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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
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ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE CIENTO CINCO

EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL
DE JOSE Y DE BENJAMIN
(1)

Llegué a conocer la historia de los doce hijos de Jacob mucho antes de entender cuán dulce y maravillosa era. Cuanto más tiempo le dedico a Génesis 49, más valoro a esos doce hijos. Vale la pena estudiar la historia de ellos. Los primeros cuatro hijos: Rubén, Simeón, Leví y Judá, eran pecadores; mientras que José y Benjamín, los últimos dos, no tenían ni mancha ni defecto; eran perfectos. Entre los primeros cuatro hijos y los últimos dos, tenemos otros seis. En Dan vemos la apostasía; en Gad, el recobro; en Aser, la abundancia; y en Neftalí la resurrección. Si usted junta el relato de estos doce hijos según Génesis 49, tendrá un retrato de usted mismo. Por una parte, cuando examino los doce hijos de Jacob, me sorprenden; por otra, le doy gracias a Dios, porque en ellos veo un cuadro de mí mismo. Veo también al Cristo que he experimentado, y la salvación y la transformación que están en El. Anteriormente todos éramos Rubén, Simeón, Leví y Judá, pero ahora somos José y Benjamín.

Dos pecadores: Leví y Judá, fueron trasladados a algo positivo. Leví fue trasladado al sacerdocio, y Judá al reinado. Por lo tanto, entre los doce hijos de Jacob llegamos a tener el sacerdocio, el reinado y la máxima consumación, la cual vemos en José y Benjamín. En el siguiente mensaje veremos que la consumación consta de dos cosas: la bendición y la morada. Seremos plenamente introducidos en la bendición universal al estar sometidos a Dios, y entonces nos convertiremos en Su morada. Los pecadores se convierten en sacerdotes y reyes de Dios y llegan a recibir Su bendición universal y se convierten en Su morada eterna. Si comprendiéramos el significado de este relato, elevaríamos la voz y alabaríamos al Señor. Diríamos: “¡Antes yo era un Rubén, pero ahora yo soy un Leví, un Judá, un José y un Benjamín!”. Por la eternidad, seremos reyes, estaremos bajo la bendición de Dios y seremos Su morada.

¿Había pensado usted alguna vez que la Biblia podía ser tan maravillosa? ¿Ha visto alguna vez que en un solo capítulo, el capítulo 49, podemos ver un resumen de toda la Biblia y de la historia de los doce hijos de Jacob, de la nación de Israel, de la iglesia, y de nuestra propia historia espiritual? Todo está allí. Este capítulo es poético y muy profundo, pero a la vez bastante sencillo. Es todo inclusivo. Incluye toda la Biblia; abarca la historia de las doce tribus; presenta la historia de la iglesia y describe nuestra historia personal. ¡Cuán maravilloso es esto! Sin lugar a dudas, dicho capítulo resume la relación que hay entre Dios y Su pueblo escogido. Esta relación empieza con los pecadores, sigue con la transformación, y finalmente llega a su consumación, la cual es la bendición y la morada de Dios.

Entre los doce hijos de Jacob, existen varias clases de personas. Le doy muchas gracias al Señor por haberle dado doce hijos a Jacob. ¿Qué habría pasado si Jacob sólo hubiese tenido un hijo? A los ojos de Dios, Abraham e Isaac tuvieron solamente un hijo, pues para Dios sólo cuentan Isaac y Jacob, y no Ismael ni Esaú. Pero Dios requería doce tribus para llevar a cabo Su economía. Por esta razón, Jacob debía tener doce hijos. Diez tribus tampoco habrían sido suficientes. Un día, después de la muerte de Salomón, el reino de Israel se dividió en dos: diez tribus de una parte y dos de otra. Sin embargo, estas diez tribus no eran suficientes; tenían que ser doce. Debemos recordar los nombres de los doce hijos de Jacob: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín. En este mensaje vamos a examinar parte del significado espiritual de José y de Benjamín, y hablaremos de tres asuntos: la capacidad de fructificar, la victoria y la confianza. En el mensaje siguiente consideraremos la bendición y la morada.

