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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 9 de 79 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE NUEVE

LA PREPARACION DEL SALVADOR-HOMBRE
SE LLEVA A CABO EN SU HUMANIDAD
Y CON SU DIVINIDAD

(7)

Lectura bíblica: Lc. 3:23—4:13

En este mensaje examinaremos la persona y la prueba del Salvador-Hombre (3:23—4:13).

SU PERSONA

En 3:23-38 vemos la persona del Salvador-Hombre. El versículo 23 dice: “Jesús mismo al comenzar Su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí”. Treinta era la edad madura para el servicio de Dios (Nm. 4:3, 35, 39, 43, 47).

Cuatro aspectos del Cristo todo-inclusivo

La crónica del Evangelio de Juan, el evangelio del Dios-Salvador empieza con Dios y llega al hombre (Jn. 1:1, 14). Aquel evangelio recalca Su divinidad para atestiguar Su condición divino-humana. La genealogía del Evangelio de Lucas, el evangelio del Salvador-Hombre, empieza con el hombre y se remonta hasta Dios (vs. 23, 38). Este evangelio recalca Su humanidad para afirmar Su condición humano-divina.

Cristo, como el admirable centro de la Biblia, es todo-inclusivo y tiene muchos aspectos. Al comienzo del Nuevo Testamento se presentan cuatro biografías que describen los cuatro aspectos principales del Cristo todo-inclusivo. El Evangelio de Mateo testifica que El es el Rey, el Cristo de Dios según las profecías del Antiguo Testamento, el que trae a la tierra el reino de los cielos. El Evangelio de Marcos le presenta como el Esclavo de Dios, el que trabaja fielmente para Dios. El relato de Marcos es muy sencillo, porque un esclavo no necesita un registro detallado. El Evangelio de Lucas presenta una descripción completa de Cristo como el único hombre cabal y normal que ha vivido en la tierra, y por eso El es el Salvador de la humanidad. El Evangelio de Juan revela que El es el Hijo de Dios, Dios mismo, quien es vida para el pueblo de Dios. De los cuatro evangelios, Mateo y Lucas presentan la genealogía; Marcos y Juan no lo hacen. Para testificar que Jesús es el Rey, el Cristo de Dios mencionado en las profecías del Antiguo Testamento, Mateo necesita mostrarnos los antecesores y la condición de este Rey, a fin de comprobar que El es el sucesor legítimo al trono de David. Para demostrar que Jesús es un hombre cabal y normal, Lucas necesita mostrar la genealogía de este hombre, a fin de atestiguar que El satisface todos los requisitos para ser el Salvador de la humanidad. Al darnos el registro de un esclavo, Marcos no necesita darnos el origen de tal persona. Para revelar que Jesús es Dios mismo, Juan tampoco necesita darnos la genealogía humana del Señor. Al contrario, Juan declara que Cristo como Verbo de Dios es el propio Dios que era en el principio.

Dos genealogías

En 3:23-38 la genealogía del Salvador-Hombre se remonta de Jesús a Adán. El versículo 38 dice: “Hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios”. El reino, en el cual Cristo es Rey, está compuesto de los descendientes de Abraham, que incluyen tanto a sus descendientes en la carne como a quienes lo son por la fe. Por esta razón, la genealogía de Cristo presentada en Mateo comienza con Abraham, el padre del linaje llamado, y no con Adán, el padre del linaje creado. El reino de Dios no es edificado con el linaje creado, el de Adán, sino con el linaje llamado, el de Abraham, el cual incluye tanto a los israelitas verdaderos (Ro. 9:6-8) como a los que creen en Cristo (Gá. 3:7, 9, 29). Para comprobar, usando la genealogía de Jesús, que El es un hombre cabal calificado para ser el Salvador de la humanidad, Lucas remonta esta genealogía a Adán, la primera generación de la humanidad.

La expresión hijo de Dios, usada con respecto a Adán en Lucas 3:38, no quiere decir que Adán nació de Dios y que poseía Su vida; de igual modo, hijo de José no quiere decir que Jesús nació de José, sino que se supuso que El era hijo de José (v. 23). Adán fue creado por Dios (Gn. 5:1-2), y Dios fue su origen. Sobre esta base, se podría decir que él era hijo de Dios, así como los poetas paganos consideraban que toda la humanidad era la descendencia de Dios (Hch. 17:28). Ellos fueron solamente creados por Dios, no regenerados por El. Esto es absoluta e intrínsecamente diferente de ser hijos de Dios como lo son los creyentes de Cristo. Estos han nacido de Dios, han sido regenerados y poseen Su vida y Su naturaleza (Jn. 1:12-13; 3:16; 2 P. 1:4).


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