el amor de Cristo (3:18-19). En el versículo 18 Pablo habla de la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, pero no dice a qué se refieren estas dimensiones. Por supuesto ellas se refieren a Cristo. Debemos ser capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de Cristo.

LOS PASOS NECESARIOS PARA COMPRENDER
LAS DIMENSIONES DE CRISTO
Y CONOCER EL AMOR DE CRISTO

En los versículos del 16 al 19 se emplean las frases “para que” y “a fin de que” de la siguiente manera: “para que os dé ... el ser fortalecidos ... en el hombre interior”, “para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones”, “a fin de que ... seáis plenamente capaces de comprender” y “para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”.

En la primera ocasión, la frase “para que” alude al resultado de la oración de Pablo. Pablo dobló sus rodillas ante el Padre y le pidió que nos concediera el ser fortalecidos en nuestro hombre interior (vs. 14-16). Así que, el resultado de la oración de Pablo es que el Padre nos conceda dicho fortalecimiento.

En el segundo caso, la frase “para que”, contenida en el versículo 17, alude a que Cristo hace Su hogar en nuestros corazones por medio de la fe. Este es el resultado de ser fortalecidos en nuestro hombre interior.

Algunas personas dicen que en el tercer caso, las palabras “a fin de que” son paralelas a las palabras del segundo caso, pero yo estoy de acuerdo con los que afirman que se trata de un resultado adicional; lo cual significa que las palabras “para que” del segundo caso son el resultado del primero, que el tercero es el resultado del segundo, y que el cuarto es el resultado del tercero.

En el capítulo tres Pablo oró que seamos fortalecidos. Si hemos sido fortalecidos en el hombre interior, Cristo entonces puede hacer Su hogar en nuestros corazones, lo cual da por resultado que somos capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de Cristo, y de conocer el amor de Dios, que excede a todo conocimiento. El resultado de todo esto es que somos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Aquí vemos varios pasos: de la oración de Pablo pasamos a ser fortalecidos; de ser fortalecidos, experimentamos a Cristo haciendo Su hogar en nuestros corazones; y de esto procedemos a comprender, a conocer, y finalmente, a ser llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Es por medio de estos pasos que podemos comprender las dimensiones de Cristo y conocer Su amor, que excede a todo conocimiento.

LA PLENITUD DE DIOS

La plenitud de Dios es la expresión de Dios. Hemos señalado que el Cuerpo no es las riquezas de Cristo, sino Su plenitud (1:23). Al ingerir y digerir las riquezas de Cristo, las asimilamos de manera metabólica. Por medio de este proceso de metabolismo llegamos a ser la plenitud de Cristo, Su expresión. Muchos cristianos consideran que las riquezas y la plenitud son sinónimos. Las riquezas de Cristo son los diferentes aspectos de Cristo que se nos dan para nuestro disfrute, mientras que la plenitud es el resultado, el producto, del disfrute de dichas riquezas. Por ejemplo, cuando comemos y digerimos las riquezas alimenticias de Estados Unidos, llegamos a ser la plenitud de Estados Unidos. Como tal plenitud, somos la expresión de Estados Unidos. Efesios 3:19 no dice que somos llenos de todas las riquezas de Dios, sino que somos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios, lo cual quiere decir que somos llenos al grado de llegar a ser la expresión de Dios. La expresión de Dios hoy es la iglesia, la cual es el Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Por tanto, la plenitud de Dios mencionada en 3:19 es la plenitud de Cristo, la cual es Su Cuerpo, en 1:23. El Cuerpo se forma al disfrutar nosotros las riquezas de Cristo.

Los capítulos uno y dos abarcan la revelación de la iglesia, mientras que el capítulo tres abarca la constitución de la iglesia. En este capítulo vemos que Pablo, quien llevaba la delantera y era un modelo para los creyentes, recibió la revelación de las riquezas de Cristo y participó de éstas. Las riquezas se forjaron en su ser de forma metabólica y lo constituyeron parte del Cuerpo. Todos los que desean seguir a Pablo y ser los apóstoles y profetas de hoy, tienen que ser iguales a Pablo en estos asuntos. Al forjarse las riquezas de Cristo en la iglesia, la iglesia llega a ser la plenitud de Cristo y la plenitud de Dios. Para que esto se llevara a cabo, Pablo oró que fuésemos fortalecidos en nuestro hombre interior, con el fin de que Cristo hiciera Su hogar en nuestro corazón y ocupara, poseyera, impregnara y saturara todo nuestro ser consigo mismo. De esta manera somos llenos de Cristo y somos fortalecidos para comprender Sus dimensiones y conocer Su amor, que excede a todo conocimiento. Un día, seremos tan llenos de Cristo que llegaremos a ser la plenitud de Dios.

A medida que pasamos por todos estos pasos, debemos comprender las dimensiones de Cristo. La palabra griega traducida “comprender” no significa solamente conocer, sino también asir, es decir, echar mano de algo firmemente. Para poder asir las dimensiones de Cristo, necesitamos a todos los santos; para esto debemos asir a Cristo de forma corporativa.


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