I. FRUCTIFERO

A. La rama de un árbol fructífero

Vemos en Génesis 49:22: “Rama fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro”. José era muy fructífero, y estaba totalmente ocupado en producir frutos; no tenía tiempo para nada más. El no tenía tiempo de discutir con sus hermanos ni de pelear con los demás. La gente llega a estar ocupada con cosas negativas porque no está plenamente ocupada con cosas positivas. No conviene que muchos santos se reúnan sin estar plenamente ocupados. En dado caso, por no estar ocupados por cosas positivas, espontáneamente estarán ocupados con cosas negativas, así como el hombre de Mateo 12 estaba vacío y llegó a estar poseído de siete demonios (vs. 43-45). Ese hombre era como una casa limpia y vacía. Muchos santos están limpios, pero vacíos, desocupados. Esta es la razón por la cual penetran las cosas negativas. Los santos deben estar ocupados en las cosas positivas. Entonces no tendrán lugar, tiempo ni energías para cosas como los chismes. Difundir chismes demuestra que no usamos toda nuestra energía. Pero José no era una persona desocupada. Como lo veremos en los siguientes mensajes, desde su juventud él estuvo ocupado con cosas positivas. El se ocupaba en la voluntad de su padre, la intención de él, sus intereses y su comisión. Por tanto, nada malo podía entrar en él. En un cuarto lleno de veinte personas, ningún perro se atrevería a entrar. Pero si el cuarto está vacío, los perros intentarán entrar. La mejor manera de apartar a los santos de las cosas negativas consiste en llenarlos de cosas positivas. Repito que José desde su juventud estaba plenamente ocupado en cosas positivas, principalmente en ser fructífero.

Cuando el padre de José, sus once hermanos con sus familias bajaron a Egipto, se convirtieron en los canales de la extensión de los frutos de José. En ese entonces, en Egipto no se producía simplemente una ramificación personal, sino la extensión de la administración de Dios efectuada con setenta personas. José era muy fructífero. El mundo entero se encontraba bajo la ramificación de José. José era un cuadro, una figura. Esto indica que el cumplimiento debe de hallarse en la iglesia. Quienes constituyen la iglesia deben ser el pueblo más fructífero. El capítulo dos de Hechos revela lo fructífero que era Pedro y los demás apóstoles. En el transcurso de los siglos, todos los que amaron al Señor y estuvieron ocupados en El, también fueron fructíferos.

El versículo 22 afirma que José era el retoño de un árbol fructífero. Retoño se refiere a una rama. La mayoría de las versiones traducen la palabra hebrea como rama. Esto significa que José era una rama de un árbol fructífero. En todo el universo hay un solo árbol fructífero, el cual es Cristo. Como renuevo de Dios, Cristo es un árbol fructífero. En Zacarías 6:12 leemos: “He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo”. Este renuevo es Cristo. Cristo como rama de Dios ha ramificado a Dios en la humanidad y ha llegado a ser un árbol. En Juan 15, un capítulo que habla de llevar fruto, el Señor Jesús dijo: “Yo soy la vid verdadera” (v. 1). Cristo es la vid. En Juan 15:5 El dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto”. Como ramas de este árbol fructífero, todos debemos ser fructíferos.

No preste atención a su debilidad ni a su fracaso ni a la lamentable situación que lo rodea. La historia de la iglesia tiene dos aspectos: un aspecto oscuro y un aspecto glorioso. Cuando miramos el lado glorioso, vemos una gran capacidad de fructificar. No solamente Pedro y Pablo fueron fructíferos; también lo han sido todos los que han amado al Señor. A veces decimos: “Somos débiles; nuestra situación no es prometedora; el incremento es lento, y el número de hermanos sigue siendo pequeño”. No obstante, si usted tiene la visión celestial, verá que la iglesia es muy fructífera y que su historia es la historia de llevar fruto. Repito que no debemos mirar la situación desde el lado oscuro, sino desde el lado glorioso. Dios es victorioso, y la iglesia es fructífera. El renuevo se está ramificando. Pedro, Pablo y todos los que han amado a Cristo en el transcurso de los siglos, han tenido muchas ramas.


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