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Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

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ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE SESENTA Y DOS

LA VARA QUE REVERDECIÓ
(2)

Como dijimos en el mensaje anterior, son muy pocos los cristianos que prestan la debida atención a la vara que reverdeció mencionada en Hebreos 9:4. Esto se debe a que la vara que reverdeció sólo se puede entender por medio de la experiencia. Aunque podamos entender los diferentes tipos del tabernáculo, es difícil conocer su verdadero significado si no hemos tenido las debidas experiencias. En lo que se refiere a las experiencias que tenemos del tabernáculo, los escritos y mensajes de distintos maestros cristianos se concentran principalmente en el altar del holocausto. Pero si buscamos ir más allá del altar y proseguir hacia el Lugar Santo, nos daremos cuenta de que no muchos han tenido verdaderas experiencias que correspondan a ese lugar. A esto se debe que al cabo de tanto tiempo, los tres elementos que contenía el Arca del Lugar Santísimo sigan siendo un misterio. De hecho, son muy pocos los que han hablado de ellos. ¿Ha llegado a oír alguna vez un mensaje acerca del maná escondido, de la vara que reverdeció o de las tablas de la ley, los cuales estaban dentro del Arca? Esta deficiencia se debe únicamente a la falta de experiencia.

LA VARA QUE REVERDECIÓ
Y LA EDIFICACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS

La vara que reverdeció está relacionada con la edificación del pueblo de Dios. Si sólo contáramos con Hebreos 9:4, no podríamos ver este hecho. Pero si estudiamos el pasaje del Antiguo Testamento, donde por primera vez se menciona la vara que reverdeció, nos daremos cuenta de que esto estaba relacionado con la edificación del pueblo de Dios. En el mensaje anterior hicimos notar que Dios, para cumplir Su propósito, requería de un pueblo que fuera una sola entidad corporativa. En el Antiguo Testamento, este pueblo lo conformaban los hijos de Israel. Ellos eran al menos unos cuantos millones en número y tenían que ser edificados como una sola entidad. Como nos lo muestra la historia de Israel, los hijos de Israel siempre fueron tratados como una sola entidad. La Biblia no nos dice que ellos fueron salvos individualmente. Más bien, nos muestra que fueron salvos corporativamente. Ellos celebraron la Pascua juntos como una entidad corporativa, y cruzaron el mar Rojo de la misma manera. Moisés no cruzó el mar Rojo solo y luego Aarón unos días mas tarde. Incluso mientras vagaron por el desierto lo hicieron como un solo hombre, y no como un grupo de individuos, cada cual siguiendo su propio camino. Aún más, en medio de ellos estaba el tabernáculo, la morada única de Dios. No había varios tabernáculos de Dios, uno de propiedad de Moisés y otro de propiedad de Aarón. Simplemente había un solo tabernáculo el cual, como la morada única de Dios, era el centro para la edificación del pueblo de Dios. Como hemos visto, para que tantas personas pudieran ser edificadas como una sola entidad, se necesitaba el liderazgo. La vara que reverdeció está relacionada con este liderazgo y, por ende, tiene como objetivo la edificación del pueblo de Dios.

Coré, quien pertenecía a la tribu de Leví, la misma tribu a la que pertenecían Moisés y Aarón, se consideró igual a ellos. Coré posiblemente dijo: “Moisés y Aarón, vosotros sois hijos de Leví, y yo también. Por lo tanto, soy igual a ustedes”. Además de Coré, se mencionan también Datán y Abiram, que eran descendientes de Rubén, el hijo mayor de Jacob. Datán y Abiram probablemente pensaron que porque su tribu era la primera entre todas, ellos también deberían ser líderes. Estos tres hombres provocaron una gran rebelión. De acuerdo con Números 16:2, Coré, Datán y Abiram “se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, miembros del consejo, hombres de renombre”. Como vemos en Números 16, casi toda la congregación de Israel se rebeló contra Moisés y Aarón. Sin lugar a dudas, este caso de rebelión fue obra del enemigo para destruir la edificación del pueblo de Dios. Esto ciertamente impidió que los hijos de Israel pudieran avanzar hacia la meta de Dios. Menciono esto para mostrarles que la vara que reverdeció está relacionada con la edificación del pueblo de Dios.

