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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
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ESTUDIO-VIDA DE
LA PRIMERA EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE SESENTA Y SIETE

LO TOCANTE A LA RESURRECCION

(3)

Lectura bíblica: 1 Co. 15:29-44

La resurrección es un hecho directamente relacionado con nuestra vida diaria como cristianos. En realidad, la vida cotidiana del creyente depende de la resurrección. Además, nuestra esperanza cristiana también depende de ella. Si no hubiera resurrección, no habría ninguna esperanza, y seríamos las personas más miserables del mundo.

La resurrección de Cristo también se relaciona con la administración de Dios. El cumplimiento de la administración divina depende de que experimentemos la resurrección de Cristo. Si no tenemos a Cristo como vida de resurrección en nosotros, no podemos ser miembros vivientes de Su Cuerpo, el cual hace posible que se cumpla la administración de Dios para que Cristo reine y sojuzgue a todos Sus enemigos. En este mensaje, examinaremos la influencia que tiene la resurrección en la moralidad (vs. 29-34), y veremos la definición de la resurrección (vs. 35-49).

IV. LA INFLUENCIA DE LA RESURRECCION
EN LA MORALIDAD

Ya vimos que los versículos 20-28 pueden ser considerados como un paréntesis. Esto conectaría el versículo 29 con el 18, y los versículos 30-32 con el 19.

A. Si no hubiese resurrección

En el versículo 29 Pablo escribe: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos? Si realmente los muertos no resucitan, ¿por qué, pues, se bautizan por ellos?” La expresión “bautizan por los muertos” significa bautizarse por personas que han muerto físicamente. Esto probablemente no era un asunto oficialmente practicado por las iglesias primitivas, sino una actividad personal de algunos creyentes, hecha a favor de las personas muertas (por quienes se preocupaban) las cuales tal vez habían creído en el Señor, pero que nunca fueron bautizadas antes de morir. Ellos hacían esto con la esperanza de que estas personas resucitarían al regreso del Señor (1 Ts. 4:16), puesto que en el bautismo se representa claramente la resurrección (Col. 2:12). El apóstol usó lo que ellos hacían para confirmar la verdad de la resurrección. Sin embargo, esto no quiere decir que aprobara que personas creyentes se bautizaran por los muertos.

En el versículo 29, la palabra “por” en realidad significa en nombre de. Algunos creyentes tenían parientes, vecinos, o amigos que creían también en el Señor, pero que murieron sin ser bautizados. El amor que sentían por ellos los condujo a bautizarse en nombre de aquellos que habían muerto. Esto no formaba parte de las enseñanzas de los apóstoles; no obstante, la historia de la iglesia enseña que los creyentes practicaban este bautismo, aunque no se trataba de una práctica generalizada. El hecho de que un creyentes se bautizara por otro creyente que había muerto, implicaba una firme creencia en la resurrección. El bautismo alude a morir, ser sepultado y ser resucitado. Pero si no hay resurrección, y si los cristianos sólo mueren y son sepultados, ¿por qué se bautizaban algunos en nombre de personas ya muertas? El hecho de que alguien se bautizara por un difunto indicaba que se tenía una creencia, una esperanza, de que el muerto resucitaría. Pablo se refiere a esta práctica como parte de su refutación contra la herejía que negaba la resurrección. Pablo parecía decir: “Si los muertos no resucitan, entonces ¿por qué se bautizan otros por ellos, para simbolizar que resucitarán?” Esto es lo que Pablo daba a entender.

En el versículo 30 Pablo añade: “¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora?” Si no hubiese resurrección, ¿por qué Pablo estaba dispuesto a peligrar a toda hora? ¿Por qué arriesgaba su vida cada día? Si no hubiese resurrección, él sencillamente podía disfrutar de la vida.

En el versículo 31, Pablo declara: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día muero”. La palabra “muero” significa arriesgar su propia vida, estar expuesto a morir, enfrentarse a la muerte, y morir al yo (2 Co. 11:23; 4:11; 1:8-9; Ro. 8:36).

Los creyentes corintios eran el fruto de la labor del apóstol, una labor en la que él arriesgó su vida. En ellos, el apóstol pudo gloriarse de tal labor. Gloriándose así, les declaró que moría cada día; es decir, que cada día corría el riesgo de morir, que se enfrentaba con la muerte y moría. La gloria que tenía el apóstol en los corintios, quienes representaban el fruto de que él arriesgara su vida, era en Cristo, y no en sí mismo, pues no laboraba por sí mismo sino por Cristo.

Pablo era como un soldado que arriesga su vida en el campo de batalla. El luchaba por el reino de Dios, y cada día moría por el bien de los corintios. Cuando fue a predicarles el evangelio, él arriesgó su vida. Mientras estaba en Corinto, él moría cada día. A Pablo no le resultó fácil ir a Corinto, el cual estaba ubicado en el mundo gentil. Ese mundo se oponía a todo lo que era judío y a todo lo que era cristiano. No obstante, Pablo arriesgaba su vida cada día para predicarles el evangelio, y a causa de que estaba dispuesto a morir cada día, muchos corintios fueron salvos.

En el versículo 32 Pablo usa un ejemplo: “Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. La palabra “fieras” se usa en figura retórica, y denota a personas o asuntos malignos. En aquellos días los hombres luchaban contra personas o asuntos malignos para recibir una recompensa temporal. Pero el apóstol no peleaba así cuando luchaba por la causa del evangelio contra personas y asuntos malignos. Más bien, luchaba motivado por una esperanza más elevada, a fin de recibir una recompensa en la resurrección venidera (Lc. 14:14; 2 Ti. 4:8).

Hechos 19 muestra que Pablo luchaba contra “fieras”, ya que tanto judíos como gentiles se oponían a él con vehemencia en Efeso. Así que, tenía que luchar contra personas y asuntos malignos. Pero si no había resurrección, ¿qué provecho tendría Pablo de luchar de esta manera? Como dice él: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. Este parece ser un dicho que se usaba en aquellos días, una máxima de los epicúreos. Si no hay resurrección, nosotros los creyentes no tenemos esperanza para el futuro, y hemos llegado a ser los más dignos de conmiseración de todos los hombres (v. 19). De ser así, más nos vale disfrutar de nuestra vida ahora y olvidarnos del futuro, como lo hacían los epicúreos.


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