Información del libro

Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
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ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE SESENTA Y TRES

LA LUCHA REQUERIDA PARA COMBATIR
AL ENEMIGO ESPIRITUAL

En este mensaje llegamos a 6:10-20, una sección estratégica de este libro, la cual trata de la batalla espiritual. Como hemos visto, en Efesios Pablo abarca varios aspectos de la iglesia. La palabra griega traducida iglesia es ekklesía, que denota una reunión, una asamblea, de personas llamadas. Por ejemplo, cuando en los tiempos antiguos los dignatarios de determinada ciudad convocaban al pueblo a una reunión, a una asamblea, a esa asamblea se le conocía como una ekklesía. La iglesia es una asamblea compuesta del pueblo que Dios llamó. En Efesios 1 Pablo revela que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Así como el cuerpo de una persona es su estatura y expresión, también la iglesia como Cuerpo de Cristo es la estatura y expresión de Cristo. Como Cuerpo de Cristo, la iglesia es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

En 2:10 Pablo indica que la iglesia es el poema de Dios, Su obra maestra, un escrito poético que expresa el deseo del corazón del escritor. En este capítulo, Pablo declara además que la iglesia es el nuevo hombre corporativo creado en Cristo Jesús, la ciudadanía de Dios y la familia de Dios. Más aún, en este capítulo la iglesia también es la morada de Dios (v. 22).

En 3:4 Pablo habla del misterio de Cristo. El misterio de Dios es Cristo, y el misterio de Cristo es la iglesia. Como misterio de Dios, Cristo es la definición de Dios; y, según el mismo principio, como misterio de Cristo, la iglesia es la definición de Cristo.

En 3:19 Pablo usa la frase “la plenitud de Dios”, la cual es similar a la expresión “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (1:23). La plenitud de Dios se refiere principalmente al origen, y la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo alude principalmente al resultado. Por ejemplo, la plenitud de Dios es como una fuente, y la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo es como la corriente que brota de la fuente. La iglesia es tanto la plenitud de Dios como la plenitud de Cristo, quien todo lo llena en todo.

En el capítulo cuatro Pablo habla nuevamente del nuevo hombre (v. 24). En el capítulo dos abarca la creación del nuevo hombre, mas no su andar. El nuevo hombre se compone de dos pueblos: los creyentes judíos y los creyentes gentiles. En cuanto al vivir del nuevo hombre, el capítulo cuatro abarca tanto el principio básico como los detalles. El principio tiene que ver con la verdad que está en Jesús, el molde que El estableció con la vida que vivió en la tierra; mientras que los detalles se relacionan con la gracia de Dios. Mediante la gracia, el nuevo hombre lleva a cabo el propósito eterno de Dios.

En los capítulos cinco y seis vemos dos aspectos más de la iglesia: la novia que satisface el deseo de Cristo y el guerrero que derrota al enemigo de Dios. Como novia, la iglesia necesita amor y luz; y, como guerrero, necesita el poder y toda la armadura de Dios.

I. LA RESPONSABILIDAD DE LA
IGLESIA POR EL LADO NEGATIVO

De los doce aspectos de la iglesia mencionados en Efesios, los principales son el nuevo hombre, la novia y el guerrero. El nuevo hombre incluye el aspecto del Cuerpo, y el Cuerpo incluye la plenitud y la morada. Por tanto, los primeros diez aspectos de la iglesia están incluidos en el nuevo hombre, quien cumple el propósito eterno de Dios y lleva a cabo Su economía. El Dios Triuno usa al nuevo hombre para efectuar lo que planeó en la eternidad pasada con miras a la eternidad futura. Sin embargo, aunque el propósito de Dios se realiza con el nuevo hombre, todavía es necesario que el deseo de Cristo sea satisfecho, y que el enemigo de Dios sea derrotado. Por consiguiente, es necesario que la iglesia sea tanto la novia como el guerrero.

