Información del libro

Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 61 de 79 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE SESENTA Y UNO

EL VIVIR DE DIOS-HOMBRE DEL SALVADOR-HOMBRE

(2)

Lectura bíblica: He. 2:14a, 16-17a; Fil. 2:6-8; Jn. 1:1, 14; 5:30; 6:38

En este mensaje continuaremos a examinar el vivir de Dios-hombre del Salvador-Hombre.

EL SALVADOR-HOMBRE

Un hombre auténtico que posee la naturaleza humana verdadera y las virtudes humanas perfectas, las cuales le hacen apto
para ser el Salvador del hombre

El Salvador-Hombre es un hombre auténtico que posee la naturaleza humana verdadera y las virtudes humanas perfectas. Para describir Su humanidad usamos tres adjetivos: auténtico, verdadera y perfectas. El es un hombre auténtico. Su naturaleza es verdadera, o sea, no era un fantasma, sino una persona auténtica. Además, Sus virtudes humanas eran perfectas. Para ser apto como Salvador del hombre, el Señor Jesús tenía que ser un hombre auténtico que posee la naturaleza humana verdadera y las virtudes humanas perfectas. Porque El es auténtico en calidad de hombre, verdadero en Su naturaleza humana y perfecto en Sus virtudes humanas, es apto para ser el Salvador-Hombre.

El Dios completo que posee la naturaleza
divina auténtica y los atributos divinos
excelentes, los cuales fortalecen y aseguran
Su aptitud para salvar al hombre

El Salvador-Hombre no sólo era un hombre auténtico, sino también el Dios completo, que poseía la naturaleza divina auténtica y los atributos divinos excelentes.

Los teólogos y los maestros ortodoxos de la Biblia están de acuerdo que Cristo es el Dios completo. Sin embargo, algunos no admiten que El es tanto el Hijo de Dios como el Padre y el Espíritu. Por un lado, enseñan que Cristo es el Dios completo; pero por otro, enseñan que El es solo una parte de la Trinidad. Por consiguiente, contradicen en lo que enseñan. Si uno dice que Cristo es solo una parte de la Trinidad, entonces, El no es el Dios completo, sino que es solamente una parte del Dios completo. Pero el Dios completo no es únicamente el Padre, únicamente el Espíritu o únicamente el Hijo, sino que es el Dios Triuno, a saber: El Padre, el Hijo y el Espíritu.

Queremos dar énfasis al hecho de que el Salvador-Hombre es tanto un hombre auténtico como el Dios completo. El es un hombre auténtico que posee la naturaleza humana verdadera y las virtudes humanas perfectas, y también es el Dios completo que posee la naturaleza divina auténtica y los atributos divinos excelentes. Con respecto a Su humanidad dijimos que el Salvador-Hombre es auténtico, verdadero y perfecto. Ahora debemos ver que con respecto a Su divinidad El es completo, auténtico y excelente. Porque El es el Dios completo, posee la naturaleza divina auténtica y los atributos divinos excelentes. Sus virtudes humanas son perfectas, pero Sus atributos divinos son excelentes, superiores e incomparables.

La naturaleza divina y los atributos divinos excelentes del Salvador-Hombre fortalecen y aseguran Su aptitud para salvar al hombre. En Su humanidad se halla la competencia para salvarnos. Pero esta competencia es fortalecida y asegurada por Su divinidad, pues ésta garantiza Su aptitud para salvarnos.

Cuando algunos oigan que la naturaleza y los atributos divinos del Salvador-Hombre fortalecen y aseguran Su aptitud para salvarnos, tal vez pregunten: “¿Hay algún versículo en la Biblia que diga esto? o ¿ha leído usted algún libro que enseñe esto?” Debo decir que no. Al parecer no hay ningún versículo bíblico que enseñe esto ni tampoco he leído un libro que usen estas expresiones. Quizás se pregunten por qué tengo la valentía de decir esto. Mi respuesta se funda en más de medio siglo de estudio de la Biblia, especialmente en los diez años de Estudio-vida del Nuevo Testamento que culminará con el libro de Hechos. Según la revelación divina en las Escrituras, la naturaleza y los atributos divinos del Salvador-Hombre fortalecen y aseguran Su competencia salvadora. Con certeza la Biblia revela que la divinidad del Señor fortalece Su competencia salvadora, la cual se halla en Su humanidad.

En 1 Juan 1:7 da a entender que la divinidad de Cristo fortalece y asegura la aptitud salvadora que se halla en Su humanidad. Dicho versículo dice: “La sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado”. El nombre “Jesús” denota la humanidad del Señor, sin la cual la sangre redentora no podría ser derramada, y el título “Su Hijo” denota la divinidad del Señor, la cual hace que la sangre redentora tenga una eficacia eterna. La expresión la sangre de Jesús Su Hijo indica que esta sangre es la sangre de un hombre auténtico que se derramó para redimir las criaturas caídas de Dios y que tiene la seguridad divina como su eficacia eterna, una eficacia que prevalece sobre todo y en todo lugar, y que es perpetua en cuanto al tiempo.

Según 1 Juan 1:7, la sangre que el Salvador-Hombre derramó en la cruz no sólo era la sangre de Jesús sino también la del Hijo de Dios, o sea, era la sangre de un hombre y de Dios. La sangre de Jesús era la sangre de un hombre auténtico, la cual se requería para efectuar nuestra redención. La eficacia de esta sangre está asegurada por la divinidad del Salvador-Hombre, pues Su divinidad hace que la sangre de Jesús sea eterna. En otras palabras, sin la divinidad del Señor, la redención no podría ser eterna.

La divinidad auténtica del Señor con Sus atributos excelentes fortalecen y aseguran Su aptitud para salvar al hombre. Su humanidad le hace apto para salvarnos, mientras que Su divinidad le fortalece para realizar la salvación y asegura Su aptitud para efectuarla.


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