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Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 30 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE TREINTA

LA COMUNION DE LOS CREYENTES
CON EL APOSTOL AL PROVEERLE
PARA SUS NECESIDADES

Lectura bíblica: Fil. 4:10, 14-20

En este mensaje hablaremos de la comunión de los creyentes con el apóstol al proveerle para sus necesidades. Cuando se trata de dar, muchos cristianos no tienen comunión. Al decir comunión, no nos referimos meramente a una comunicación o participación mutua, sino también a la ministración de vida. Cuando tenemos comunión unos con otros, nos ministramos vida mutuamente. Muchos cristianos cuando ofrendan no tienen el sentir de que esta transacción implica cierta ministración de vida. Sin embargo, si oramos-leemos los versículos mencionados al comienzo de este capítulo, podremos percibir que en ellos se da una ministración de vida, tanto de parte del apóstol como de los creyentes que le enviaron la dádiva. Sin duda, los filipenses le enviaron una ayuda material a Pablo, pero debemos ver que con ello también le ministraron vida. Por lo tanto, la comunión y ministración de vida circulaba entre ambas partes, entre el apóstol y los creyentes. Es importante que aprendamos a dar teniendo presente la comunión y ministración de vida.

I. EL APOSTOL SE GOZA EN EL SEÑOR
DE QUE LOS CREYENTES SE HUBIERAN
ACORDADO NUEVAMENTE DE EL

En el 4:10 Pablo declara: “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis hecho florecer de nuevo vuestro interés por mí”. Tal vez hubo circunstancias que impidieron a los filipenses enviar fielmente a Pablo la ayuda material. Por lo tanto, cuando Pablo recibió la dádiva por medio de Epafrodito, consideró esto como un florecimiento del interés de ellos hacia él. Conforme al sentir de Pablo, dicha dádiva significaba que el interés de ellos por él había vuelto a florecer.

La frase “florecer de nuevo” es una expresión maravillosa y está llena de implicaciones. ¿Cómo puede algo que no tiene vida florecer? La palabra “florecer” implica que el hecho de que los creyentes pensaran en el apóstol era un asunto de vida. Además, la expresión “florecer de nuevo” implica que por algún tiempo el interés de ellos por Pablo había estado adormecido, que había pasado por una especie de invierno. Para que una planta vuelva a florecer, se requiere que haya pasado por un periodo de marchitamiento o adormecimiento durante el invierno. Esto alude al periodo en que los santos no tuvieron la oportunidad de cuidar de Pablo, lo cual fue para él un invierno, un tiempo de sufrimiento. Sin embargo, este sufrimiento le proporcionó la oportunidad de experimentar a Cristo de una manera más rica.

II. EL INTERES DE LOS CREYENTES POR EL APOSTOL

En 4:10 Pablo les escribe a los filipenses: “De lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad”. Estas palabras muestran la experiencia y la madurez de Pablo. Hubo ocasiones en las que él reprendió a los santos. Por ejemplo, cuando les escribió a los corintios, los reprendió severamente y les preguntó si querían que fuese a ellos con vara (1 Co. 4:21). Pero aquí, en contraste con esto, vemos que él se dirige a los filipenses en un tono muy afable, diciéndoles que su interés por él había vuelto a florecer y que no dudaba de que ellos estuvieran solícitos, pero que les había faltado la oportunidad.

Como ya dijimos, la expresión “florecer de nuevo”, que es una traducción literal del griego, implica que el hecho de ofrendar es un asunto de vida y ministración vida. Si no lo fuese, Pablo no habría usado tal expresión.

Debemos prestar la debida atención al verbo “florecer”. Esta palabra implica que la manera en que ofrendemos bienes materiales a una iglesia, a un siervo del Señor o a un santo, debe ser viviente, de tal modo que pueda florecer. Esta clase de comunión implica más que una simple participación; implica la circulación de la corriente de vida. La Biblia muestra que la comunión siempre procede de la vida. En 1 Juan 1:2-3 vemos que la comunión proviene de la vida, es decir, que la vida es la fuente misma de la comunión. Es por eso que Pablo usó el verbo “florecer” en Filipenses 4:10, y la palabra “participar” en el versículo 14 del mismo capítulo: “Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación”. Es como si el apóstol les dijera: “Vosotros me ministrasteis vida y me apoyasteis durante mi encarcelamiento. Mientras sufría, me ayudasteis, ministrándome vida. Por tanto, ciertamente recibiréis también un suministro de vida”.

La circulación de la sangre en nuestro cuerpo es un buen ejemplo de la comunión de vida. Por un lado, cuando la sangre circula, sale, pero por otro, regresa. Conforme a este principio, nuestra comunión en vida siempre va y viene. Si sólo hubiera salida, sin una correspondiente entrada, no sería una verdadera comunión. La comunión siempre implica circulación. La vida fluye hacia afuera y después regresa. Sale con el suministro hacia otra persona, y luego regresa a nosotros con el suministro de esa persona. Cada vez que, movidos por el Señor, demos bienes materiales, experimentaremos dicha comunión de vida. Debe haber florecimiento y mutua suministración de vida.

La comunión que los creyentes de Filipos tenían con Pablo, es decir, el apoyo material que ellos le hacían llegar, contribuía al progreso del evangelio (1:5). Como mencionamos anteriormente, aquí el evangelio se refiere al mover de Dios en la tierra con miras a Su economía. El evangelio no sólo incluye las buenas nuevas de la salvación, la redención, el perdón, la justificación y la vida eterna. Especialmente en la epístola de Filipenses, el evangelio denota el mover de Dios en Su economía. Por consiguiente, la comunión, incluyendo el envío de ayuda material, contribuye al progreso del mover de Dios en Su economía.


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