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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
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ESTUDIO-VIDA DE LA PRIMERA
EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE TREINTA Y TRES

TODO ES DE LA IGLESIA Y LA IGLESIA ES DE CRISTO

Lectura bíblica : 1 Co. 3:16-23

Al leer 3:18-23 nos damos cuenta de que el capítulo tres constituye una explicación y continuación de los capítulos uno y dos. En los dos primeros capítulos de esta epístola, Pablo habla de la sabiduría de los corintios. Debido a su sabiduría filosófica, ellos eran facciosos y exaltaban a los gigantes espirituales. En 3:18 Pablo se refiere a los que se consideraban sabios, y en el versículo 19 dice que la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios. A los ojos de Dios, la sabiduría griega es necedad. El Señor prende a los sabios en la astucia de ellos, y conoce los razonamientos de los sabios, que son vanos (vs. 19-20).

I. LA DESTRUCCION DEL TEMPLO DE DIOS
AL EDIFICAR LA IGLESIA CON COSAS
NATURALES, Y EL CASTIGO DE DIOS

En 1 Corintios 3:17 dice: “Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que sois vosotros”. Destruir el templo de Dios es arruinarlo, corromperlo, profanarlo o estropearlo. Es edificar con los materiales de madera, heno y hojarasca, según lo describe el versículo 12, los cuales no tienen ningún valor. Esto se refiere a ciertos creyentes judíos que intentaban edificar la iglesia con elementos del judaísmo, y a ciertos creyentes griegos que trataban de introducir elementos filosóficos en la edificación. Todo esto tendía a corromper, arruinar, profanar y estropear el templo de Dios, es decir, destruirlo. Usar cualquier doctrina que difiera de las enseñanzas fundamentales de los apóstoles (Hch. 2:42), o cualquier método o esfuerzo contrario a la naturaleza de Dios, la obra redentora de Cristo y la obra transformadora del Espíritu, es corromper, arruinar, profanar, estropear y destruir la iglesia de Dios.

En el versículo 17, la palabra destruir implica al menos el castigo del que habla el versículo 15. Todos los que han corrompido, arruinado, profanado y estropeado la iglesia de Dios edificando con sus doctrinas heréticas, sus enseñanzas facciosas, sus métodos mundanos y sus esfuerzos naturales, sufrirán el castigo de Dios.

En este versículo Pablo dice que el templo de Dios es santo. Puesto que el templo de Dios, la iglesia, es santo, los materiales, los métodos y los esfuerzos con los cuales edificamos, también deben ser santos, y así concordar con la naturaleza de Dios, la redención de Cristo y la transformación del Espíritu.

Hemos visto que edificar la iglesia con cosas naturales tales como madera, heno y hojarasca, equivale a edificar con nuestra constitución natural, con lo que somos por naturaleza y con acciones malignas tales como celos, contiendas, envidias y odio. La madera, el heno y la hojarasca no contienen nada de valor. En este asunto, lo que importa no es la interpretación de estas figuras, sino que comprendamos que nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones negativas no desempeñan ningún papel en la edificación de la iglesia. Por ser miembros de la iglesia, debemos participar en la edificación de la misma. Pero debemos cuidarnos de que la madera, el heno y la hojarasca, o sea, nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones malignas, no se introduzcan en la iglesia. Es horrendo inyectar estas cosas en la vida de iglesia. Necesitamos una profunda comprensión de esto; debemos entender lo abominable que es, y condenarlo.

Durante los pasados mil novecientos años, la auténtica edificación de la iglesia ha estado ausente casi en su totalidad. En la actualidad, la Biblia está accesible para todos, y el evangelio se ha predicado en cada país. ¿Pero dónde está la verdadera edificación de la iglesia? Tenemos que reconocer que incluso entre nosotros en el recobro del Señor no se ve mucha edificación. Esta carencia se debe a que hemos introducido en la vida de iglesia demasiadas cosas que pertenecen a nuestra naturaleza, nuestro ser y nuestras acciones. Estos elementos son gérmenes que dañan la vida de iglesia. Sin embargo, es posible que no nos demos cuenta de la gravedad de este asunto.

