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Estudio-vida de Marcospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1437-4
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Actualmente disponible en: Capítulo 55 de 70 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE MARCOS

MENSAJE CINCUENTA Y CINCO

UNA VIDA QUE CONCUERDA
CON LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA DE DIOS
Y QUE LA CUMPLE

(4)

Lectura bíblica: Mr. 1:1, 4, 9-10

En este mensaje seguiremos examinando la vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y que la cumple, según consta en el Evangelio de Marcos.

No es sencillo estudiar el Evangelio de Marcos, pues es fácil desviarse del tema central. Muchos hemos seguido caminos equivocados en el estudio de dicho libro, como por ejemplo, pensar que se trata de una simple biografía del Señor Jesús, o de una colección de relatos acerca de El. Por supuesto, no es erróneo decir esto. En efecto, consta de una biografía del Señor, y contiene muchas historias acerca de Su vida. Pero si entramos en sus profundidades veremos que este evangelio es más que una biografía y que un libro de historias. El Evangelio de Marcos presenta una vida que concuerda con la economía neotestamentaria de Dios.

EL COMIENZO DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO

En este mensaje prestaremos especial atención a Marcos 1:1 que dice: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”. Este versículo no presenta el título de una biografía ni de un libro de historias, sino tres expresiones principales: el principio, el evangelio y Jesucristo.

En 1:1 la palabra evangelio se emplea en una manera nueva, no utilizada anteriormente. Desde Adán hasta Jesucristo jamás hubo algo en la cultura o civilización humana que corresponda con la connotación que tiene la palabra evangelio en el Nuevo Testamento.

Juan 1:1 y Marcos 1:1 usan la palabra principio. En Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. En este versículo la palabra principio denota la eternidad, y la manera en que Juan la emplea es muy misteriosa. Marcos, por su parte, habla del principio del evangelio. De los cuatro evangelios, Marcos es el único que inicia con la clara expresión: Principio del evangelio.

Las primeras palabras del Evangelio de Marcos deben dejar una profunda impresión en nosotros. La cláusula principio del evangelio indica que Marcos no presenta una mera biografía de un nazareno llamado Jesucristo ni un simple libro de historias; más bien, habla del principio del evangelio. Se puede decir, por lo menos hasta cierto punto o en cierto sentido, que el Evangelio de Marcos trata del comienzo del evangelio.

La continuación del evangelio

Si en Marcos se halla el comienzo del evangelio, ¿dónde está la continuación? La continuación se ve en el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se derramó sobre los discípulos que habían sido escogidos y preparados. Pedro, Jacobo, Juan y los otros discípulos habían sido escogidos por Dios y llamados personalmente por Jesucristo. Después de ser llamados, fueron preparados por el Señor. Durante los diez días anteriores al día de Pentecostés, los ciento veinte oraban. ¿Sabe usted dónde estaban ellos en aquellos días? Estaban en los cielos, en la ascensión del Señor. Habían sido introducidos en la muerte, la resurrección y la ascensión de Cristo, y en el día de Pentecostés recibieron el derramamiento del Espíritu Santo. Así que, en aquel día se daba continuación al evangelio. Por tanto, en Marcos está el principio del evangelio, y en Hechos, la continuación, la cual aún sigue hasta hoy, y de la cual somos partícipes.

Las cosas viejas llegan a su fin

La palabra principio en Marcos 1:1 implica que las cosas viejas llegan a su fin. Piense por un momento en lo que estaba presente en el tiempo de Marcos 1:1: la cultura, las naciones gentiles, el pueblo escogido de Dios, la promesa, la ley, el Antiguo Testamento, el templo, el sistema del servicio sacerdotal, y la manera correcta de adorar a Dios según las ordenanzas. Con esto vemos que había muchas cosas buenas y positivas; algunas incluso habían sido ordenadas por Dios. El Antiguo Testamento fue dado por Dios, y el propio Dios había estipulado todas las leyes, las ordenanzas, los ritos, las prácticas, los reglamentos y los servicios contenidos en él. El templo, el sacerdocio y el sistema de adoración fueron sancionados por El. Pero ahora, en Marcos 1:1, entre todas estas cosas buenas y positivas, se habla del principio de algo más: el principio del evangelio de Jesucristo.

Este principio implica el fin de muchas cosas que llevaban cuatro mil años de existencia. En efecto, alude al fin de todo lo que no es el propio Dios. Algunas cosas habían existido ya por cientos y aun miles de años. Ahora, se daba un nuevo principio, un principio que le ponía fin a todo que no fuese Dios.

Entre los expositores de la Biblia han existido opiniones diferentes respecto al principio del evangelio. Algunos aseguran que comenzó cuando Juan el Bautista salió a ministrar, otros dicen que fue cuando Jesús comenzó a predicar; y aun otros afirman que se dio en el día de Pentecostés.

A los que leen el Nuevo Testamento se les dificulta entender que el principio del evangelio de Jesucristo incluye la eliminación de todo lo viejo. Al examinar esto debemos recordar que el Evangelio de Marcos revela a Jesucristo como el reemplazo universal que lo es todo.

Analice por un momento lo que aconteció en el monte de la transfiguración (9:2-13). El Señor Jesús tomó consigo a Pedro, Jacobo y Juan y los llevó a un monte alto. Y “se transfiguró delante de ellos. Y Sus vestidos se volvieron relucientes, muy blancos, como ningún batanero en la tierra los podría emblanquecer” (9:2-3). Luego se les aparecieron Moisés y Elías (v. 4). Pedro, sumamente emocionado, aun fuera de sí, dijo a Jesús: “Rabí, bueno es que nosotros estemos aquí; hagamos tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés, y otra para Elías” (v. 5). Lo que dijo Pedro aparentemente era algo razonable, pues el Señor Jesús y los dos personajes más prominentes del Antiguo Testamento estaban presentes en el monte, pero en realidad fue una insensatez. De pronto “apareció una nube que los cubrió, y vino de la nube una voz: Este es Mi Hijo, el Amado; a El oíd” (v. 7). Cuando los discípulos miraron alrededor, “no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo” (v. 8).

Podemos decir que tanto Moisés, quien representaba la ley del Antiguo Testamento, como Elías, quien representaba a los profetas, fueron reemplazados por Cristo. Según la costumbre judía, el pueblo de Dios consideraba que el Antiguo Testamento tenía dos secciones principales: la Ley y los Profetas. Por tanto, al reemplazar Cristo a Moisés y a Elías, representantes del Antiguo Testamento, en realidad reemplazaba el Antiguo Testamento en su totalidad.

Por el lado negativo, el principio del evangelio implica una eliminación, en la cual somos incluidos, una eliminación que lo incluye todo: la cultura, las naciones, a Israel, la ley, los profetas, las prácticas, el modo de adorar según el Antiguo Testamento, el templo, el altar, el sacerdocio y el sistema de ofrendas. Ahora al leer Marcos 1:1 debemos entender que el principio del evangelio representa la eliminación de todo lo viejo.


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