La mayoría de los cristianos que han leído Hebreos 9, pasan por alto la vara que reverdeció porque entre ellos no hay edificación alguna. Quisiera hacer una pregunta a los que han sido cristianos por muchos años: “¿Han escuchado alguna vez un mensaje que diga que lo que Dios necesita hoy es la edificación de Su pueblo?”. Ciertamente no se escucha nada de esto en el cristianismo de hoy. Debido a que la mayoría de los cristianos no prestan la debida atención a la edificación, no muestran ningún interés por la vara que reverdeció. La mayoría de ellos sólo habla de la espiritualidad, los dones, la conducta y del hablar en lenguas, pero ¿a quién le preocupa la edificación del pueblo de Dios? Si el pueblo de Dios no es edificado Dios no puede cumplir Su propósito. Dios desea obtener un pueblo que haya sido edificado hasta formar una sola y única entidad. Ya que Cristo es la Cabeza, Él requiere del Cuerpo, y no de muchos miembros aislados. Además, lo que Dios necesita es una casa, no un montón de materiales. Esto es lo que Dios busca hoy. Si no nos interesa esto, no tenemos base alguna ni reunimos los requisitos para entender el significado de la vara que reverdeció. Si a usted no le interesa en lo más mínimo el propósito eterno de Dios, sino más bien las cosas del mundo, todo lo que hemos venido hablando en este mensaje serán meramente vanas palabrerías para usted.

Que el Señor tenga misericordia de nosotros y podamos ver que lo que Él está buscando hoy es la edificación. Lo que importa no es cuán espirituales o buenos seamos ni cuántos dones poseamos, sino si hemos sido verdaderamente edificados con el pueblo de Dios. Hoy en día hay mucha religiosidad y demasiados conceptos humanos, pero muy poca revelación divina. Si hemos de entender el significado de la vara que reverdeció, debemos tener una revelación celestial y divina acerca de la necesidad que Dios tiene hoy en día, a saber, que Su pueblo sea edificado. Lo que a Dios le interesa no es obtener un gran número de personas; Su mayor preocupación es si éstas han sido edificadas o no. Si estamos aquí por el propósito eterno de Dios, entonces debemos comprender que lo que Dios necesita hoy es la edificación.

Examinemos el tabernáculo. En el altar no vemos ninguna edificación. Todo lo que vemos allí es el sacrificio por la redención. Aunque ciertamente es maravilloso, no es la meta de Dios; es sólo el principio, no el final. Como ya hemos visto, las experiencias del tabernáculo comienzan en el altar y concluyen en el Arca. En el interior del Arca encontramos tres cosas: el maná escondido, la vara que reverdeció y las tablas de la ley. Así que en el altar no vemos nada relacionado con la edificación. Tampoco vemos ninguna edificación en el lavacro. El lavamiento del Espíritu vivificante, el cual se experimenta en el lavacro, tiene como objetivo la edificación pero no es la edificación misma.

Después del lavacro avanzamos a la mesa de los panes de la proposición, donde hay abundancia de alimento para nosotros. Pero comer no es un fin en sí mismo, pues también debe redundar en la edificación. El término maná escondido sólo aparece una vez en el Nuevo Testamento, en Apocalipsis 2:17, donde dice: “Al que venza, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca”. Este versículo muestra que al comer del maná escondido somos transformados en piedrecitas blancas. Comer del maná escondido nos transforma en piedras que Dios aprueba, y esta transformación tiene como fin la edificación de Dios. Finalmente, como dice Apocalipsis 3:12, los que comen son edificados hasta ser el templo de Dios. Esto nos muestra que el comer redunda en la edificación. Sin embargo, en la mesa de los panes de la proposición aún no vemos la edificación. Por consiguiente, no debemos detenernos allí, sino proseguir a nuestro destino.

De la mesa de los panes de la proposición avanzamos hacia el candelero, y de allí al altar del incienso. En ninguno de estos dos muebles vemos la edificación. Luego entramos al Lugar Santísimo, nos acercamos al Arca y encontramos en su interior la vara que reverdeció. ¿Por qué no encontramos la vara que reverdeció en el altar del holocausto? Porque si estuviera en ese altar, jamás tendríamos la experiencia del Arca. Si usted entra al Lugar Santísimo y experimenta el Arca, descubrirá que dentro de ella se encuentra un elemento básico: la vara que reverdeció. Después debemos aprender el significado de la vara, el cual está relacionado con la edificación de Dios. Si usted realmente busca del Señor, debe comprender que la meta de Dios es conducirlo a la vara que reverdeció, la cual se encuentra dentro del Arca que está en el Lugar Santísimo.

Como hemos visto, la vara que reverdeció nos muestra que el Cristo resucitado debe ser nuestra vida, nuestro vivir y la vida de resurrección en nosotros, y que esta vida debe reverdecer, florecer y producir almendras. ¿Está reverdeciendo el Cristo que mora en usted? No conteste que sí de forma doctrinal, sino conforme a su experiencia. ¿Está su Cristo reverdeciendo, floreciendo y llevando el fruto de la resurrección que son las almendras?


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