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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 42 de 72 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE CUARENTA Y DOS

LA PROPAGACION
EN ASIA MENOR Y EUROPA MEDIANTE
EL MINISTERIO DE LA COMPAÑIA DE PABLO

(8)

Lectura bíblica: Hch. 15:1-34

Hechos 15:1-34 relata los problemas causados por los que afirmaban que para obtener la salvación, era necesario circuncidarse conforme a la costumbre de Moisés (v. 1). A causa de este conflicto, se celebró una conferencia con los apóstoles y los ancianos de Jerusalén (vs. 1-21). En este mensaje examinaremos lo que sucedió en dicha conferencia, y a qué solución se llegó (vs. 22-33).

EL TESTIMONIO DE PEDRO

La purificación de nuestros corazones por la fe

“Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo desde los primeros días Dios me escogió entre vosotros para que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones” (vs. 7-9). Las palabras de Pedro acerca de la purificación de nuestros corazones por medio de la fe, indican que a Dios no le importan las ordenanzas legalistas externas, las cuales no pueden purificar el ser interior del hombre; a El sólo le interesa la purificación interior del corazón del hombre. Esto concuerda con lo que el Señor recalcó en Marcos 7:1-23. La purificación del corazón del hombre sólo puede ser efectuada por el Espíritu Santo con la vida divina, y no por las ordenanzas externas de la letra muerta.

Tentaron a Dios

En Hechos 15:10, Pedro añade: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?” Este es el yugo de la ley, el cual consiste en estar atado bajo esclavitud (Gá. 5:1). El yugo de esclavitud mencionado en Gálatas 5:1, es la esclavitud de la ley, la cual convierte a los que la guardan en esclavos bajo un yugo que los ata. Exigir que el pueblo guarde la ley, no solamente esclaviza al pueblo, sino que además pone a prueba a Dios. Ni siquiera Dios podría, ni quiere, hacer que el hombre guarde la ley de la letra muerta.

Salvos por gracia

En Hechos 15:11, Pedro agrega: “Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús somos salvos, de igual modo que ellos”. Esta gracia incluye a la persona del Señor y Su obra redentora (Ro. 3:24). Pedro y los creyentes judíos fueron salvos por esta gracia, y no por guardar la ley de Moisés. En lo que a la salvación de Dios se refiere, guardar la ley no significa nada para los judíos ni para los gentiles.

Las deficiencias del testimonio de Pedro

Según 15:7, Pedro no habló sino hasta después que hubo mucha discusión. En realidad, él no debió haber esperado hasta ese punto; más bien, debió haber dicho inmediatamente: “Hermanos, permitidme recordaros las palabras que el Señor Jesús nos habló. El dijo que nosotros seríamos Sus testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta las partes más remotas de la tierra. ¿Creéis acaso vosotros que el Señor quería que circuncidáramos a los gentiles? Por supuesto que no”. Si Pedro hubiera respondido de esta manera, todos los que estaban reunidos le habrían hecho caso.

Las palabras de Pedro en 15:7-11 fueron aceptables, pero carecían de firmeza. ¿Por qué él no citó lo dicho por el Señor en 1:8? ¿Por qué simplemente dijo que Dios lo había escogido para que los gentiles oyesen por su boca la palabra del evangelio y creyesen? Pedro más bien debió decirles: “Vosotros sabéis que desde el principio, el Señor Jesús nos comisionó para que fuésemos Sus testigos hasta lo último de la tierra”. Sin embargo, es probable que en Hechos 15 Pedro se sintiera intimidado. El no tuvo valentía ni ejerció la autoridad que la Cabeza le había conferido. Si lo hubiera hecho, habría solucionado el problema y habría detenido el “veneno” de dicha herejía desde su origen. No obstante, Pedro fracasó al no cumplir con su deber.

En 15:8, Pedro señaló que Dios es Aquel que conoce los corazones, lo cual fue una expresión bastante débil. En lugar de esto, debió haber dicho que Dios es Aquel que planea Su economía, Su dispensación. Pablo, quien era más valiente que Pedro, habló de este modo en sus epístolas. ¿Acaso Dios les dio el Espíritu Santo a los gentiles sólo porque conocía sus corazones? ¿Fue ésta la única razón por la cual Dios purificó sus corazones por fe? ¿Creen que el Señor le dio a Pedro las llaves del reino solamente para purificar los corazones de los gentiles? Sin duda, el mensaje de Pedro contenía muchos puntos positivos, pero la presentación que hizo fue demasiado débil. Dicha debilidad nos lleva a cuestionar si él realmente conocía la economía de Dios.

En 15:10 Pedro hace una pregunta: “¿Por qué tentáis a Dios?” En realidad, los judíos religiosos no solamente tentaban a Dios, sino que anulaban Su economía. Nuevamente, las palabras de Pedro en el versículo 10 fueron buenas, pero muy débiles. El era el principal de los apóstoles y tenía la autoridad conferida por el Señor, pero en Hechos 15 no la usó. De todos modos, alabamos al Señor por el testimonio de Pedro y por su participación.

Ya mencionamos que Pedro debió haber recordado a todos los presentes en esa conferencia las palabras que el Señor dijo en 1:8. Además, también debió haber testificado acerca de la visión que recibió en Jope (10:9-16) y haber dicho: “Permitidme referiros lo que me aconteció en Jope. Mientras oraba en una azotea, recibí la visión de un gran lienzo en el cual había de todos los cuadrúpedos y reptiles de la tierra y aves del cielo. Entonces el Señor me ordenó que matara y comiera. Como me rehusé a hacerlo, el Señor volvió a mí una segunda y tercera vez, y me dijo lo mismo. También me dijo que lo que Dios limpió, yo no debía tenerlo por común. Después de recibir esta visión, me fui a Cesárea, y mientras hablaba a los de la casa de Cornelio, el Espíritu Santo cayó sobre todos ellos.” Por consiguiente, Pedro debió haber testificado de las palabras del Señor en 1:8, de la visión que había recibido en Jope y de lo sucedido en la casa de Cornelio. Debió haberse basado en esto para instar a todos los presentes a poner a un lado la ley, la circuncisión y las ordenanzas sobre la dieta levítica. Sin embargo, le faltó denuedo.

Cuando el Señor Jesús se refirió a los casos de la viuda de Sarepta de Sidón, y de Naamán el sirio (Lc. 4:25-27), con lo cual implicaba que Su evangelio se volvería a los gentiles, los que estaban reunidos en la sinagoga se airaron y procuraron matarlo. En contraste con el Señor en Lucas 4, Pedro obró con mucha cautela, y no se atrevió a hablar de la visión que había recibido. El hecho de que no lo hiciera no sólo indica que le faltara denuedo, sino también que la atmósfera religiosa de Jerusalén era muy densa.

En realidad, desde el primer momento en que brotó la herejía de la circuncisión en Jerusalén, Pedro debió haber ejercido la autoridad que recibió de parte del Señor para aclarar la situación confusa que reinaba en Jerusalén, en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios. El debió haberse basado en la revelación dada por el Señor a él y a los demás apóstoles en 1:8, y en la visión que había recibido en Jope en el capítulo diez, la cual tenía que ver con los gentiles. Si lo hubiera hecho, tal herejía habría sido exterminada desde un principio en Jerusalén, y no se habría extendido a las iglesias del mundo gentil. No obstante, él no hizo nada al respecto, y, por consiguiente, le tocó a Pablo actuar y llevar a cabo una operación quirúrgica para cortar el cáncer racial, que bien pudo haber acabado con la economía neotestamentaria de Dios, y haber destruido el Cuerpo de Cristo.


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