El pasaje que se extiende de 1:1 a 6:9 presenta la revelación completa acerca de la iglesia y de cómo ella cumple el propósito eterno de Dios por el lado positivo. No obstante, por el lado negativo, es decir, en cuanto a la necesidad de acabar con el enemigo de Dios, falta algo más. Por el lado positivo, en los primeros cinco capítulos, la iglesia es descrita de muchas maneras con relación al cumplimiento del propósito eterno de Dios; y por el lado negativo, el capítulo seis presenta la iglesia como un guerrero, el cual derrota al enemigo de Dios, el diablo. Para lograr esto, la iglesia debe vestirse de toda la armadura de Dios.

En 1928 el hermano Nee celebró su primera conferencia para vencedores, cuyo tema fue la batalla espiritual. En esa conferencia, Satanás, el maligno, quedó completamente al descubierto. El hermano Nee dijo que en el universo existen tres voluntades: la voluntad divina, la voluntad satánica y la voluntad humana. Si queremos saber cómo la iglesia puede ser el guerrero de Dios que pelea la batalla espiritual, debemos conocer estas tres voluntades, estas tres intenciones. La voluntad de Dios, por existir por sí misma, es eterna, increada. Los ángeles, como seres creados, también tienen una voluntad. Uno de ellos, un arcángel, fue designado por Dios para gobernar el universo que existía antes de la creación de Adán. Debido a su alto rango y a su belleza, este arcángel se enorgulleció, y ese orgullo dio lugar a una intención maligna, la cual vino a ser la voluntad satánica. Por lo tanto, además de la voluntad de Dios, hay una segunda intención, una segunda voluntad, pues ahora la voluntad satánica se opone a la voluntad divina.

Toda batalla tiene su origen en este conflicto de voluntades. La guerra no existía en el universo antes de que la voluntad satánica se levantara en contra de la voluntad divina. La controversia en el universo comenzó cuando el arcángel se rebeló en contra de Dios. Esa rebelión marcó el comienzo de toda lucha que ahora se libra entre naciones, en la sociedad, en la familia y en individuos. En el transcurso de la historia siempre han habido guerras entre naciones, grupos, personas e incluso dentro del individuo mismo. Por ejemplo, posiblemente usted experimenta una batalla interna entre la razón y la concupiscencia. Todas las diferentes clases de guerra tienen su origen en la controversia entre la voluntad divina y la voluntad satánica.

No sabemos cuánto tiempo haya transcurrido desde la rebelión de Satanás hasta la creación de Adán. Lo que sí sabemos es que en cierto momento, Dios creó al hombre y lo dotó de libre albedrío. El hecho de que Dios le diera libre albedrío muestra cuán grandioso es Dios. Una persona honorable jamás obligaría a nadie a seguirle. Al darle al hombre libre albedrío, Dios daba a entender que no le obligaría a obedecerle. Cuando yo era joven, pensaba que Dios no había sido sabio al crear al hombre con libre albedrío. Si yo hubiera sido Dios, no le habría permitido escoger; le habría creado de tal manera que no tuviera más opción que seguir a Dios. Sin embargo, Dios, en Su grandiosidad, le dio al hombre libertad de elegir.

En Génesis 2 vemos que el hombre era libre de ejercer su voluntad y comer, ya sea del árbol de la vida, o del árbol del conocimiento del bien y del mal. Estos dos árboles representan la voluntad divina y la voluntad satánica respectivamente. Por consiguiente, en el huerto había una situación triangular; ahí estaba el árbol de la vida, que representaba la voluntad divina, el árbol del conocimiento del bien y del mal, que representaba la voluntad satánica, y Adán, que representaba la voluntad humana. De hecho, el árbol de la vida representa a Dios mismo, y el árbol del conocimiento representa a Satanás. Por consiguiente, estaban presentes tres personas: Dios, Satanás y el hombre; y cada una de ellas poseía una voluntad propia.

