Información del libro

Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 20 de 65 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE VEINTE

ANDAR EN CRISTO, EL MISTERIO DE DIOS

Lectura bíblica: Col. 2:6; Dt. 8:7-10; Ro. 8:11; 2 Ti. 4:22;
Fil. 1:19; 1 Co. 6:17; Ro. 8:6, 4; Gá. 5:16, 25

En el mensaje anterior hablamos acerca de la manera de experimentar a Cristo como el misterio de Dios. Ahora veremos cómo debemos andar en este Cristo. Leamos lo que dice Pablo en Colosenses 2:6: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Cristo, a Jesús el Señor, andad en El”. Andar en el Cristo que es el misterio de Dios significa vivir, actuar, conducirnos y tener todo nuestro ser en Él.

En el capítulo uno de Colosenses Pablo presenta una revelación profunda acerca de Cristo. El primer aspecto de Cristo revelado en este capítulo es que Él es la porción de los santos (v. 12). En el Antiguo Testamento, la buena tierra tipifica a Cristo como la porción, o lote, de los santos. En este capítulo, Pablo muestra también que Cristo es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación, la Cabeza del Cuerpo, el Primogénito de entre los muertos y Aquel en quien toda la plenitud se agradó en habitar.

Pablo comienza el capítulo dos hablando de la gran lucha que sostenía a fin de que los corazones de los colosenses fueran consolados “hasta alcanzar todas las riquezas de la perfecta certidumbre de entendimiento, hasta alcanzar el pleno conocimiento del misterio de Dios, es decir, Cristo” (v. 2). Los colosenses únicamente podrían tener el entendimiento apropiado de Cristo, cuando sus corazones fueran consolados, cuidados con calor y ternura. Esto les permitiría experimentar a Cristo de una manera genuina. Los colosenses necesitaban que sus corazones fueran consolados y tener una mente sobria, a fin de obtener el pleno conocimiento del Cristo que habían recibido y de quien se habían distraído. En este Cristo, el misterio de Dios, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (v. 3). Además, en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (2:9). Una vez que los colosenses tuviesen la perfecta certidumbre de entendimiento acerca del Cristo todo- inclusivo, podrían andar en Él.

Ya hicimos notar que en 2:6 la palabra “andar” significa vivir, actuar, conducirse y ser. Aquel en quien debemos andar es la misma persona todo-inclusiva que se revela de una manera profunda en el capítulo uno. Como tal, Cristo es la porción de los santos y el misterio de la economía de Dios. Al igual que los colosenses, nosotros necesitamos que se nos exhorte a andar en el Cristo que es todo para nosotros.

NUESTRA BUENA TIERRA

Mientras Pablo escribía este capítulo de Colosenses, él tenía en mente la buena tierra del Antiguo Testamento, la cual es un tipo del Cristo todo-inclusivo. Encontramos un indicio de esto en 1:12, donde Pablo dice que Cristo es la porción de los santos. Luego en 2:6 Pablo nos exhorta a andar en Cristo, lo cual implica que Cristo es la tierra, el territorio, la esfera, en la cual podemos andar. Además, sus palabras acerca de ser arraigados en Cristo, en 2:7, indican también que él tenía en mente la buena tierra. Para ser arraigados en Cristo, se requiere que Él sea nuestra tierra, nuestro suelo. Todo esto nos da a entender que el Cristo revelado en Colosenses es nuestra buena tierra.

Pablo tenía un conocimiento profundo del Antiguo Testamento. Mientras él escribía las Epístolas, tales como Romanos, 1 Corintios, Gálatas, Colosenses y Hebreos, él debe de haber tenido muy en mente las Escrituras del Antiguo Testamento, puesto que escribió muchas cosas conforme a ellas. En particular, mientras Pablo escribía el libro de Colosenses, tuvo presente el cuadro de la tierra de Canaán. Él sabía que en la época del Antiguo Testamento el pueblo escogido de Dios había disfrutado de la buena tierra como su porción. También sabía que la buena tierra era el todo para ellos. En la buena tierra ellos podían adorar a Dios y edificar el templo para el testimonio de Dios y para Su única morada. En la buena tierra el propósito de Dios podía cumplirse por medio de los hijos de Israel. Puesto que Pablo entendía perfectamente lo que la buena tierra representaba para los escogidos de Dios, él compuso la Epístola a los Colosenses, teniendo este panorama en mente. Por lo tanto, si queremos experimentar al Cristo todo-inclusivo, tal como se revela en este libro, debemos darnos cuenta de que este Cristo es tipificado por la tierra de Canaán. El Cristo tipificado por la buena tierra es el Dios Triuno procesado como Espíritu vivificante. Reconozco que hago mucho énfasis en este asunto, pero ésta es la comisión y la carga que he recibido de parte del Señor.

Si hemos de andar en el Cristo que es el misterio de Dios, debemos ver que, conforme al concepto de Pablo, el Cristo en quien debemos andar es la buena tierra. Al respecto, necesitamos tener perfecta certidumbre de entendimiento. Podríamos dar muchos mensajes sobre el tema de Cristo como la buena tierra. Éste es un asunto inagotable.

En diciembre de 1962 celebramos la primera conferencia de grande escala en los Estados Unidos, cuyo tema fue el Cristo todo-inclusivo tipificado por la tierra de Canaán. Estos mensajes se publicaron en un libro titulado El Cristo todo-inclusivo. Dichos mensajes fueron la fuente de inspiración de un himno muy bueno sobre la experiencia de Cristo como vida. La última estrofa de este himno (Himnos, #214) dice:

¡Oh, qué premiar! ¡Oh, qué ganar!
Mi meta sólo en Cristo está.
Ningún tesoro deseo yo,
Mas Cristo en Su totalidad.
Mi Cristo es mi galardón,
Mi gloria y premio sin igual.

Muchos de los mensajes de esa conferencia se basaron en Deuteronomio 8:7-10. A partir de estos versículos, examinamos las inescrutables riquezas de la tierra: el agua, los alimentos y los minerales. Lo que compartimos en esos mensajes fueron solamente unas palabras de introducción, pues queda aún mucho que compartir acerca de las riquezas de Cristo tipificadas por la tierra de Canaán.

Los estudiosos de la Palabra saben que la Biblia no es un libro fácil de entender. Cuando yo era un cristiano joven, le dije al Señor que no estaba de acuerdo con la manera en que Él había escrito la Biblia. En mi opinión, debía haberla escrito de una manera sistemática, tratando cada uno de los asuntos principales sistemáticamente y acomodando todo el material debajo de distintos títulos y subdivisiones principales. Pero debemos reconocer que la manera en que el Señor dispone es la mejor. En la Biblia el Señor habla de cierto tema en varios lugares. Tomemos como ejemplo la justificación. Este tema se trata en más de un libro. Puesto que nuestra capacidad es tan limitada, el Señor sabía que la única manera de revelarnos asuntos espirituales como la justificación consistía en hacerlo paulatinamente. Éste es ciertamente el caso en cuanto a la revelación de Cristo como nuestra buena tierra.


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