Información del libro

Estudio-vida de Filipensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0338-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 20 de 62 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE FILIPENSES

MENSAJE VEINTE

SER HALLADO EN CRISTO

Lectura bíblica: Fil. 3:8-9

Si deseamos entender apropiadamente Filipenses 3:9, no debemos separarlo del versículo 8. Más bien, debemos conectar el final del versículo 8 con el comienzo del versículo 9 y leer de la siguiente manera: “Lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por medio de la fe en Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe”. Conforme a estos versículos, Pablo lo había perdido todo y lo tenía por basura para ganar a Cristo y ser hallado en El. Además, él anhelaba ser hallado en Cristo, no teniendo su propia justicia, sino la justicia que proviene de Dios basada en la fe.

LA ASPIRACION DE PABLO

En el versículo 9 el apóstol Pablo expresa su más vivo anhelo de ser hallado en Cristo. Anteriormente había estado entregado por completo a la religión judía, viviendo bajo la ley, y siempre había sido hallado por otros en la ley. Pero en su conversión fue trasladado de la ley y de su antigua religión a Cristo, llegando a ser “un hombre en Cristo” (2 Co. 12:2). Ahora él esperaba ser hallado en Cristo por todos los que lo observaban, es decir, por los judíos, los ángeles y los demonios. Esto indica que aspiraba a que todo su ser estuviera sumergido en Cristo y saturado de El, para que todos los que lo observaran, lo hallaran en Cristo. Nosotros también debemos aspirar a ser hallados en Cristo. De hecho, ser hallado en Cristo significa ser observado, visto y descubierto por los demás en Cristo.

Antes de su conversión Pablo vivía en la ley y bajo ella. Todo aquel que le conocía, podía percibir que él se encontraba bajo la ley y comprometido totalmente con ella. Saulo de Tarso era prisionero de la ley, pues estaba encerrado en ella. El vivía por la ley, con la ley y bajo ella. Sin embargo, un día fue trasladado de la ley a Cristo y, a partir de entonces, todo el que lo veía y lo observaba podía testificar que había llegado a ser una persona en Cristo. Pablo no se hallaba en la esfera de la cultura, de la filosofía ni de la religión. El vivía absolutamente en Cristo, y su anhelo y esperanza era ser hallado en El. El apóstol lo había perdido todo y lo tenía todo por basura para ganar a Cristo, a fin de ser hallado en El.

LA JUSTICIA PROCEDENTE DE
DIOS BASADA EN LA FE

En el versículo 9, las palabras de Pablo son muy claras y concretas. El expresa que no busca su propia justicia, sino la que es por medio de la fe en Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe. La cláusula “no teniendo mi propia justicia...sino...la justicia procedente de Dios”, define la condición en la que Pablo deseaba ser hallado en Cristo. El no quería vivir en su propia justicia, sino en la de Dios, y ser hallado en tal condición trascendente, expresando a Dios al vivir a Cristo, y no por guardar la ley.

Antes de su conversión, Pablo no tenía ni la más remota idea de que Cristo pudiera ser su justicia. La justicia que es por la ley es aquella que proviene de los esfuerzos del hombre por guardar la ley, tal como lo menciona el versículo 6. Esta era la justicia en la que Pablo vivía anteriormente y en la cual se hallaba totalmente envuelto. Pero ahora, él deseaba que todo el que lo observara pudiera ver que era una persona que vivía en Cristo y lo tenía como su justicia.

La justicia en la que Pablo aspiraba a ser hallado era la justicia “que es por medio de la fe de Cristo, la justicia procedente de Dios basada en la fe”. La expresión “la fe de Cristo” implica la acción de creer en Cristo. Tal fe proviene de nuestro conocimiento de Cristo y de nuestro aprecio por El. Esta fe es Cristo mismo infundido en nosotros mediante nuestro aprecio por El, que viene a ser nuestra fe, en El. Por esta razón, es la fe de Cristo la que nos introduce en una unión orgánica con El.

La justicia procedente de Dios basada en la fe es el propio Dios que vivimos y expresamos, quien llega a ser nuestra justicia por medio de nuestra fe en Cristo. Tal justicia es la expresión de Dios, quien vive en nosotros. Esta justicia se basa en la fe, es decir, sobre la base o la condición de fe. La fe es la base o condición sobre la cual recibimos y poseemos la justicia que proviene de Dios, la justicia más elevada, que es Cristo mismo (1 Co. 1:30).


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