Aunque había tres voluntades, la controversia sólo involucraba a dos personas: Dios y Satanás. Lo crucial era si el hombre escogería la voluntad divina o la voluntad satánica. Si la voluntad humana elegía la voluntad divina, ésta se llevaría a cabo; pero si elegía la voluntad satánica, ésta se cumpliría; al menos temporalmente. Como todos sabemos, la voluntad humana se puso del lado de la voluntad satánica, o sea, que el hombre escogió seguir a Satanás y aliarse a su voluntad. Por consiguiente, Satanás obtuvo temporalmente la victoria.

Sin embargo, por medio del arrepentimiento, el hombre puede volverse de la voluntad satánica a la voluntad divina, del lado de Satanás al lado de Dios. El primer mandamiento que se da en los evangelios es arrepentirse, y los siguientes dos son creer y ser bautizado. Cualquier pecador que desee ser salvo tiene que obedecer estos tres mandamientos. Debe arrepentirse ante Dios, creer en el Señor Jesús y ser bautizado en agua. Arrepentirse es dar un giro de la voluntad satánica a la voluntad divina. Desde que nacimos, nuestra voluntad ha estado del lado de la voluntad satánica, lo cual se debe a que nosotros estábamos en Adán cuando éste escogió la voluntad de Satanás en lugar de elegir la de Dios.

Muchos cristianos no conocen el verdadero significado de la predicación del evangelio. La Biblia dice que tenemos que arrepentirnos por causa del reino (Mt. 4:17). El reino de Dios es en realidad el ejercicio de la voluntad divina. Cuando los pecadores se arrepienten por causa del reino de Dios, ellos se vuelven del lado de Satanás al lado de Dios, el cual es el reino de Dios, la voluntad de Dios. Una vez que la persona se torna de la voluntad satánica a la voluntad divina, debe creer en el Señor Jesús y ser bautizada. Por medio del bautismo, ella es librada de la autoridad de las tinieblas, de la voluntad satánica, y trasladada al reino del Hijo del amor de Dios (Col. 1:13).

Desde el día en que fuimos salvos, nuestra vida cristiana ha sido una batalla. Esto mismo les ocurrió a los israelitas después de su éxodo de Egipto. Habiendo comido la Pascua, salieron de la tierra de Egipto como un ejército. Esto indica que comer el cordero pascual fue su preparación para la guerra; fueron salvos en medio de un ámbito de guerra. Tan pronto salieron de Egipto, comenzó la lucha. Faraón y sus carros persiguieron a los hijos de Israel, pero Dios intervino y luchó por ellos. Después de atravesar al mar Rojo y de ver la derrota del ejército de faraón, el pueblo triunfalmente alabó a Dios por Su victoria sobre el enemigo. Los israelitas tuvieron que pelear para poder cruzar el desierto, y esta lucha continuó en la buena tierra. Su historia revela que la vida de una persona salva es una batalla continua.

Ya vimos que como nuevo hombre, la iglesia debe andar conforme a la verdad y mediante la gracia; y que como novia, debe vivir en amor y en luz. Sin embargo, no es suficiente que se cumpla el propósito eterno de Dios y que Cristo satisfaga el deseo de Su corazón; también es necesario que el enemigo sea derrotado. Para esto, la iglesia tiene que ser un guerrero. Incluso en Cantar de los cantares se ve que al mismo tiempo que la que busca al Señor disfruta Su presencia, se desarrolla una lucha. Por consiguiente, andamos conforme a la verdad y por la gracia, vivimos en amor y en luz, y peleamos para subyugar la voluntad satánica. Nuestro andar cumple el propósito eterno de Dios, nuestro vivir satisface a Cristo y nuestra lucha derrota al enemigo de Dios. Por lo tanto, para estos tres objetivos, la iglesia debe ser el nuevo hombre, la novia y el guerrero.


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