Información del libro

Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 67 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SESENTA Y SIETE

BAJO LA MANO DE DIOS
(1)

El libro de Génesis contiene las biografías de nueve personas importantes: Adán, Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob y José. El relato más largo es el de la vida de Jacob, pues ocupa casi la mitad del libro de Génesis. ¿Por qué el libro de Génesis dedica tantas páginas a esta persona? Si usted lee detenidamente dicho libro, verá que el relato de Jacob, a diferencia del de Abraham, presenta muchos detalles. La biografía de Enoc ocupa menos de medio capítulo, y la de Enós solamente unos versículos. Noé fue una persona importante, pero Génesis no le dedica muchas páginas. La razón por la cual el relato de Jacob es tan extenso radica en que en la experiencia de vida no hay nada que tome más tiempo que la transformación. Fuimos llamados en un instante, salvados en un momento y perdonados y regenerados en menos de un minuto. Pero la transformación requiere toda una vida. Desde el día en que fuimos salvos, hemos estado en el proceso de transformación.

En Abraham vemos el llamado de Dios y la justificación. En Isaac vemos a una persona que siempre disfruta la gracia de Dios. Parece que Isaac no quería saber nada, ni usar nada de sí mismo. Cuando Jacob lo engañó, él sabía que algo no encajaba, pues dijo: “La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú” (27:22). Si yo hubiese estado en el lugar de Isaac, habría estudiado el asunto muy detenidamente antes de bendecir a alguien. Isaac tenía la duda y no sabía si se trataba de Esaú. El conocía las voces de sus hijos y oyó claramente la voz de Jacob, pero no discernió quién era (27:23). Eso indica que a Isaac no le gustaba ejercer su discernimiento. El no era perezoso para comer, pero sí para discernir. El libro de Génesis no dedica mucho espacio a Isaac.

b. Fue quebrantado

En Jacob no vemos el llamado de Dios ni la justificación, y tampoco el disfrute de la gracia. Vemos, eso sí, cómo fue quebrantado por Dios (25:19—32:21). Inclusive cuando Jacob estaba en el vientre de su madre, Dios lo tocó. Durante toda la vida, él estuvo constantemente bajo la mano disciplinaria de Dios. Lo que Dios hacía con él lo transformaba. Jacob nació como suplantador, uno que se ase del calcañar. Pero Dios deseaba tener un príncipe. ¿Cómo pudo ese suplantador llegar a ser un príncipe de Dios? Sólo por la transformación. Resulta fácil cambiar un edificio material, pero es difícil transformar a un suplantador en un príncipe de Dios. Eso no puede hacerse de un día para otro; requiere toda una vida. Puesto que Jacob representa el aspecto de la transformación, su biografía es muy extensa.

En Génesis 25:19-34; 27:1-46; 28:1-5 vemos cuatro personas: Jacob, Esaú, Isaac y Rebeca; cada una de ellas es distinta de las demás. Aunque Jacob y Esaú eran gemelos, diferían diametralmente el uno del otro. “Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas” (25:27). Jacob era sosegado, persona sutil y hábil, y Esaú era agreste, tosco y fuerte. Mientras Jacob y Esaú peleaban en el vientre de su madre, Esaú ganó por ser más fuerte. Mientras Jacob luchaba por salir primero, Esaú parecía decir: “¿Qué estás haciendo? Déjame salir primero”. Jacob era astuto, mientras que Esaú era fuerte físicamente. Cuando Esaú se enteró de que Jacob lo había engañado, amenazó con matarlo. Esaú parecía decir: “Jacob, tú me has suplantado; mi mente no puede vencer la tuya, pero un día te mataré”. En eso vemos que Jacob y Esaú eran totalmente diferentes.

Isaac y Rebeca también eran diferentes el uno del otro. Rebeca era inteligente, ingeniosa, hábil y capaz de manipular a toda la familia. Ella desarrolló la misma habilidad que Jacob y dirigía a su esposo. Isaac era totalmente manipulado por Rebeca. Como resultado de esta manipulación, tanto Esaú como Isaac fueron suplantados. No sólo fueron suplantados por Jacob, sino también por Rebeca. Cuando Isaac mandó a Jacob lejos, quizá haya pensado que tal acción era idea suya. Pero en realidad, fue idea de Rebeca. Después de que ella dijera algunas palabras a Isaac, éste mandó a Jacob lejos, a casa de Labán (28:1-5). Rebeca manipuló a Isaac en este asunto.

Lo que hicieron Isaac, Rebeca y Esaú redundó en el bien de Jacob. Dios usó a estas tres personas para transformar a Jacob. En eso vemos que todas las cosas obran para el bien de los que son llamados por Dios (Ro. 8:28). Más adelante, veremos que Labán y también las esposas de Jacob, sus siervas, sus hijos y sus hijas fueron usados por Dios para transformar a Jacob. Toda circunstancia, situación y persona que encontramos en la vida de Jacob fue usada para transformar al suplantador en un príncipe de Dios.

No hay otro relato que nos hable de la transformación como lo hace la historia de Jacob. Este había sido escogido y predestinado. El propósito de Dios para con este escogido era transformarlo en príncipe Suyo. A Dios no le gusta transformar a la gente buena, sencilla, justa, honesta y noble. El prefiere transformar a los suplantadores como Jacob. ¿Qué clase de persona es usted? ¿Es usted bueno, justo y honesto o es un Jacob? Todos nosotros, incluyendo a las hermanas, somos Jacob. ¿No ha suplantado usted a otras personas? Hermanas, ustedes probablemente han suplantado a su madre, a su marido y a sus hijos. Algunos suegros han suplantado a sus yernos, y algunos tíos a sus sobrinos. No piensen que ustedes son buenos. Yo no me considero tan bueno como Abraham e Isaac. No, creo que soy como Jacob. El hecho de saber que somos Jacob debe alentarnos. No digan: “Oh soy tan malo y tan vil. No soy una persona noble”. Si usted es así, alabe al Señor. Usted es la persona adecuada para recibir la misericordia y la gracia de Dios.

Dios no escogió a la gente buena. Si nosotros hubiéramos escogido, probablemente todos habríamos elegido a Esaú en vez de a Jacob. En comparación, Esaú era mejor que Jacob. El nunca engañó ni suplantó a nadie. No obstante, Dios no escogió a Esaú, sino a Jacob. Todos los que Dios escogió son traviesos. Si usted es bueno, entonces no debe de haber sido escogido por Dios. Abraham es el ejemplo de alguien que es justificado por la fe, pero Jacob es el ejemplo de uno que es escogido. ¿Ha sido usted escogido? Entonces debe ser un Jacob, porque Dios sólo escoge a Jacob. Dios es Dios, y nosotros debemos adorarlo como tal. El escogió soberanamente a Jacob, al que era suplantador.


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