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Estudio-vida de Colosensespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0342-2
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Actualmente disponible en: Capítulo 21 de 65 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE COLOSENSES

MENSAJE VEINTIUNO

NO SER ENGAÑADOS NI SER APARTADOS DE CRISTO

Lectura bíblica: Col. 2:4, 8

Conforme a la tipología, los hijos de Israel disfrutaron a Cristo en tres etapas: en Egipto, en el desierto y en la buena tierra. La Pascua que ellos disfrutaron en Egipto no sólo tenía como fin redimirlos, sino también fortalecerlos para que salieran de Egipto. En el desierto, el pueblo de Dios fue sustentado con maná, el cual los capacitó para construir el tabernáculo de Dios y para llevarlo como testimonio. Después de entrar en la buena tierra, los hijos de Israel empezaron a disfrutar del rico producto de la tierra. Esto les permitió construir el templo y obtener un testimonio más sólido. Según la tipología, diríamos que el templo edificado en la buena tierra es el enfoque del propósito de Dios en la tierra. Dios desea obtener entre Su pueblo escogido una morada que lo exprese. El propósito de Dios no se cumple al disfrutar a Cristo como el cordero Pascual en Egipto, ni tampoco cuando le disfrutamos como el maná en el desierto. Su propósito únicamente se cumple cuando Su pueblo disfruta a Cristo como la buena tierra.

En 1 Corintios, vemos que Pablo se relacionó con los corintios conforme a las dos primeras etapas, y no conforme a la tercera. En 1 Corintios 5:7, él dice: “Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue sacrificada”, y en el versículo siguiente, él nos exhorta a que “celebremos la fiesta”. Estos versículos aluden al disfrute que se tiene de Cristo como la Pascua, en Egipto. Más adelante, en 1 Corintios 10:3 y 4, Pablo habla del alimento y bebida espiritual, lo cual hace referencia al disfrute que se tiene de Cristo en el desierto. En 1 Corintios no se menciona la tercera etapa del disfrute de Cristo, pero en Colosenses, vemos que Pablo consideró que los creyentes se hallaban en esta etapa en cuanto a su disfrute de Cristo.

Puesto que los corintios no habían llegado a la tercera etapa de disfrute, la vida de iglesia en esa localidad podía compararse con un tabernáculo, una vida de iglesia móvil, sin un fundamento sólido. En cambio, la vida de iglesia que presenta Efesios, Colosenses y Filipenses, corresponde al templo. Es una vida de iglesia fija y con un fundamento sólido. En la edificación del tabernáculo no se usó ninguna piedra, pero en la construcción del templo se usó una gran cantidad de piedras. Es por eso que decimos que el templo, el tabernáculo agrandado, era sólido y estaba fijo en un solo lugar.

La vida de iglesia que vemos en Colosenses y en Efesios es más sólida que la que se observa en 1 Corintios, ya que el disfrute que se tiene de Cristo en dichas epístolas no está en un nivel elemental. Podemos notar que no solamente se disfruta a Cristo como la Pascua o el maná, sino como la buena tierra, como la porción de los santos. Tal vez en la actualidad algunas iglesias disfruten a Cristo conforme a la primera o segunda etapas, mientras que otras lo disfruten conforme a la tercera.

Si hemos de entrar en la buena tierra, tenemos que conquistar y subyugar a nuestros enemigos, los cuales son tipificados por las siete tribus. Estos enemigos son los gobernadores, las potestades, los principados y las huestes de maldad del aire. Cuando estos enemigos sean derrotados, tendremos paz, y en esta atmósfera de paz el templo podrá ser edificado.

I. NO SER ENGAÑADOS

A. Por los judaizantes ni los gnósticos

Los colosenses habían estado en Cristo, la buena tierra, pero fueron engañados. Por tanto, Pablo dijo en 2:4: “Esto lo digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas”.

Para engañar a los creyentes, tendría que usarse algo cercano a la verdad. Por ejemplo, los billetes o los cheques falsos engañan porque se parecen mucho a los verdaderos. La gente jamás se dejaría engañar por dinero o cheques que parezcan falsos. De la misma manera, los colosenses fueron engañados por observancias y prácticas que se asemejaban mucho a la experiencia que se tiene de Cristo. Además, ciertos aspectos del gnosticismo se asemejaban a las enseñanzas de la Biblia. Por esta razón, los colosenses fueron engañados.

