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Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 48 de 69 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

LA HISTORIA DE LA FE Y SUS TESTIGOS

Hebreos 11 es un capítulo que habla de la fe y su historia. De los versículos 3 al 40 nos presenta una breve historia de la fe: comienza con la creación de Dios, continúa a través de todas las generaciones de Su pueblo escogido, incluyendo a todos los creyentes del Nuevo Testamento, y culmina con la Nueva Jerusalén en la eternidad, para comprobar que la fe es el único sendero por el cual los que buscan a Dios reciben Su promesa y toman Su camino. Sin lugar a dudas, esto era lo que el Espíritu Santo tenía en mente mientras inspiraba la redacción de este capítulo. Cada uno de los que fueron incluidos en esta historia de la fe era un testigo. Por lo tanto, Hebreos 11 no es solamente un capítulo acerca de la fe y su historia, sino también acerca de sus testigos. La palabra testigo aquí se refiere a la persona que testifica, no a su testimonio. La palabra griega traducida “testigo” puede también traducirse como “mártir”. Cada testigo es un mártir, o sea alguien que sufre el martirio por dar testimonio de su fe. En este capítulo leemos acerca de muchos mártires (vs. 32-39). Algunos fueron apedreados mientras que otros fueron aserrados. En este mensaje estudiaremos la historia de la fe, y en especial nos concentraremos en la consumación de esta historia, la cual tiene mucho que ver con nosotros.

I. POR LA FE ENTENDEMOS QUE EL UNIVERSO
FUE CONSTITUIDO POR LA PALABRA DE DIOS

El versículo 3 dice: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Los científicos han invertido muchísimo tiempo procurando saber cómo se constituyó el universo, pero todas las teorías que han presentado son absurdas. El universo fue constituido por la palabra de Dios. Dios habló, y todo llegó a existir. Esto no lo sabemos por nuestros cinco sentidos, sino por la fe, el sentido que nos permite dar sustantividad a lo que no se ve.

II. POR LA FE, ABEL OFRECIÓ
UN SACRIFICIO MÁS EXCELENTE

El versículo 4 dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus dones; y por medio de la fe, estando muerto, aún habla”. Según la tipología, el sacrificio más excelente que ofreció Abel era un tipo de Cristo quien es la realidad de los “mejores sacrificios” (9:23). Al leer Hebreos podemos ver que únicamente Cristo mismo es el sacrificio más excelente. Por la fe, Abel ofreció un tipo de tal sacrificio.

III. POR LA FE, ENOC FUE TRASLADADO
PARA NO VER MUERTE

El versículo 5 dice: “Por la fe Enoc fue trasladado para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo trasladó Dios; y antes que fuese trasladado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. Al ser trasladado, Enoc no solamente fue librado de la muerte, sino del hecho de ver la muerte.

IV. POR LA FE, NOÉ PREPARÓ
UN ARCA PARA SALVACIÓN

El versículo 7 dice: “Por la fe Noé, habiendo sido divinamente advertido acerca de cosas que aún no se veían y movido de temor reverente, preparó un arca para salvación de su casa; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es según la fe”. Consideremos cuál era la situación de Noé: mientras él edificaba un arca a causa del diluvio que vendría, nadie le creyó. El cielo estaba completamente despejado y nadie pensaba que un diluvio pudiera venir. No obstante, Noé por la fe dio sustantividad al diluvio venidero y edificó el arca.

V. LA FE EN LA VIDA DE ABRAHAM

Abraham ha sido llamado el padre de la fe. Por la fe, él obedeció al llamado que Dios le hizo a salir de su tierra y habitó como extranjero en la tierra de la promesa (vs. 8-9). Abraham obedeció a Dios y salió de Caldea “sin saber adónde iba”. Esto le dio a Abraham constante oportunidad de ejercitar su fe para confiar en que Dios le guiaría en cada circunstancia, para lo cual debería tomar la presencia de Dios como mapa de su viaje. El versículo 10 dice que por la fe Abraham “esperaba con anhelo la ciudad que tiene fundamentos, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios”. Ésta es la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial (12:22), la Jerusalén de arriba (Gá. 4:26), la ciudad santa, la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2; 3:12), la cual ha preparado para Su pueblo (v. 16), y el tabernáculo de Dios donde morará con el hombre por la eternidad (Ap. 21:3). Tal como los patriarcas esperaban esta ciudad, así también nosotros la buscamos (13:14).

Abraham también actuó en fe al ofrecer a Isaac, “pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” (vs. 17-19). El versículo 12, refiriéndose a Abraham, dice: “Por lo cual también, de uno, y ése ya muerto en cuanto a esto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar”. Las estrellas del cielo representan a los descendientes celestiales de Abraham, los descendientes que son de la fe (Gá. 3:7, 29); mientras que la arena que está a la orilla del mar representa a los descendientes terrenales de Abraham, los descendientes según la carne.

El versículo 13, refiriéndose a Abraham y los demás patriarcas, dice: “En la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y saludándolas con gozo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra”. La palabra griega traducida “peregrinos”, puede también traducirse “exiliados” o “expatriados”. Abraham fue el primer hebreo (Gn. 14:13), un cruzador de ríos. Él salió de Caldea, la tierra maldita de idolatría, cruzó el agua, el río Perat, o Eufrates (Jos. 24:2-3), y llegó a Canaán, la buena tierra, una tierra de bendición. No obstante, no se estableció allí, sino que habitó en la tierra de la promesa como peregrino, como exiliado o expatriado, anhelando una patria mejor, una patria celestial (v. 16), una patria que le perteneciera (v. 14). Esto puede implicar que él estaba listo para cruzar otro río, de la tierra a los cielos. Isaac y Jacob siguieron los mismos pasos, viviendo en la tierra como extranjeros y peregrinos y esperando la ciudad que tiene fundamentos, cuyo Constructor es Dios (v. 10). Lo dicho en los versículos 9-16 tal vez implique que el escritor de este libro quería imprimir en la memoria de los creyentes hebreos el hecho de que ellos, como verdaderos hebreos debían seguir a sus antepasados, considerándose extranjeros y peregrinos sobre la tierra y esperando la patria celestial, la cual es mejor que la terrenal.


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