Información del libro

Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 77 de 79 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE SETENTA Y SIETE

LA ASCENSION DEL SALVADOR-HOMBRE

(2)

Lectura bíblica: He. 2:9; 12:2; Hch. 2:36.

En el mensaje anterior vimos que cuando el Salvador-Hombre ascendió fue investido de Su cargo celestial, habiendo pasado por la creación, la encarnación, la vida humana, la crucifixión y la resurrección. El recibió Su investidura en calidad de Dios y de hombre, de Creador y de una criatura, de Redentor, de Salvador y del Espíritu vivificante para ejecutar la administración de Dios y llevar a cabo Su economía neotestamentaria. Al estudiar el aspecto objetivo de la ascensión de Cristo, vimos que cuando ascendió fue coronado de gloria y de honra (He. 2:9), fue entronizado para ejecutar la administración de Dios (He. 12:2), y fue hecho el Señor que ha de poseer todo y el Cristo que ha de llevar a cabo la comisión de Dios (Hch. 2:36).

NUESTRA RELACION
CON EL CRISTO ASCENDIDO

Al oír algunos acerca del aspecto objetivo de la ascensión de Cristo, tal vez digan: “Ciertamente, cuando el Salvador-Hombre ascendió se le confirió Su cargo celestial. Esto es maravilloso, pero me parece algo demasiado elevado y muy alejado de mí; ¿qué tiene esto que ver conmigo?” Al responder a tal pregunta tenemos que entender que el Cristo que está en resurrección, o sea, el Cristo pneumático, vive en nosotros. Según Juan 20:22, Cristo, en Su resurrección, volvió a los discípulos para infundirse en ellos, mientras que conforme a Marcos 16, Lucas 24 y Hechos 1, el Señor ascendió a los cielos para realizar algo más. Si Su relación con nosotros terminase al infundirse en nosotros, le sería difícil obrar y llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios. Después de infundirse en los discípulos, fue necesario que se le invistiera de Su cargo celestial.

Podemos usar como ejemplo la elección y la investidura del presidente de los Estados Unidos. El presidente no comienza a desempeñar su cargo de presidente inmediatamente después de haber sido elegido; el tiene que esperar hasta el día de toma de posesión, el día en que se le inviste de su cargo. Entonces podrá comenzar a llevar a cabo su administración como presidente. De la misma manera, después de que el Salvador-Hombre resucitó, todavía necesitaba ser investido de Su cargo celestial en Su ascensión. Después de que el Señor se infundió en los discípulos, estos estuvieron tranquilos por cincuenta días. Pero después de que el Señor ascendió a los cielos y fue investido de Su cargo, muchos eventos empezaron a ocurrir, comenzando en el día de Pentecostés.

Tenemos que conocer el significado de la ascensión del Salvador-Hombre, pues además de resucitar, también ascendió. Hoy el Cristo que vive en nosotros y obra por medio de nosotros, no sólo está en resurrección, sino también en ascensión. En resurrección El está lleno de vida y poder, pero aún necesita la autoridad en ascensión. Después de Su ascensión, el Señor no sólo tiene vida y poder en resurrección, sino también autoridad en ascensión.

Sin una investidura apropiada, un oficial de gobierno no tiene autoridad, pues ésta se le otorga a uno con la investidura. Una vez que alguien haya sido investido de un cargo, él tiene la autoridad del mismo. Nosotros los creyentes debemos ver que Aquel que vive en nosotros no sólo tiene vida y poder en resurrección, sino también la autoridad en ascensión. El propio Cristo que está en resurrección y en ascensión vive y mora en nosotros. El vive en nosotros como vida y mora en nosotros como autoridad. Por lo tanto, ahora somos uno con este Cristo en Su resurrección así como en Su ascensión. Como resultado, tenemos vida y poder en resurrección, y también autoridad en ascensión.

APRECIAR LA RESURRECCION
Y LA ASCENSION DEL SALVADOR-HOMBRE

Es posible que no apreciemos mucho lo revelado en las Escrituras en cuanto a la resurrección y la ascensión del Salvador-Hombre. Recientemente, cuando estaba en la presencia del Señor, me di cuenta de que todos necesitamos la misericordia del Señor. Es posible que nunca hemos visto las profundidades de las verdades reveladas en la Biblia, y que la leemos de una manera muy superficial. No nos sumergimos en ella para ver lo que hay en las profundidades. Por ejemplo, apreciamos lo que el Señor dice en Mateo 11:28: “Venid a Mí todos los que trabajáis arduamente y estáis cargados, y Yo os haré descansar”. Cuando leemos este versículo, es probable que digamos: “Gracias Señor, yo laboro y estoy cargado. Señor vengo a Ti pidiendo que me des descanso”. Incluso podemos entender de una manera superficial el versículo en Juan 3:16, donde el Señor dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no perezca, mas tenga vida eterna”. Al leerlo, es posible que sólo nos fijamos en el hecho de que Dios ama al mundo y no estudiemos lo que significa creer. Es posible que no examinemos qué es la vida eterna, o qué es lo que significa tenerla. Tal vez no sepamos que, en realidad, la vida eterna es el Dios Triuno. Por lo tanto, tener vida eterna equivale a disfrutar al Dios Triuno así como participar de El y experimentarlo. No obstante, es posible que entendamos muy poco esta verdad.

Leer la Biblia de una manera superficial se puede comparar con patinar sobre el hielo que cubre un lago profundo: el patinador no rompe el hielo para ver lo que hay debajo de la superficie. Cuando leemos la Biblia, es posible que “patinemos” sobre el “hielo”, o sea, sobre la superficie; de la Palabra. No quebramos la superficie; no nos sumergimos en las profundidades para ver lo que se revela allí.

Debido a que muchos creyentes leen la Biblia superficialmente, muy pocos tienen un buen entendimiento de la resurrección, de la ascensión y del descenso del Espíritu. Por lo tanto, sentimos que todos debemos ver que el Cristo que vive y obra en nosotros es Aquel que está en resurrección con vida y poder y también en ascensión con autoridad. Aquel que resucitó y ascendió vive, obra y actúa en nosotros.

Nos debe impresionar el hecho de que la relación que el Señor tiene con nosotros no termina en Su resurrección, sino que sigue adelante a Su ascensión. Muchas cosas ocurrieron como resultado de Su ascensión. Dijimos que El, quien es Dios, el hombre, el Creador, una criatura, el Redentor, el Salvador y el Espíritu vivificante, fue coronado y entronizado. El fue investido de Su cargo celestial para administrar el universo y ejecutar la economía neotestamentaria de Dios. Esta administración y ejecución no sólo se llevan a cabo con vida y poder, sino también con autoridad. El está ahora en nosotros tanto en Su resurrección como en Su ascensión. Todos debemos conocerle de esta manera.


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