Es muy fácil ser engañados por algo que se parece mucho a lo auténtico, por una falsificación que es casi idéntica a lo real. Sin el discernimiento apropiado, es muy difícil ver la diferencia entre las enseñanzas del Nuevo Testamento y enseñanzas éticas como las de Confucio. Cuando era joven, escuché a un misionero decir que las enseñanzas éticas de Confucio eran iguales a algunas enseñanzas de la Biblia. Por ejemplo, la Biblia enseña que las esposas deben someterse a sus maridos; pero Confucio enseña una sumisión triple. Primeramente, una mujer debe someterse a su padre; luego a su marido; y después, en caso de fallecer el esposo, a su hijo. En cuanto a la sumisión, las enseñanzas de Confucio y las enseñanzas de la Biblia parecen ser idénticas en principio. Si no tenemos discernimiento, es posible que las enseñanzas éticas parecidas a las de la Biblia nos desvíen de Cristo.

Muchos aspectos de la religión judía son muy buenos, como por ejemplo, las reglas dietéticas de Levítico 11 y el mandamiento de guardar el sábado. Dios reposó en el séptimo día después de haber trabajado seis días. Del mismo modo, parece correcto que el hombre tenga un día de descanso después de seis días de trabajo. Pero he aquí una dificultad: conforme a la Biblia, ¿debemos trabajar primero y luego descansar, o debemos descansar primero y luego trabajar? Tal vez pensemos que como Dios descansó después de trabajar seis días, nosotros debemos hacer lo mismo. Pero si recibimos luz de parte de Dios, veremos que en las Escrituras Dios trabaja primero y luego descansa, mientras que el hombre primero descansa y después trabaja. El hombre fue creado en el sexto día, al final de los seis días durante los cuales Dios laboró. Después de que Dios creó al hombre, Él descansó, y el hombre, junto con Dios, también descansó. Con esto vemos que tan pronto llegó a existir, tuvo un tiempo de descanso. Por lo tanto, conforme al principio bíblico, nosotros debemos descansar antes de trabajar. En el Nuevo Testamento, vemos que primero recibimos la gracia y luego trabajamos. Trabajar antes de recibir la gracia significa vivir conforme a la ley, pero recibir la gracia antes de trabajar corresponde a la salvación que Dios nos brinda, la cual es por gracia. Si no vemos esto claramente, podemos ser engañados por la enseñanza de los adventistas del séptimo día respecto a la observancia del día sábado. Debemos decirles a los adventistas que con relación a Dios, el trabajo precedió al descanso; pero que con respecto a nosotros, el descanso precede al trabajo. Conforme al Nuevo Testamento, recibimos la gracia antes de trabajar. La gracia es nuestro capital; sin ella, no tendríamos con qué trabajar. Por tanto, no podemos trabajar a menos que recibamos primero la gracia. Éste es un principio fundamental.

Estos ejemplos muestran que ciertas observancias y enseñanzas son semejantes a algunos aspectos de la salvación. Fue por esto que los creyentes de Colosas fueron engañados por observancias judaicas y enseñanzas paganas, y permitieron que éstas se difundieran por la vida de iglesia. Me preocupa que los jóvenes sean engañados por aquellos que promueven ciertas enseñanzas o prácticas. Debemos tener un entendimiento completo de los principios básicos del Nuevo Testamento. Así tendremos la sabiduría y el conocimiento para convencer y conquistar a aquellos que intentan engañarnos.

Pablo empieza 2:4 con las palabras: “Y esto lo digo”. Esto se refiere a lo dicho en los versículos 2 y 3, con respecto a la perfecta certidumbre de entendimiento, al pleno conocimiento de Cristo como misterio de Dios, y al hecho de que todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están escondidos en Cristo. Pablo recalcó estas cosas para que los santos de Colosas no fueran engañados. Si verdaderamente hemos visto la revelación de Cristo presentada en Colosenses 1, no seremos engañados por enseñanzas tales como el bautismo en agua y la observancia del sábado. Sabremos que Cristo es el centro de la economía de Dios y nuestro todo. Si tenemos una visión clara acerca de Cristo, nadie podrá engañarnos.


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