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Estudio-vida de 1, 2 y 3 Juan, Judaspor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3089-5
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ESTUDIO-VIDA DE 1 JUAN

MENSAJE TREINTA Y OCHO

LAS VIRTUDES DEL NACIMIENTO DIVINO:
VENCER AL MUNDO, LA MUERTE, EL PECADO,
EL DIABLO Y LOS ÍDOLOS

(3)

Lectura bíblica: 1 Jn. 5:14-17

CÓMO SABER SI CIERTO PECADO ES DE MUERTE

En 1 Juan 5:16 y 17 Juan dice: “Si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá y Dios le dará vida; a saber, a los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte”. Estos versículos indican que si vemos a un hermano cometer un pecado que no sea de muerte, debemos pedir por él y darle vida. Pero, ¿cómo saber si cierto pecado es de muerte? Supongamos que un hermano peca y también se enferma. Si no sabemos si ese pecado es de muerte, ¿cómo podremos hacer una petición por esa situación?

Hemos visto que 5:14-17 tiene que ver con la oración que hacemos mientras permanecemos en la comunión de la vida eterna. En la comunión de la vida divina Dios ejerce Su juicio gubernamental sobre cada uno de Sus hijos según la condición espiritual de ellos. Según la disciplina gubernamental de Dios, es posible que algunos de Sus hijos estén destinados a morir físicamente en esta era a causa de cierto pecado, mientras que otros estén destinados a morir físicamente a causa de otros pecados. Si un pecado ha de ser de muerte o no, ello dependerá del juicio que Dios ejerza conforme a la posición y condición que tenga el creyente en la casa de Dios.

Aunque puede ser que en principio tengamos claridad sobre este asunto, ¿cómo podremos discernir si un hermano ha cometido un pecado de muerte o no? Para tener esta clase de discernimiento, debemos ser personas que son absolutamente uno con el Señor. En realidad, sólo el Señor sabe si cierto pecado es de muerte. Así que, si no somos uno con el Señor, no podremos saber si un hermano ha cometido un pecado de muerte. Sin embargo, si somos profundamente uno con el Señor, si permanecemos en el Señor y si somos un solo espíritu con Él, espontáneamente sabremos si cierto pecado es de muerte o no. No habrá necesidad de que nos esforcemos por saberlo.

EL CASO DE MOISÉS

No debemos pensar que solamente ciertos pecados son serios y acarrean muerte, y que otros no lo son. Consideremos el caso de Moisés, descrito en Números 20. Debido a que Moisés fue provocado, hizo algo que no era conforme a la voluntad de Dios: golpeó la roca por segunda vez. Golpear la roca dos veces iba en contra del principio básico de Dios. La roca tipificaba a Cristo, y la intención de Dios no era que Cristo fuera golpeado dos veces. La primera vez Moisés golpeó la roca en conformidad con la palabra de Dios (Éx. 17:1-6), pero la segunda vez que Moisés golpeó la roca, no lo hizo en conformidad con la palabra de Dios. Dios le había dicho a Moisés que le hablara a la roca. Pero, puesto que fue provocado, Moisés golpeó la roca por segunda vez. Fue debido a este error que a Moisés, quien estaba tan cerca de Dios, no se le permitió entrar a la buena tierra: “Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en Mí, para santificarme ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado” (Nm. 20:12). Según Deuteronomio 32:48-52, el Señor le dijo a Moisés que subiera al monte y muriera allí porque tanto él como Aarón habían pecado contra el Señor “en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel” (v. 51). Tal vez pensemos que Moisés sólo cometió un pequeño error; pero según el juicio gubernamental de Dios, ése fue un pecado de muerte. Así, pues, el caso de Moisés nos muestra que nosotros, por nosotros mismos, no tenemos la debida facultad ni la capacidad para discernir qué clase de pecado es de muerte. La única manera de obtener este discernimiento es ser absolutamente uno con el Señor.


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