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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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Actualmente disponible en: Capítulo 59 de 69 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE CINCUENTA Y NUEVE

LA PRÁCTICA
DE LA VIDA DEL CUERPO

En este mensaje examinaremos la práctica de la vida del Cuerpo según se presenta en los últimos capítulos del libro de Romanos.

LA FILIACIÓN TIENE
COMO OBJETIVO EL CUERPO

Hemos visto que servimos a Dios en el evangelio de Su Hijo (1:9). Éste es un evangelio de filiación, la cual incluye la designación, la resurrección, la justificación, la santificación, la transformación, la conformación, la glorificación y la manifestación. Actualmente nos encontramos bajo el proceso de la designación, es decir, que estamos siendo designados hijos de Dios mediante el poder de la resurrección, lo cual se lleva cabo con miras a obtener el Cuerpo. Para ser miembros del Cuerpo de Cristo, debemos ser hijos de Dios.

Hemos hecho notar que el capítulo 12 es en realidad la continuación directa del capítulo 8, y que los capítulos del 9 al 11 constituyen un paréntesis cuyo tema es la elección que se basa en la gracia. El capítulo 8 revela que estamos siendo conformados a la imagen del Hijo de Dios (v. 29). Dicha conformación nos hace aptos para practicar la vida del Cuerpo.

La vida del Cuerpo no consiste en la simple congregación de creyentes. Muchos grupos se han formado con el propósito de experimentar la vida del Cuerpo; no obstante, el resultado ha sido un fracaso. Dichos grupos de creyentes no comprendieron que la verdadera vida del Cuerpo depende de la filiación, la cual proviene de la designación. Si hemos de llevar la vida apropiada del Cuerpo, debemos ser transformados conforme al poder de la resurrección.

EL CUERPO PRESENTADO,
EL ALMA TRANSFORMADA Y EL ESPÍRITU FERVIENTE

En el capitulo 12 Pablo menciona el cuerpo, el alma y el espíritu. En el versículo 1 él dice: “Así que, hermanos, os exhorto por las compasiones de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio racional”. Debemos presentar nuestro cuerpo físico al Señor a fin de que Él realice Su propósito, que consiste en obtener Su Cuerpo. Es posible que alguien tenga el deseo de participar en la vida del Cuerpo, pero si no presenta su cuerpo, realmente no le interesa tener la vida del Cuerpo de manera concreta. Tal vez uno se interese por las reuniones, pero ¿qué puede lograr con eso si su cuerpo permanece en casa? Si no presentamos nuestro cuerpo al Señor con miras a edificar la vida de iglesia, es imposible que llevemos una vida de reuniones. Si uno afirma que está en pro de las reuniones de la iglesia, entonces debe preguntarse si en la práctica le ha presentado su cuerpo al Señor para asistir a las reuniones. ¿Dónde se encuentra su cuerpo a la hora de las reuniones? Nuestro cuerpo es el envase que contiene nuestro ser, porque el espíritu se halla dentro del alma, y el alma, dentro del cuerpo. Debemos presentar tal vaso al Señor por el bien de Su Cuerpo.

El versículo 2 habla acerca de la mente, que es la parte principal del alma: “No os amoldéis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente”. Cuando nuestra mente sea renovada, nuestra alma será transformada. Por lo tanto, es necesario que nuestro cuerpo sea presentado, y nuestra alma, transformada.

En este versículo Pablo nos exhorta para que no nos amoldemos a este siglo. El mundo, el sistema de Satanás, es un cosmos formado por muchos siglos, muchas eras. El siglo XIX fue una era, y el siglo XX es otra. De hecho, aun dentro del mismo siglo XX han existido varias eras diferentes. La presente era es una sección del sistema mundial de Satanás. Esta era no incluye solamente el mundo secular, sino también el mundo religioso. Si somos conformados a la religión de hoy, no seremos útiles con respecto a la práctica de la vida del Cuerpo.

Amoldarse a la era en la cual vivió Pablo, ante todo, tenía que ver con amoldarse al judaísmo. El judaísmo resultó ser un grave impedimento para la práctica de la vida del Cuerpo en el primer siglo. Tal como el judaísmo formaba parte de la era en los tiempos de Pablo, así el cristianismo, como organización religiosa, forma parte del siglo presente. Si uno se amolda al cristianismo organizado, llegará a amoldarse al siglo presente. En lugar de amoldarnos a esta era, debemos ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente.

En Romanos 12:11 Pablo habla acerca del espíritu, exhortándonos a ser “fervientes en espíritu”. Nuestro espíritu debe ser ferviente y ardiente. Si nuestro cuerpo está presentado al Señor, si nuestra alma está en el proceso de transformación, y si nuestro espíritu es ferviente, seremos capaces de practicar la vida del Cuerpo de una manera apropiada.


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