Algunos santos tienen un carácter fuerte o son peculiares en su manera de pensar, mientras que otros se consideran comunes, de amplio criterio y faltos de determinación en todos los sentidos. Pero según mi experiencia y observación, personas así son las más naturales. Quizás no critiquen a otros y tal vez se adapten a cada situación, pero resulta extremadamente difícil relacionarse con ellas. Algunos santos que normalmente son amables, son semejantes al hule, el cual no se puede romper. Nada parece afectarles. Nunca pierden la calma, reciban el trato que reciban. Pero estas personas introducen automáticamente su naturaleza y su ser en la vida de iglesia. Consideran que su naturaleza es buena, y los demás tal vez hasta la aprecien. Así que, sin darse cuenta esto se inyecta en la vida de iglesia. Todo esto es natural; por esta razón, no puede ser el material correcto para la edificación de la iglesia. Por supuesto, los que son ásperos y duros por naturaleza tampoco constituyen el material ideal para el edificio de Dios.

La hojarasca casi no tiene ningún uso, pero ciertas clases de maderas son útiles y tienen una bonita apariencia. Muchos santos en el recobro del Señor se parecen a esta clase de madera. Pero ni siquiera la madera que constituye una buena humanidad naturalmente resulta útil para la edificación de la iglesia.

Edificar la iglesia con cosas naturales es destruir el templo de Dios. Hace muchos años, yo pensaba que destruir el templo era perseguir la iglesia. No me daba cuenta de que, según el contexto, destruir la iglesia significa edificar con cosas naturales. Por ejemplo, ¿no estropearía la Nueva Jerusalén si se introdujera en ella heno u hojarasca? Del mismo modo, inyectar nuestra constitución natural, nuestro ser o nuestras acciones naturales en la iglesia, la perjudica. Quizás nunca se había dado cuenta de que usted arruina y corrompe la iglesia cuando su buena naturaleza, su ser bondadoso e incluso sus buenas acciones naturales se introducen en la vida de iglesia. Por supuesto, si existen celos o contiendas entre nosotros, eso también estropeará y profanará la vida de iglesia.

Dios castigará a los que destruyen la iglesia edificando con cosas naturales. Según el versículo 17, Dios destruirá a los que destruyen Su templo. Las tinieblas son un aspecto del castigo de Dios. Ciertamente el hecho de no tener luz y de permanecer en las tinieblas representa un grave castigo. Si edifica la iglesia con cosas naturales, usted estará en tinieblas. Dios castigó a Faraón con tinieblas, y usará también las tinieblas para castigar el reino del anticristo (Ex. 10:21-23; Ap. 16:10). Esto indica que las tinieblas representan un serio castigo. Todos los que intenten introducir su naturaleza, su ser y sus acciones en la iglesia, se quedarán en tinieblas.

Según los versículos 13-15, nuestra obra de edificación será probada por el fuego. Si nuestra obra permanece, recibiremos recompensa, pero si es consumida, sufriremos pérdida. No sé con exactitud cómo será el fuego del juicio. No obstante, en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo, el fuego en calidad de juicio proviene de Dios. Por ejemplo, los hijos de Aarón: Nadab y Abiú, fueron juzgados con fuego. En el libro de Malaquías vemos que el Señor juzgará a las personas con fuego. Según el mismo principio, el fuego que procede de Dios juzgará nuestra obra. La obra de oro, plata y piedras preciosas pasará la prueba del fuego. De hecho, cuanto más intenso sea el fuego, más refinados serán los materiales. Pero todo lo que sea de madera, heno y hojarasca será consumido. Todo lo que se hace conforme a la naturaleza, el ser y las acciones naturales nuestras, será quemado por el fuego.

El castigo impuesto por el Señor presenta por lo menos dos aspectos: las tinieblas y el fuego. En cuanto a nosotros, corremos el riesgo de ser echados en las tinieblas, y en cuanto a nuestra obra, puede ser consumida y reducida a cenizas. A menudo, he estado en temor y temblor delante del Señor, preguntándome si mi obra permanecerá. Me he preguntado muchas veces si mi obra pasará la prueba de fuego del juicio del Señor. Todos deberíamos preguntarnos si nuestra obra nos lleva a la luz o nos mantiene en tinieblas. Algunas personas que laboraban en el campo misionero pueden testificar que cuanto más trabajaban, más permanecían en tinieblas. Esta es una señal de que llevaban a cabo la obra conforme a su naturaleza, su ser y sus acciones humanas.


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